La cantidad de reporteros persiguiendo inescrupulosamente a Zero se asimilaba a una bandada de pájaros revoloteando alrededor de su presa. Los flashes de luz parpadeaban incansablemente, una ola de pies corriendo a ras de los pasos agigantados de Zero y la horda de preguntas ahogándolo en el camino le decían que difícilmente se irían hasta conseguir las respuestas que tanto anhelaban obtener. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que vivió algo similar? ¿Desde que se retiró?
No estaba para estas andanzas, no más. Pero ahora tenía que soportarlo, ya que de alguna manera se filtró la relación amorosa en la que se encontraba envuelto en ese momento, desatando una polémica que Zero no estaba dispuesto a participar, pero inevitablemente, sí lo estaba.
—Señor Zero, ¿qué nos dice sobre la relación amorosa que está teniendo con dos mobians al mismo tiempo? —indagó uno de los reporteros, intentando seguirle el paso que Zero no iba a ceder.
—Usted ya se encuentra casado con uno de ellos, ¿no considera eso un adulterio? —inquirió otro junto a otro imbécil que traía consigo una enorme cámara y el haz de luz lo alcanzó lo suficiente para cegarlo.
—Aquí, para nuestro canal de noticias, ¿qué piensa hacer ahora que se dio a la luz estos acontecimientos de poligamía? ¿Podría tener más parejas?
—Se dice que usted convive con dos machos, ¿qué hay de las declaraciones sobre que usted deseaba dejar descendencia?
¿Cuándo mierda había dicho algo así?
—Testigos han aclarado que solo son dos mobians promedio con quienes convive, ¿eso de alguna manera no perjudicaría su reputación como boxeador retirado ahora que se encuentra inmerso en marcas deportivas?
Zero se paró en seco, provocando un efecto dominó de un mar de personas chocando entre sí. Su entrecejo se arrugó.
—¿Qué has dicho? —gruñó Zero y un profundo silencio se formó, podían hablar cualquier mierda sobre su vida, pero nunca involucraría a las dos personas más importantes que tenía—. No me interesa lo que los cerdos de la farándula quieran de mí ahora, pero te lo advierto: no los menciones. ¿Tres años no han sido suficientes desde que me retiré?
Los reporteros permanecieron mudos e inmóviles, hasta que uno de ellos habló:
—Entonces, ¿está afirmando que sí se encuentra involucrado en una relación homosexual y poliamorosa?
Las preguntas nuevamente estallaron como agua de alcantarilla.
Zero arrugó aún más su entrecejo, hubiese preferido no hablar nada, pero saber que sus dos grandes amores eran mencionados de una u otra forma por estos buitres era tocar la fibra más sensible que tenía y le hacía hervir la sangre. Ya habían pasado semanas desde que esta situación se había salido de control. De alguna manera, alguien había logrado escabullirse en su mansión y conseguir una mala fotografía de sus dos amantes. Eso hizo estallar a Zero e iniciar una demanda en contra del miserable que publicó sus fotos como también la revista donde fueron publicadas. Había aumentado la seguridad al máximo con tal de que esto no volviera a ocurrir.
Desde entonces, todo se había convertido en una interminable bola de nieve y le había prohibido tanto a Gadget como a Barry salir del lugar con el objetivo de resguardarlos hasta esclarecer este asunto. Sin embargo, parecía que todo iba de mal en peor. Los canales faranduleros, diversos shows de televisión, revistas, artículos de internet o incluso redes sociales giraban en torno a esta situación y no daban tregua. Zero ya estaba cansado y lo que más lamentaba era tenerlos a ambos encerrados e involucrados.
Finalmente, con ayuda de los guardias de seguridad, arrimó hasta su BMW negro y se subió para echarlo andar a toda velocidad. Sus trámites en el juzgado ya habían terminado y no había nada más que hacer allí, de ninguna manera perdería más tiempo en ese lugar.
Eligió una ruta lo suficientemente confusa y cautelosa para detectar que nadie lo siguiera, ansioso por regresar a su mansión donde los dos causantes de este desastre lo esperaban.
Llegando a su destino, el portón eléctrico se abrió e ingresó a un largo y profundo bosque por un modesto camino de tierra hasta llegar a su hogar.
Por fin en casa...
Una enorme y lujosa puerta de roble para entrar por el vestíbulo fue abierta por una sirvienta, donde el olor de sus dos amantes lo inundó y de alguna forma lo calmó. Escuchó sus voces provenientes de la cocina, colgó sus llaves y se aproximó al lugar, encontrándose con Gadget, increíblemente concentrado como nunca, sentado en una silla intentando arreglar por enésima vez el microondas de Barry que nuevamente se había averiado, mientras que el otro lo miraba con evidente preocupación.
Zero sonrió divertido.
—¿Otra vez arreglando eso? Ya les he dicho que puedo comprar otro...
Ambos muchachos dirigieron la mirada hacia Zero y sonrieron muy felices.
—¡Zero! —exclamó Gadget, agitando su cola rápidamente y dirigiéndose hacia él como un rayo para abrazarlo efusivamente—. ¿Trajiste lo que te pedí?
De pronto, Zero puso cara de recordar algo muy importante.
—¿Mi beso de bienvenida?
Gadget frunció el ceño.
—¿Lo olvidaste?
—No importa, Barry puede darme uno sin problemas.
—¡Zero! —reprochó Gadget, recibiendo un cariñoso beso entre sus cejas fruncidas por parte de Zero.
—Barry —le llamó Zero, a lo que el quokka levantó sus enormes orejas atentamente—. ¿Vas a darme mi beso?
El aludido se acercó hasta él tímidamente, aún sentía vergüenza haciendo este tipo de cosas a pesar de llevar tiempo viviendo con ellos, ya que había sido el último en unírseles. Y Zero era consciente de su personalidad introvertida, sin embargo, quería que su amor se sintiera con toda la libertad y confianza de ser parte de estos hábitos. Le dio un pequeño y tímido beso a Zero, agitando su cola levemente, mientras sus mejillas se teñían de rojo.
—Bienvenido, Zero —le dijo con una voz muy suave y cohibida, encogiéndose de hombros por la vergüenza.
—Buen chico —sonrió complacido, acariciando los mechones de su frente y acercándolo hasta él para que los tres terminaran abrazados como un esponjoso sándwich.
Sí, esto era todo lo que necesitaba en su vida y absolutamente nadie se los iba a arrebatar de las manos. Incluso si tenía que destrozar la productora de televisión o quemar todas las revistas del mundo o a los mismos reporteros, lo haría, con tal de que nadie interrumpiera su estilo de vida cálido y tranquilo y lastimara a sus seres queridos.
ESTÁS LEYENDO
Beso de Bienvenida
Short StoryZero, un famoso boxeador retirado, se vio envuelto en un enorme escándalo cuando su secreto a voces era ahora revelado por la prensa: tener relaciones amorosas con dos machos. Perseguido por reporteros hambrientos por respuestas, intentaba regresar...