KILL TIME

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***

Noto la presión de dos manos invisibles apretando en mi sien.  Las horas me observan, reflejándose en mis pupilas.

 Un bucle existencial se creó en el momento que empecé a confundir la realidad de la ficción. Mi imaginación avanzaba con paso firme hacia el exterior, como el aire que sale de la boca al suspirar.

¿Cuál es mi nombre? Ni yo mismo lo recuerdo…

 Mi memoria detonó en el momento que Valerie dijo “Adiós”.

Mis puños se cerraron con rabia, mis ojos no pudieron resistirse a la ira… Ya nada importaba desde que sus zapatos empezaron a taconear en la dirección opuesta a mi senda. Ya nada importaba desde que ella partió.

 Y no veía más allá de la sangre que tintaba mis manos…

 ***

Primero fue aquel extraño que hoy compartía sus días con Valerie. Seccioné su torso mientras aún estaba consciente y le arranqué con rapidez el corazón. Éste aún latió durante un instante entre mis manos…

 Luego fueron sus padres. La cara de pánico de su madre al encontrarse atada en una silla tras la siesta evocó gran placer en mi turbia mente. Acto seguido procedí a golpearles repetidas veces hasta hacerles estallar el cráneo.

Aún gozo al recordar tan cruentas imágenes.

 ***

Quizás no debí jugar a ser Dios con sus padres, el sufrimiento del luto hubiera sido un mejor agonizar que el filo de una navaja. De todas formas guardo una imagen difusa y confundida…

En ocasiones les veo, me observan y desaparecen…

 Mi confusión se hace mayor por momentos. Decaigo en la trampa de la irrealidad y me cuesta distinguir los dos mundos. Las pastillas que me recetó el psiquiatra me producen un extraño efecto.

 ***

Pero no podía dar marcha atrás: el tiempo corría en mi contra.

Acudí a nuestro escondite, sabía que no tardaría en buscar cobijo en nuestro antiguo hogar, aquellas paredes calcinadas por la casualidad.

 Invisibles cadenas nos mantenían apresados a aquellas cuatro paredes. Eran frecuentes las noches de ayuno y reflexión en aquel maldito rincón lleno de recuerdos: de sexo expirado, alegrías y decepciones… De palabras marchitas que mueren al salir por la boca, de miradas que ya nadie recuerda.

 ***

La observé llegar desde la sombra.

Al entrar por la puerta la golpeé con una de las maderas que componían los restos de lo que fuera nuestra vida, dejándola inconsciente…

 Desnudé su fino cuerpo rompiendo las ropas que lo abrigaban. Una vez al descubierto recorrí la piel con mis dedos, acariciando aquellos senos que un día besé.

 [tic-tac, tic-tac]

 Observé de nuevo los espectros de sus padres mientras la poseía por última vez. Durante aquellos minutos mis ojos se transformaron en los de un lobo, se agudizaban mis instintos y, mientras eyaculaba, miré a los ojos de su madre. Aquella sensación de poder me sobreexcitaba.

 Posteriormente la acaricié con el filo del cuchillo. Lo clavé en la vagina y fui cortando hasta la altura del pecho.

 ***

Sangre…

 Sangre y más sangre, cuerpos desmembrados me rodeaban en aquella habitación calcinada. Las sombras aún gritaban ancladas en el eco del silencio, ensordecedora voz que se estacaba en mis oídos cuando observaba tan dantesco cuadro.

 Bajo aquella aguda sinfonía cosí su boca, su palabra nunca jamás volvería a escucharse…

***

Silencio…

El silencio construyó castillos de arena, posteriormente los destruyó.

 La venganza fue ejecutada, ahora solamente me hacía falta despertar de aquel ensangrentado sueño.

 Al abrir los ojos observé su rostro tras un reloj antiguo. Era el doctor, todo había sido una proyección dentro de mi cabeza.

Noté algo extraño… ¿Cómo llegué hasta allí? El doctor me argumentó que acudí a él para eliminar las otras cuatro personalidades que invadían mi cuerpo, adquiridas tras la muerte de mis padres, mi hermana y su pareja en aquel fatídico accidente, una noche de diciembre…

 ***

El Doctor Tortura –que era como yo le apodaba por su aspecto tosco y tétrico- logró extinguir el odio de mis entrañas, las almas de mis familiares fallecidos al fin podía descansar en paz, inconscientemente les perdoné.

 Desvaneció la culpabilidad por verme envuelto en mi propia soledad…

 ***

Pero no todo era tan perfecto…

 En mi mente quedaron ancladas las sádicas imágenes  de aquella sesión. Como un eco que se repite una y otra vez, al cerrar los ojos observaba fluir la sangre nítidamente.

 “¿Sería capaz de llevar a cabo tal brutalidad?” Era la pregunta que repetía cada vez que regresaban a mí los recuerdos de aquella sesión…

 Y tú… ¿Tienes miedo de ti mismo?

 …Yo sí

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