Carta; el amor es ciego.

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Se que no me ama pero yo a él si - El señor Siwat cerro los ojos, no podía ver a su hijo de esa manera, estando roto por un hombre que no valía la pena- déjame quedarme a su lado papá- era su único hijo, al que no le podía negar nada pero dejarlo a lado de ese hombre no le traía nada bueno. Dio pasos al frente para tomarlo y sacarlo de allí pero su hijo puso resistencia emitiendo solo gemidos de dolor ante su agarre. Lo dejo caer nuevamente al suelo, no quería quedarse y ver cómo la vida de su hijo terminaba por un amor no correspondido.

Comenzó a sollozar cuando su padre cerró la puerta, sabía que era la ultima vez que lo vería si se quedaba a lado del hombre que amaba, tal vez tenía razón, él solo estaba a su lado por lástima, no lo amaba pero al menos podía vivir a su lado para enamorarlo, no podía dejarlo aunque siquiera, se había vuelto tan indispensable como respirar.

Unos cálidos brazos lo ayudarán a ponerse de pie había olvidó cuánto tiempo llevaba de rodillas en la sala de la casa de su esposo, su padre se había ido pero el no podía dejar de llorar hasta que su ahora esposo lo ayudaba a ponerse de pie y limpiar sus lágrimas, estaban casados, su padre estaba molesto por ello, lo habían hecho a escondidas porque su padre no lo aceptaba. Si dudarlo acepto ese matrimonio, su miedo por ser abandonado lo hizo tomar una desición precipitada que volvería a tomar sin dudar una y otra vez solo por el.

- Debes descansar - La voz  se escuchaba débil, sus ojos se cerraban por el cansancio, había sido un día largo y solo quería dormir.

Me odia - murmuró en sus brazos, odiaba estar enfermo y tener que depender de otros.

No, eres su hijo y te ama - lo recostó en su habitación, aquella que hace unas horas le había enseñado que sería suya, su padre tenía razón, no podía vivir de aquella manera, dormir en habitaciones separadas debía ser una señal para salir de allí - estaras más cómodo teniendo tu propio espacio

El sabía que no le gustaba su decisión pero que tampoco se opondría para no molestarlo. No soltó su mano esperando que entendería que lo quería a su lado, que durmiera solo por esa noche junto a el, que lo abrazara y besara como antes.

Las luces se pagaron, pudo darse cuenta al notar el bajo brillo de los colores en las paredes, esa era su realidad ahora, todo oscuro.

Lo siento - escucho a su lado por lo que giro para ver el rostro de su esposo quien ocultaba su rostro con el brazo izquierdo. No respondió, solo se abrazo más a el para dormir, ambos eran iguales en ese momento.

CARTA A QUIEN ME SUSTITUYA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora