Los ojos de Jaeyun estaban apretados, al igual que sus dientes. Los tirones en sus cabellos eran simplemente dolorosos. Heeseung no tenía piedad con él.
—¡Quédate quieto! —gritó el vampiro —¡Por la sagrada unión, parece que nunca te has peinado en tu vida!
—¡Si lo he hecho! —aclaró Jaeyun —Solo que en estos días.... yo... uhm ¡Además, lo haces a propósito!
—Silencio —exigió Heeseung —Estos humanos... —se quejó entre dientes.
Jaeyun sintió que milagrosamente aflojaba un poco. Se permitió pensar en lo que estaba por suceder. Se iba a casar con Park Sunghoon, la idea le gustaba, pero también le aterraba. ¿Sería un buen esposo? ¿Y si no cumplía con los estándares de ese elegante vampiro?
Acarició con las yemas de sus dedos la tela de su túnica blanca. Esperaba que al menos lo que predecía el vampiro Jungwon fuera cierto, él había dicho que si no era humano, probablemente se revelaría en el matrimonio.
Así tal vez el señor Park no estaría casado con un débil humano. Todo sea por él, solo podía pensar en el bienestar del vampiro, el suyo no le importaba, o le hacía feliz que su futuro esposo lo fuera.
—Ya está —dijo bruscamente Heeseung arrastrándolo hasta el enorme espejo de la habitacioón —Quédate aquí y deleitate con mi creación, vuelvo dentro de unos minutos, ya casi va a comenzar la ceremonia.
Jaeyun asintió y luego de escuchar la puerta cerrarse pudo ceder a admirarse. Se veía hermoso, eso era indiscutible. El como las telas caían a su alrededor, rodeándolo como a algo precioso y frágil. Tenía un ligero maquillaje y su cabello nunca había estado tan perfecto.
De pronto sintió que su corazón se aceleraba al escuchar violines. Era por los nervios. Comenzaron a manifestarse esas sensaciones que había experimentado en sus raros sueños. Algo se estaba rompiendo, algo hacía que lo que llevaba dentro gritara desesperadamente por salir. Se tocó el pecho, confundido, su espalda comenzó a quemar incómodamente.
Tuvo que apoyarse en las paredes para llegar a la puerta. Estaba sediento de una libertad que no comprendía, pero aún así la necesitaba desesperadamente. Las puertas gigantescas se abrieron y allí entró nuevamente Heeseung.
—Todo listo, vamos —anunció sin darse cuenta del estado del humano.
Jaeyun sonrió, fingiendo lo mejor que pudo. Cuando el otro se dió la vuelta lo siguió. Los pasillos le parecieron terriblemente largos y muy espaciosos. Fue llevado a su destino desconocido, su ansiedad aumentó cuando las puertas de oro se abrieron para él.
Vampiros estaban sentados uno al lado de otro en filas ¿De dónde salieron tantos? Supuso que debió de ser lo importante que es el señor Park. Todos los ojos se posaron sobre él como si lo estudiaran. Se avergonzó en ese momento de ser un humano, mientras sus ojos se humedecían. Todos los sentimientos se acumulaban en su interior, pesándole, como si lo rellenaran con piedras.
Sobre la gran alfombra roja donde estaba situado su futuro esposo, también estaba la caja de cristal con la tiara reluciente, brillando más que nunca. Una punzada le atravesó y perdió el aliento. Fingió, fingió como nunca que no pasaba nada.
Al estar al frente, delante del vampiro, este lo miró con la adoración brillando en sus ojos. La ropa negra le daba un toque único y elegante.
—Eres hermoso —le susurró Sunghoon con una media sonrisa.
Jaeyun se sonrojó a más no poder. Escucharlo decirle aquello le dió un vuelco a su corazón. Olvidó el como su espalda quemaba y se concentró en ese ser que vino a salvar su vida.
—Hoy es un día especial —Park se dirigió a los invitados, pasando su mirada sobre vampiras y vampiros. —Hoy es el día donde mi alma y la de Shim Jaeyun se unen para siempre —su voz era dulce y firme, comos si fuesen las palabras que siempre había querido pronunciar. Se giró —Yo, Park Sunghoon, prometo ser tu devoto esposo por toda la eternidad.
Aquellas palabras juradas hiciron que el hilo que los unía se apretara y comenzará a brillar. Jaeyun respiró profundamente y pronunció lo que debía.
—Yo, Shim Jaeyun, prometo ser tu devoto esposo por toda la eternidad —su voz tembló, pero se escuchó lo suficientemente alto.
El hilo brilló con más intensidad, se sentía cálido para ambos, el mirarse con rayos nacientes de un sentimiento desconocido mutuamente.
Park Sunghoon se acercó a Jaeyun tomándolo en sus brazos. Respiró con temor en el pálido cuello del humano. No sabía como él recibiría la marca. Jaeyun podía hasta morir, pero no quería pensar en eso, trataría de confiar en la conexión sorprendentemente fuerte que tenían.
Cerró los ojos y mordió al menor, este soltó un pequeño gemido de dolor, pero luego exhaló, como aliviado.
Como el humano no tenía los colmillos desarrollados de los vampiros, aún no podía marcar a Park, tendrían que esperar y ver si la marca lo transforma en uno para poder hacerlo. Y el hilo estaba consciente de esto, así que se apretó en comprensión.
Jaeyun se sintió mareado y desorientado. El temor de morir allí solo fue eclipsado por el rostro preocupado de Park Sunghoon.
Jaeyun continuó fingiendo aún que el dolor que rugía en todo su cuerpo ahora no existia. Sólo quería que terminara todo, liberarse, aunque no supiera de qué.
Sunghoon, completamente nervioso al ver que no ocurría nada, continuó.
—La tiara de los Park, una joya ancestral, portada por todas las esposas que se unieron a nuestro linaje. —su voz era firme —Ahora, la llevarás tú este día, como símbolo de nuestro matrimonio.
Sunghoon tomó la tiara de la caja de cristal de bordes dorados, luego se acercó a Jaeyun quien estaba terriblemente pálido.
La colocó lentamente sobre su cabeza.
Una luz cegadora invadió todo el sitio. Todos se quejaron y cerraron los ojos por la intensidad. Sunghoon retrocedió poniendo una mano frente a él para protegerse.
Todo lo que se podía escuchar era una ráfaga de viento furiosa. La confucion reinó en aquel momento.
Cuando la luz se aplacó todos pudieron observar, era un ser alado. Volando sobre el mismo sitio. Era Jaeyun.
Tenía alas blancas enormes que sorprendieron hasta el mismísimo Jungwon, quien veía venir todo aquello.
En cambio, Jaeyun ahora se sentía más poderoso que nunca.
¡Se había liberado! Ahora podía comprenderlo.
—Es el linaje perdido... —susurró Jungwon con adoración.
—¡Es imposible! —gritó Heeseung asustado e impresionado.
Nadie lo supo, Jaeyun cargaba con eso, porque muy pocos son los que ven más allá de la información que la vista puede darnos, incluso él mismo no había sido consciente de lo que ocultaba su imagen en el espejo.
ESTÁS LEYENDO
𝗦𝗮𝗻𝗴𝗿𝗲 𝗲𝗻 𝗹𝗼𝘀 𝗹𝗮𝗯𝗶𝗼𝘀 | sungjake
Фанфик「 𝗦𝗘𝗟𝗟 」➛ Jaeyun retorna al gran vampiro Park Sunghoon con la propuesta de volverlo su amo. Park cree que debería pensarse mejor las cosas. Sin embargo, distinto a sus pensamientos, la convivencia entre ellos genera algo mucho más grande y poder...