Capitulo 1

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Aun confusa y bastante aturdida por lo que acaba de pasar me sente en una silla alrededor de una mesa ovalada de cristal a esperar a Amber y Cristina.

El camarero se aproximo a mi pero no pedí nada, explicándole que estaba esperando a alguien.

Después de un par de miradas por su parte decidió irse y dejarme en paz, cosa que no duro mucho. Amber entro gritando por la puerta llevando consigo un bolso mas grande que ella.

-¡Em!- se aproximo a mi y me dio un largo y sonoro beso en la mejilla.-¿Que tal? Hace una eternidad que no te veo..

-Amber- empecé a reír contagiandome de su entusiasmo. -La última vez fue ayer, en Álgebra.

-Si...-dijo poco convencida- puede que tengas razón.

-Pues como siempre. -

Se sentó a mi lado y ambas pedimos un café grande con leche y doble de azúcar. Hoy especialmente te lo necesitaba, me desperté mas temprano de lo habitual.

-¿Donde esta Cris?- pregunte una vez nuestros cafés estaban servidos y di el primer sorbo.

-¿No te ha llamado? Esta en algo así como una cita, pero no quiere contar con quien.

¿Cris? ¿En una cita? ¡Ella era algo así como anti-novios-anti-citas-muerte-al-amor-matar-a-Cupido!
Mi amiga vio mi cara llena de
confusión y contesto con con un asentimiento, dejando a entender que pensaba lo mismo que yo.

-Supongo que a todos nos llega nuestra hora- dice tomando un muffin, cortesía de la casa, coffcoffel camarero guapocoffcoff.

-A mi aun no, es decir. No pienso igual que Cris, no odio a los chicos pero tampoco quiero complicarme la vida. Quizás el año que viene en la universidad...

Así acabamos hablando de a que universidad pensábamos ir, aun teníamos un mes para que acabaran las clases y un verano entero para pensarlo pero yo sabia que entraría en alguna rama de psicología. Amber trabajaría con su padre en una empresa de abogados y Cristina quería ser doctora. Eso si, sus notas no eran precisamente las mejor y difícilmente la aceptarían.

Acabamos nuestro café rápidamente y fuimos a su casa donde tuvimos un tratamiento de belleza casero, que consistía en pintarnos las uñas de las manos y de los pies de color sandía y llenarnos la cara y el pelo de mascarilla.

Acabe contándole a Amber mi encontronazo con mi vecino, desde el momento en el que me desperté hasta cuando me lo encontré, o me encontró espiando su casa.

-Tu madre tiene razón. -me mira con el ceño fruncido lleno de mascarilla verde. - es preocupante lo mucho que duermes.

-¡Amber!- chillé. Por que todos me venían con lo mismo- Ese no es el caso.

-Vale, vale- se tumbo en su cama sin importarle manchar su almohada y se miro las unas de los pies. - yo no veo el problema. Según lo has descrito es un dios griego y encima vive al lado. Ya quisiera yo tener tu suerte. A mi me toca tener a un viejo verde que mira por la ventana de mi cuarto por la noche.

Miré por la ventana donde, justo enfrente un abuelo de casi 90 años miraba hacia aquí con una sonrisa en la cara llena de perversión.
Bajé la persiana rápidamente y agregue:

-Quizas solo busca amor...-

Amber se levanto bruscamente y me miro como si estuviera loca. Nos miramos un par de segundos y explotamos en sonoras carcajadas.

-¿Que es tan gracioso?- la voz de Cristina provenía de la puerta. -¿Y que lleváis en la cara?

Se acerco a nosotras y se sentó en el suelo quitándose la cazadora de vaquero que llevaba encima de un bonito vestido color corral y se quito unos tacones que daban vertigo con solo mirarlos.

HunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora