❝One-Shots❞ [ᵇˡᵉᵃᶜʰ] ✔︎

♡| 𝑹𝒚𝒖𝒌𝒆𝒏 𝑰𝒔𝒉𝒊𝒅𝒂.

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[CAPÍTULO ÚNICO.]

“Control.”

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Para él, ella era los tesoros del universo. Lo supo desde el primer momento en que sus miradas conectaron, había quedado completamente hipnotizado por tan encantadora mujer.
Lo recordaba como si fuera ayer... Esa noche tormentosa, con la lluvia cayendo a cántaros desde lo más alto del cielo, y él regresaba de su trabajo.

Caminaba por las calles vacías y poco iluminadas de Karakura, su mente por alguna extraña razón le dijo que caminara, aún cuando la lluvia era fuerte y no traía paraguas. Fue cuando la vio. Esa hermosa mujer, que lo hizo guardar el aire y jadear.
Ella lo miro, y con ello, robó su corazón con una rapidez impresionante. Aún más veloz que el shunpo de cualquier shinigami. Sus ojos dorados brillaban como el oro más codiciado de la humanidad.

Fue inesperado sentir su poco Control, su Reiatsu se disparaba en todos lados llamando a cualquier peligro a su alrededor. Grandes cantidades de hollows hambrientos fueron rápidos en aparecer, siendo atraídos por la presión espiritual que ella no podía controlar.

Había jurado jamás usar sus poderes Quincy, nunca más. Y sin embargo ahí estaba, frente a ella. Protegiéndola.

—Gracias señor... —Su voz tan suave como el tercipelo le hacía sentir una calidez indescriptible.

Por primera vez en tantos años, él había vuelto a sentir una gran calidez inigualable en su corazón.

—No es nada. —Dijo, su tono tan serio como de costumbre, aún así, en sus ojos había interés. —¿Por qué estás sola? —Cuestionó con el ceño fruncido mientras su mirada azul se posaban en la figura de tan bella mujer.

Su expresión era fría y distante. Aunque, su corazón latía con una calidez creada por la dulce voz de aquella desconocida.

—Yo... —Comenzó, su voz era vacilante incluso algo temblorosa.

Sus ojos dorados se levantaron hacia los del hombre frente a ella, las lágrimas se hicieron presentes en el oro de su mirada. Dios, comenzaba a amar ese color en los bellos ojos de la joven.
Las palabras quedaron en el aire, ella no fue capaz de decir nada más, simplemente dio una reverencia antes de salir corriendo. Lejos de él...

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Suspiro, sus brazos recargados en la barandilla del techo de su hospital, su mano derecha sostenía la colilla de su cigarrillo humeante. Estaba cansado de todo su trabajo y solo necesito un tiempo para alejar el estrés, pero incluso con la tranquilidad de una suave y fresca brisa, el cielo ligeramente nublado y el sol escondido entre la blancura densa de las nubes. Nada de eso era capaz de borrar el recuerdo de una hermosa mujer que permanecía clavada en sus pensamientos sin querer desvanecerse, comenzaba a fastidiarlo.