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— Ten cuidado

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— Ten cuidado...

— Estoy teniendo cuidado Brasil.

— ¡No es cierto!

Los dos por fin habían llegado a la habitación, México se recostó a regañadientes tras una pequeña discusión con su pareja.

— España vendrá en un rato, iré al trabajo, pediré permiso para llegar más temprano.

— Bien, te amo.

— Yo más— le sonrio mientras que le pasaba al bebé que tenía entre sus brazos— ahora solo descansa tu y el bebé.

— No te preocupes, puedo hacerlo.

— Llamaré a tu padre de todos modos— México rodó los ojos al saber que por más que insistiera en que podía hacerlo sin ayuda, su pareja no lo dejaría solo.

Vio como el brasileño se iba de la habitación, escuchando el sonido de sus pasos al caminar por el pasillo hasta llegar a la puerta la cual no tardó en ser cerrada.

Al estar completamente solo, dejo a su pequeña cria en la cama, estaba envuelta en una pequeña cobija amarilla siendo su cabeza lo único que sobresalía de aquel bulto, además, claro, de esos pequeños círculos suavecitos que estaban entre sus pocos cabellos.

Verlo de esa forma, tan pequeño y dormido, hacia que su corazón revoloteara, quería gritar de la ternura y una inexplicable necesidad de dejar mordidas en sus cachetes regordetes no dejaba de atormentarle.

Solo se limitó a inclinarse con cuidado sobre su bebé, tratando de no despertarle acerco sus labios hasta su cabeza, donde le dio un suave beso ¿Y por qué no? Guio su boca a una de sus orejitas, donde soplo levemente, admirando como esta se movía involuntariamente por el aire.

Con una pequeña sonrisa se recostó a su lado, admirando todo de él, no podía creer que tenía a su cachorro frente a sus ojos.

Pero a pesar de que quería permanecer así toda la tarde, su padre tenía otros planes.

— Hola mi pequeña aguilita— dijo el español apenas entro a la habitación.

— Hola papá— le respondio el saludo mientras se sentaba en la cama, tomando a su niño en brazos.

— Oh, míralo, tan pequeño.

El moreno sonrio al ver los ojos brillantes de su padre, quienes estaban perdidos viendo al pequeño hibriso jaguar.

— Vamos, cargalo, se que quieres hacerlo— extendió con cuidado a su hijo hacia su abuelo, quien no dudó en tomarlo.

— Es tan bello, mira sus orejitas... Pero aún no han dicho cómo se llamará el crío— recordó el español y volteó hacia su hijo quien lo veía divertido.

— Ya escogimos un nombre.

— ¿Y cuál es?— pregunto mientras se sentaba en la cama.

— Se llama Chayanne

Um Lindo Probleminha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora