Desde hace un tiempo que estoy cumpliendo una fantasía loca que nunca pensé que pasaría, tengo una esclava viviendo en mi casa. Maldita sea, todo se dio sin darme cuenta, tan rápido. Cuando me di cuenta estaba embarrado en la dinámica hasta el fondo.
Esta historia comienza hace dos meses atrás. Soy abogado penalista, de los mejores, porque además de tener una buena memoria tengo los huevos para enfrentarme a cualquier organismo estatal.
Desde que me recibí que vivo solo. Me fui de la ciudad para dejar de ver a mis padres. Ellos eran una debilidad para mí y yo no quería tener puntos ciegos.
Un día salió en las noticias el caso de una mujer, Lisa Murder, una ladrona de joyas de primer nivel. Ella engañaba a los hombres, los envolvía en su sensualidad y cuando más distraídos estaban terminaban sin relojes, ni broches, ni anillos. Un día le robó al hombre equivocado. Acá es donde entro yo. El caso en las noticias llamó mi atención, no habían encontrado las joyas robadas y decidí presentarme como su abogado. Quizás quería saber por qué tantos hombres importantes habían caído bajo su embrujo y si además, podía ella seducirme al punto de robarme mis joyas. También, un tesoro como aquel podría ser de provecho.
Cuando la vi en la celda desmaquillada, con la ropa de hace dos días y gritando y amenazando a la policía me reí. Pequeña puta ansiosa, se merece unos buenos azotes para calmar a la fiera. Me presenté como su abogado y ella me midió con los ojos de arriba a abajo. Quería reírme y decirle que por más que me juzgara yo estaba afuera y ella adentro.
Le di mi tarjeta. Tenía mi número de teléfono y la dirección de mi estudio jurídico. Quedé en que conseguiría un permiso de excarcelación y me fui.
Ese mismo día a punto de terminar la jornada laboral mi secretaria me dijo que una mujer estaba esperando verme. Le había dicho que no atendía a nadie después de las cinco pero de todas formas se había quedado y se negaba a irse.
Cuando fui a ver que pasaba me la encontré a ella, Lisa Murder, esa pequeña puta pretenciosa, exigiendo verme a toda costa.
Amablemente le pedí a mi asistente que se fuera a su casa, que yo me encargaría.
Nos quedamos solos.
-¿Por qué te dejaron ir?
-¿Quién dijo que me dejaron ir?-me respondió burlona.
-¿Te escapaste?
-Tal vez, un poco.
-Vas a volver y te vas a entregar- le dije firme mientras sacaba un cigarrillo. Esta mujer empezaba a estresarme.
-No voy a volver. Por eso estoy aquí. Tienes el deber de ayudarme, como mi abogado.
-Si te ayudo seré tu cómplice.
Bajó la guardia y me empezó a pedir por favor. Se acercó con las manos juntas suplicando. Sus ojos delataban sus intenciones traviesas de descolocarme. Un fuego interior de mi ego dañado por ver que esa pequeña puta intentaba manipularme escupió con ira al exterior. La agarré del cuello a esa puta hasta apoyarla en la pared. Apenas tocaba el piso con los dedos del pie. Me aflojé la corbata y me acerqué a su cara grasienta con maquillaje viejo.
-Escúchame bien pequeña puta- un gemido salió de sus labios- no vas a cagarte en mi carrera por ser una malcriada. Vas a ir a la comisaría de la que te escapaste y te vas a entregar.
La solté del cuello y me prendí el cigarrillo. Ella tosió y se agarró dónde dejó las marcas de mis dedos.
-No puedo entregarme. Terminaré presa muchos años por irme. Tuve una oportunidad única. El policía que me vigilaba se distrajo en una discusión de pareja con una mujer policía. Tu tarjeta es todo lo que tenía conmigo, tiene que ser una casualidad del destino, debes ayudarme. Por favor- por su cara hinchada se empezaban a asomar lágrimas.
Estaba enojado con ella. Irritado porque me había conmovido. Enojado porque me había excitado, me había gustado y quería llevarla a casa para hacerle el amor. Esa mujer transpirada, llorosa y olorienta podía hacer explotar mi carrera.
-Me voy a arrepentir de esto.- sus ojos se prendieron.- A partir de este momento vas a hacer todo lo que yo te diga.
-Todo menos la cárcel, te lo prometo.
Sin esperar un segundo más, con miedo de arrepentirme, la tomé del brazo y la guié por la parte trasera de la vieja casa que alquilaba como estudio jurídico. Ella se dejó conducir hasta el garaje. Quiso subirse del lado del acompañante, pero cerré la puerta de un portazo y la guía hasta la parte de atrás.
-Vas a ir a entrar acá.
-¿Ahí?- señaló el baúl.
-Obedece.
Hablé de una manera firme. Todavía la llevaba del codo. Su cara era de completa extrañeza. Yo sabía que le gustaba la seguridad en mi. Podía ser un hombre duro pero también era un hombre de palabra. La protegería de todos, excepto tal vez de mí mismo.
Se sentó en el baúl y se acostó en forma de cucharita. Yo llevaba una manta en el asiento de atrás. La abrí y se la puse por encima.
-Te vas a quedar quieta y callada.
-Si.
-Dije quieta y callada. No te saques la manta de la cara, no hagas nada hasta que lleguemos.
-Lleguemos a dónde.
-Si dice una palabra más voy a engraparte los labios.
-No te atreverías.
Me volví sobre mis pasos hasta la oficina y volví con la grabadora. Ella seguía tranquila. La manta le tapaba la cara y todo el cuerpo. Su culo estaba frente a mí, expuesto. Le acerque la engrapadora al culo, se lo apoye y clave una grapa. Ella se sobresaltó y quiso gritar. Le tapé la boca y parte de la cara con la mano y la manta. No podía respirar.
-Me metiste a mi en tu lío preciosa. Vas a hacer lo que yo diga o voy a entregarte a las autoridades para que pases tu vida en prisión. Tu eliges.
Le solté la mano. Ella respiraba agitada pero no emitió palabra alguna. Estaba empecinada con que yo fuera su salvador.
Cerré el baúl. Abra el garaje. Encendí el auto y salimos. Cuando llegué al semáforo dos cuadras después me di cuenta de que en mi pantalón de vestir podía sentir latir mi verga contra la tela. Quería cogerle la boca a esa maldita.

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CASO CRIMINAL [BDSM ANAL]
Любовные романыUn abogado se dispone a ayudar a su cliente, Lisa, una ladrona de joyas que consigue escapar de la comisaría. A cambio de la ayuda, Lisa deberá entregar su cuerpo y su voluntad a su inesperado amo. ¿Podrá zafar de la cárcel y de la esclavitud sexua...