XXX. Rainbow

42 2 9
                                    

"La verdad es lo más inestable, por eso se la busca."

Luis Alberto Spinetta ( 1988)

                                                                                                                                                                         Brussels, Belgium, 1987.


Querido Ian:

Cómo escribir una carta después de tanto tiempo.... sin la emoción de que después responderás. Cómo escribir si no hay nada que contar. Intento imaginar tu voz que me diría que cualquier cosa que dijera es importante. Pero es que siento que tienes tan solo unos pocos minutos para escucharme, como antes cuando me esperabas en la cabina de teléfono. Había tantas cosas de que hablar y tan poco tiempo. La incertidumbre siempre acechando, así como también el miedo. 

Parece como si te estuviera viendo con ese abrigo negro ahora mismo, y estuvieras delante de mis ojos, entrando a la cabina y marcando mi número, después apoyándote en el cristal, como yo imaginaba que lo hacías. Siempre empezabas con un –te echo de menos o un - qué tal va todo?

A veces decías que no te era suficiente con las cartas, que querías más tiempo conmigo. Yo te respondía que estábamos igual en eso. Que siempre necesitaríamos más tiempo. Colgábamos siempre con el nombre del sitio dónde nos veríamos otra vez. Raramente  había cambios de última hora y siempre te encontraba en el sitio en el que dijiste que estarías. Recuerdo las llamadas y los encuentros fortuitos en aquellos dos meses interminables en los que nos pedimos un tiempo. Siempre salía del tren que iba de Londres a Manchester con la esperanza de poder olvidarte.

Nunca lo conseguía, para mí lo que teníamos era como la cara B de un disco que no quieres que termine. La última canción que no quieres que acabe. Contigo me sentía diferente, nunca he vuelto a ser la misma desde que te fuiste. Soy el sonido de la lluvia de un disco rayado, mis frases nunca podrán compararse con la profundidad de tus ojos, o la enseñanza y la madurez que mostraban tus palabras.

Aquella noche después del concierto en el Rainbow, estuviste genial en el escenario, al principio un poco tenso pero después es como si olvidaras todo lo que sucedía a tu alrededor. Estabas en tu burbuja, tan extasiado igual que una ola a punto de romper en la arena. Segundos después, los ojos en blanco y de forma impredecible te caíste al suelo y sentí como si el telón se hubiera caído del escenario.

Una vez que los chicos estuvieron contigo un buen rato, Stephen me avisó de que querías verme.

Yo tenía mucho miedo, por un lado pensaba en ti, me imaginaba el terror que te estrujaría las costillas y sería igual que un gatillo en la sien, de que tal vez yo hubiera reaccionado mal, y no me volvieras a ver.

Y sin embargo yo, yo nunca me hubiera ido, Ian. Descubriera lo que fuera de ti, me habría dado igual. Y en cualquier caso, nada hubiera sido excusa para tirar por la borda tantos sentimientos.

Me dolió intensamente verte así, en el sofá recuperándote. Parecías otro, completamente destruido, abatido como un edificio que se queda en ruinas.

Entré a la habitación muy cohibida, Rob me dejó pasar con una sonrisa, ladeándose del sofá y yo me agaché en el suelo tomando tu mano.

Me dijiste que no había sido nada, que solo era un ataque pero que ya estabas bien, solo querías que no me fuera, que estuviera contigo a pesar de todo. Y eso hice, te conforté todo lo que pude, me acomodé de tal manera que tu cabeza estuviera apoyada en mi regazo. Te acaricié el pelo y te tarareé una canción mientras tú masajeabas mi espalda. Ninguno de los dos queríamos estar en otro sitio. Éramos nuestro lugar seguro, nuestro hogar.

Estuvimos juntos hasta el sábado o el domingo de ese abril de 1980. Escribí una nota el día que dejé Londres en un billete de avión a Bruselas. Decía en él que fue muy difícil dejarte, aunque cuando abandoné el apartamento estabas dormido.

Estabas agobiado por el ataque del concierto, y triste porque a quién le gustan las despedidas, y cada vez que nos tocaba despedirnos llorábamos mucho. Y esa vez no fue diferente, lloramos mucho mientras nos abrazábamos. Besabas tiernamente mi cabeza y yo acariciaba tu nuca. Ninguno sabíamos cuándo sería la próxima vez. Durante ese tiempo solo oíamos voces que iban en nuestra contra, y el viento no soplaba a nuestro favor. Lo menos que podíamos hacer era tener miedo, aun así jamás dejábamos de comunicarnos.

Éramos cortafuegos que nos acercábamos a la zona de peligro, pero qué importa cuando estás enamorado.

Nada más que podía pensar en volver a verte.

                                                                                                  


Irremediablemente tuya, Annik.



















       


 Nota: Después de casi cuatro meses de no escribir para esta historia, traigo una nueva carta, la he editado en formato de letra más pequeña para que parezca una carta de verdad, porque me he inspirado y he dicho, ¿ por qué no? Cuando tenga tiempo editaré las demás en formato carta y tal vez escriba otra carta. Espero que estéis bien. Nos leemos pronto. Gracias por leer.

Os quiero.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 18 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Letters (Ian Curtis & Annik Honoré)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora