Prólogo

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- ¿En donde diablos estabas _________? - escuche la regañona voz de mi mamá entrar a mis oídos de la misma manera en que yo me adentre a la casa. -

Según yo había entrado en silencio y máximo sigilo para ir directo a dormir y lidiar con mis problemas temprano en la mañana como la adulta joven medianamente responsable que soy.

Pero, después del tremendo gustazo que me dio la vida de por fin verme con mi amor de juventud y amigos del campamento parece que tengo que pagar las consecuencias de haber sido feliz por unas horas para volver a la miseria interminable que tengo en casa con mi mamá.

Las luces estaban apagadas pero, no era necesario que estuvieran encendidas para saber que yo estaba ahí.

Me detuve sin mover ningún musculo a penas respirando creyendo estúpidamente que eso haría menos obvio que yo estaba en medio de la sala con mi mamá quien sabe en donde ya que en estas tinieblas a penas veo mis manos.

- ¿En donde estabas, _______? - repitió su voz llena de enojo, poco le faltaba para alzarme la voz y provocar una discusión que haría que se despertarán los vecinos felizmente a escuchar el desvergue. -

Malditos vecinos sin vida, no pueden dejar que uno pelee a los gritos sin que ellos estén pendientes a todo.

Bueno, yo también lo hago pero, la cosa es diferente, yo no lo hago tan obvio.

- Te dije que saldria... - conteste en voz baja pero, ella me interrumpió antes de poder terminar mi respuesta. -

- ¡¿PERO, A DONDE?! - me grito, su furia se desató por completo y casi sonaba como carrito de los camotes pasando por la casa. - ¡ES DE MADRUGADA! - exclamó histérica justo al borde de sus pulmones. - ¿POR QUE VIENES AQUI TAN DESVERGONZADAMENTE DESPUÉS DE VERTE CON UN VERGO DE HOMBRES?

La planta número cuatro de Chernóbil decidió revivir, venir a mi casa y volvió a explotar llenando de toxicidad toda la ciudad.

Estoy pensando meticulosamente en como responderle sin empeorar todo.

En estas situaciones estoy entre la espada y  la pared, si no hago nada me va a ir mal y si hago algo me ira mal de igual manera.

Me pregunto si mi mamá quedo tan traumada de haberme tenido que ahora refleja eso de esta forma, evitando a toda costa que yo me relacione con el genero opuesto en un desesperado intento de salvarme de eso.

Sí tan solo supiera que yo ni por joder quiero una bendición de esas.

Ósea, sí me encuentro un fajo de billetes en la calle es una bendición que claramente aceptaré pero, que yo voy a buscar a un tipo al azar, tener relaciones sin protección más que de la Virgen de Guadalupe y tener un hijo, no, no gracias.

En otra pasadita te acepto esa bendición, Dios, por ahora estoy bien.

- Son las diez de la noche, mamá. - fue lo único que pude contestar al alboroto gratuito que le estaba dando al vecindario sin necesidad alguna. -

- Cálmate por el amor de Dios y de la Santa Macarena, Regina. - apareció en alto la voz de mi papá encendiendo la luz de la sala dejando ver nuestras caras aturdidos por la abrupta iluminación. - Nunca sale y cuando lo hace te pones así.

Papá, el día que me faltes yo desaparecere de esta casa sin remordimiento alguno.

Él es la única causa por la que vengo.

¿Y si le digo a mi papá todo lo que paso en el campamento y hoy?

- Nunca debería venir tan tarde a esta casa y pasar tanto tiempo en las calles, Toño. - se quejo ella y como si fuera que la vida quiere añadirle más drama al momento comienza a vibrar. -

Todos nos quedamos en silencio y mis padres me clavaron la vista.

Ay, putisima madre.

- Hija, no te preocupes, - habló mi papá como para que me relajará y sacará el teléfono sin miedo. - tu mamá anda malita por la menopausia, no le pongas mente. - me recomendó. -

Y la cosa se puso intensa, mi mamá comenzó a atacar a mi papá y yo aproveche para revisar igual de veloz que el correcaminos mi celular.

Eran varios mensajes.

Unos de Alan.

Otros de Kevin.

Y algunos de Ami.

Los de Alan eran preguntándome si no estaba en problemas por haber salido con él y los chicos.

Los de Kevin.

Ay, no puede ser.

"Hasta aquí se escuchan los gritos ¿No te están matando o algo así? Mamá de la saltamontes, le juro que es igual de virgen que María, no la trate"

Por último el de Ami solo decía que me defendiera con una silla.

Como siempre mis desgracias están al aire y son el chiste de todos.

Que vergüenza, no pensé que estarían estacionados afuera un rato para verificar que entre a la casa sin problemas.

El detalle esta bonito pero, lo que no es bonito es la gritería que se acaban de escuchar como podcast de Spotify.

Camine lento a la ventana para ver si aun seguian ahí.

Abro la cortina y veo la troca negra afuera.

Les hago de señas rápidas que por favor se vayan y que obviamente estoy viva y coleando.

- ¡¿A QUIEN MIERDAS LES ESTÁS HACIENDO TANTAS MUECAS?! -soltó otro grito mi delicada madre a lo que solo tope los ojos. -

Esta sería una noche larguísima.

Y al fin, después de poco mas de un año re tomo la continuación de este rayis con Alan Ituri, probablemente  este sea el último libro de este estilo que escriba pero, para entretenerlos a ustedes y a mi también, aquí les dejo uwu

Los quiero un montón y gracias por todo su apoyo ♡

Acuarelas - Secuela de "Pinceles"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora