PRÓLOGO

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Es un secreto - Plan B ft Tego Calderón

· ✦𓂃 ٬ ⊹ 𓂅 ˑ ִֶָ 𑁍 . 𓏲 ٬ ❟ 𓂃 ִֶָ ˖ 𑁍ࠬ

Puse mis audífonos en cada oído y empezó a sonar una canción que al tiempo de hoy era lo más extraño, pero la vieja escuela nunca iba a soltarme y hablándome así, Tego Calderón con Plan B, sacaban a mi bandida interior. Más con la siguiente estrofa:

     "Es un secreto. Que tu mirada y la mía son un presentimiento

Es un secreto, es un secreto. Que sin mirarme me decías".

      ¿Por qué tenían que sacar justo lo que estoy sintiendo cuando lo veo? Todo era un secreto y presentimiento, pero solo para mí era visible la atracción que nos teníamos.

     ¿Qué nos detenía? Ni yo lo sabía. Estábamos perfectamente, pero existían factores en mí que creían que me rechazaría.

     Iba caminando a la universidad. Doblé la esquina y casi pierdo los pulmones, el corazón y todos los órganos vitales que mantienen el cuerpo vivo.

     Un pecho no tan fornido, pero que su aroma era demasiado familiar para mis fosas nasales, las que lo percibieron, causando un tropiezo, que esas grandes manos sostuvieron, para no caer. Sabía que no debía mirar hacia arriba, pero como no hago caso a las órdenes de mi cerebro, lo hice y me perdí en ese matiz azul con amarillo y verde. Era tan extraño y no solo sus colores; no estaba acostumbrada a ver varios colores en una mirada. Mi corazón quería hacerme vomitar y me lo tragué de un golpe en mi pecho.

     —No pierdes la cabeza porque la tienes pegada al cuello y sobre los hombros, Kyn.

     Entreabrí la boca, porque eso era lo que me decía mi mamá y el resto del mundo que me conocía.

    Elaz me ayudó a ponerme recta y siguió sosteniendo mi cintura.

    —Lo siento, Ederith me dijo que podía encontrarte por estos lados.

    Me solté y sentí cómo aquel calor me abandonaba y, por lo tanto, quedé más vacía que cuando venía camino a la universidad. Solo arreglé las manijas de mi mochila sobre mis hombros; a pesar de tener audífonos, tenía la capacidad de escuchar lo que pasaba a mi alrededor.

    —Lo supuse —respondí.

    Lo rebasé por el lado derecho y quise golpearme mentalmente con ese "Lo supuse". De verdad le dije eso, qué patética me pude ver, aun cuando ni sabía que se había tomado el tiempo de venirme a buscar todo el camino. Muy psicópata de su parte. No, no mucho. Lo hubiera hecho yo perfectamente.

     Sentí sus pasos detrás, pero luego de reojo pude ver su cuerpo, que sobrepasaba el mío en estatura; vi cómo sus manos intentaron hacer algo que, al último, decidió dejar a medio camino y guardarlas en el buzo morado que llevaba, color con el que jamás pensé verlo...

     —¿Recuerdas cómo nos conocimos? —Soltó al aire y giré mi rostro, casi perdiendo el equilibrio, pero lo controlé—. Bueno, ¿Qué te vas a acordar tú, cerebro de gelatina?

     —Te atropellé con el carrito del mercado y terminaste en urgencias. —Me sonrojé cuando vi las comisuras de sus labios expandirse—. Fue culpa de mi hermano.

     —Te atravesaste en mi lugar favorito, Minion.

     Divisé el edificio de la facultad frente a mí y me giré para quedar mirando su pecho. Tuve que alzar la cabeza para poder mirar su rostro, encontrándome sus ojos con una amplia sonrisa también.

     —La esquina del supermercado es un lugar público, edificio con patas —rebatí.

     Entrecerró sus ojos y bajó su rostro cerca al mío, haciéndome retroceder, pero me sostuvo nuevamente. Y me soltó cuando encontré equilibrio.

     —Minion, creo que hasta aquí te acompaño. ¿Podemos vernos a la salida?

     Vi que rascó su nuca con nerviosismo y me causó mucha ternura, tanta que mis mejillas se sonrojaron. Mordí mi labio y giré mi rostro para ver la puerta donde entraba el resto de mis compañeros y luego a él que ahora fruncía su ceño por mi acción.

     ¿Qué puede pasar si falto un día?

     —No. Podemos vernos ahora, ¿dónde quieres ir?

     Y antes de que dijera algo, miré la calle que no viniera ningún auto y luego me sacara volando a la quinta porra, el pobre Eir no soportaría ir a declarar por mi muerte. Así que crucé lo más sensato que pude, agarrando mi mochila y corriendo como si mi vida dependiera de eso. Pero de pronto escuché la bocina de un auto a mi espalda y todo se me congeló. Desgraciadamente, ese auto no estaba cuando vi para cruzar.

     —¡Eres maniática! —Las manos de Elaz tomaron mis hombros y lo vi respirar pesadamente. mientras me pegaba a su pecho. Esta vez, mis brazos abrazaron sus costillas y pegué mi nariz a su cuerpo, respirando su olor—. Casi me matas del susto, Kynsley.

     —Ahora te preocupas. —Me separé de él y me quejé para mis adentros por no seguir escuchando su corazón, pero me neutralicé al ver sus ojos. Mi estatura no ayudaba mucho a la pose, pero creí que a él no le importaba, porque estaba crucificándome de todas las maneras posibles por mi comentario de burla—. Era un chiste.

     —Tienes el sentido del humor más asqueroso. — Se agachó un poco a mi rostro y se me cortó el aire; tuve que cerrar los ojos. Podía sentir su respiración sobre mis labios, pero los suyos besaron la punta de mi nariz—. Siempre voy a estar pendiente de ti, es mi código del amor.

     —Elaz... —Abrí mis ojos y me perdí en los suyos—. Te quiero.

     —Ver el cielo en tus ojos es lo que cada día me motiva a levantarme. Me perdí en ti, incluso ese día en emergencias... —Hizo una pausa mientras reíamos y mis ojos estaban colapsando por las lágrimas que me causaban sus palabras. Sentimientos y emociones instantáneas—. Aquí es donde puedo decir que no quiero llamarte amiga y darte mi código del amor, Kyn.


Vamos a salirnos de la rutina un poco

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Vamos a salirnos de la rutina un poco.

Mucho amor,

Silvia Fernanda más conocida como Ferobooks.

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