Psicópata [Luke Hemmings] TERMINADA

Narra ______ (editado)

EDITADO

Mis ojos pesaban cada vez más, pero aun así estaba despertando. Aun veía sus ojos frente a los míos, mirándome con locura, lujuria y un poco de sadismo. Eran los ojos de un loco, claro está. No entendía cómo es que decía amarme si había usado un pañuelo con algo para que durmiera. No entendía a qué grado de locura estaba enfrentándome con Luke. Sus amigos estaban iguales o más locos que él. Por empezar, lo apoyaban y lo ayudaron a secuestrarme. Bueno, tal vez no ayudaron directamente pero sí estuvieron de acuerdo, si no me hubieran ayudado a salir cuando estuvimos en su casa.

La puerta se abrió, lo supe por el ruido de pasos a mi lado. Era él, por el perfume que impregna el ambiente. Tiene una fragancia particular que parece hecha especialmente para tentarme a olerlo.

Su mano tocó mi cara y me estremecí.

—_____, _____...me estas volviendo loco, nena. Estas acabando con la poca cordura que me queda.

Tragué saliva y él sonrió haciendo un sonido con la garganta.

—sé que estas despierta, pequeña. Abre los ojos.

Me quedé inmóvil sin hacer nada. No quería despertar aún. Quería dormir y pretender que sólo era mi inconsciente recreando alguna fantasía secretamente oculta.

—vamos, _____, tienes que comer algo.

La mención de comida hizo que mi estómago chillara y él se carcajeó.

—arriba, _______, ahora— insistió con más ímpetu.

Abrí mis ojos encontrando su gélida mirada azul. Esos ojos estaban cincelados y hacían juego con su cara, pero detrás de su cara de ángel, había un demonio.

—no tengo hambre.

—claro, claro. Yo soy negro, ____—ironizó socarronamente.

—puede que no lo sea tu piel, Luke, pero lo es tu alma—dije lo más calmada que la situación me permitía.

—levántate de una puta vez _____, no voy a repetirlo.

Despegué mis ojos de los suyos y me centré en el decolorado edredón que me cubría. Tenía algunas figuras geométricas en diferentes colores y parecía sacado de una tienda vintage.

—no tengo hambre—repetí.

—no te lo he preguntado, preciosa, nada de lo que yo te diga es o será una pregunta. Haré contigo lo que quiera, con o sin tu consentimiento

—estás loco.

—creo que es algo más que locura, ______, algo mucho más primitivo— dijo encogiéndose de hombros— algunos lo llaman amor— evité su mirada, que había empezado a dilatarse.

Sus ojos eran completamente ajenos a este mundo, sus pupilas dilatadas sólo dejaban ver un fino aro celeste de sus irises

—no... No sé lo que dices, quiero irme de aquí, quiero volver a casa.

—es no será posible, ______, yo soy tu casa ahora, vivirás conmigo, para mí y por mí. Te casaras conmigo y criaremos una familia muy lejos de aquí, donde nadie te encuentre.

Mire sus ojos, llenos de algo que no logré deducir. ¿Locura, amor? No estaba segura.

—déjame sola— finalmente dije. Él estaba completamente loco.

—eso nunca, ____.

—pues entonces mátame, hazlo— me impulsé a decir. No estaba segura de sí era la mejor respuesta. ¿Qué pasaba si él me complacía haciéndolo?

—no digas estupideces— su mano rodeó mi brazo y jaló para sacarme de la cama—. No voy a dejar que te hagas daño a ti misma, y si tengo que atarte a mí para controlarte ten por seguro que lo hare.

Sus palabras no hicieron el efecto que debía de querer, ya que mi mano estampó contra su cara, dejando una marca. Al principio, no reaccionó y eso me puso más nerviosa. ¿Qué había hecho? ¡Él podría matarme!

—eres una perra, ____, ¿Lo quieres difícil? Pues así será—Entonces su mano tiro de mi pelo y me arrojó a la cama. —esto no voy a dejártelo pasar, ____, voy a recordarte quien soy. Te haré mía, ____ y me importa muy poco si quieres o no.

¿Hacerme suya? ¿Él estaba hablando de hacerme suya, realmente?

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