Capítulo 3

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El Caballero volverá a mí.

¡Browwmm!

«Oh, no».

Desconcertada por la lluvia que había empezado a caer de repente, Letissa miró al cielo.

No llevaba mucho tiempo fuera de la taberna cuando la lluvia arreció, empapándole todo el cuerpo.

Pero cuando el sonido de cascos golpeando bajo la lluvia empezó a abrirse paso entre el estruendo, apartó un mechón de pelo y giró la cabeza hacia la fuente. Enseguida supo de quién se trataba.

Erguido y mirando en la dirección del sonido, vio, como esperaba, un caballo blanco que se acercaba, empapado como estaba.

-Caballero, vine a buscarle antes de que la temperatura de su cuerpo se enfriara. Si estás bajo la lluvia en un lugar como este, te resfriarás.

-Para mí, que llueva durante un día o dos no es nada. Si ese fuera el caso, ni siquiera habría sido capaz de tomar esta maldita posición de Vice-capitán.

Letissa y Nyx, que se habían saludado, se miraron, empapados hasta los huesos, y luego rompieron a sonreír. Su melena, normalmente brillante, un punto de orgullo estaba ahora tan enmarañada como su pelo, que había perdido su brillo bajo la lluvia torrencial. Por mucho que vivieran, seguían siendo las mismas criaturas ante la naturaleza.

Se subío a los estribos del cuerpo de Nyx e intento subir a la silla, pero con el equilibrio entumecido por el alcohol y los pies resbalándome con la lluvia, no fue fácil. Tras verla fracasar varias veces, Nyx se echó encima de ella y rebotó contra su mitad inferior para ayudarla a subirse.

Por fin encima de él, Letissa apoyó su mitad superior con impotencia en la nuca de él y se hundió.

No se sabía dónde iban. El astuto caballo podía comunicarse con ella, y él sabría adónde tenía que ir sin que ella sujetara las riendas y se lo dijera.

-Nyx. Hoy no quiero volver a la mansión.

-Caballero...

-¿Por qué me llamas Caballero, Caballero, ¿cada vez que me llamas así? Es molesto.

-¿Hay algún título en particular por el que te gustaría que te llamaran?

-Prefiero que me llames por mi nombre que por...

-Entiendo, Letissa.

-Entonces. Por qué me has llamado.

Las largas y blancas pestañas de Nyx aleteaban ronroneantes mientras cargaba a Letissa encima de sí.

-Ha... el olor a alcohol. No puedo creer que hayas bebido tanto para alguien que normalmente no bebe. Si tuvieras algún problema, podrías habérmelo dicho.

-Sí, tengo problemas, pero no puedo decírtelo.

Letissa salió a la fría lluvia e intentó ordenar sus pensamientos. Era la razón por la que antes se había servido una copa en la taberna.

El Nyx, a quien ahora adora, no era humano, aunque podía hablar y tener una apariencia humana. Como no era posible monitorear la boca de los sirvientes de la familia para continuar con la 'aventura' de mezclar cuerpos, no fuera a ser que se corriera la voz de que se estaba apareando con una bestia.

Además, sólo faltan diez días y diez noches para la matanza del dragón. No se sabe si volverá sana y salva. Tras mucho deliberar, Letissa decidió que no puede tener una relación con él, así que se dirigió a la taberna en busca de un hombre puramente humano con el que jugar con fuego.

"Te quedó chica la yegua"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora