Lo que más quiero en este mundo

El ratón

Caer dentro de esa celda fue un accidente, un error que nunca debió ocurrir, eso lo sabía de sobra y por eso gritaba para pedir el permiso de aclarar todo lo sucedido, él no era un criminal.

El mundo fuera de esas rejas parecía haberse quedado sin sonido alguno, sólo veía como los guardias iban y venían entre los pasillos sin prestar gran atención a su voz, se sentía como un ratón de laboratorio encerrado dentro de una caja de plástico.

Era tan inofensivo para la bola de jóvenes que solo lo miraban con lástima,odiaba tanto sentirse así, solamente uno tuvo la decencia de pedirle que se callara sin tratar de hacerle daño, sólo se dejó tomar por ese muchacho con ojos de gato triste y cabellos esponjados.

-¿Qué estás haciendo?- moría de miedo, para un niño de papi como él era imposible imaginar que estaría junto a esa gente criminal- No me lastimes, haré lo que quieras, pero no me hagas daño.

Chillaba igual que un ratón capturado con las manos en la masa, pero curiosamente el otro joven solo lo recostó sobre una cama y dejó que durmiera a su lado hasta sentirse más tranquilo, tanta era su experiencia en esos  tuvo la ozadía de contarle unos pequeños consejos para que fuera menos pesada su visita, era todo un criminal.

Los días pasaron, Hoseok logró adaptarse al ritmo de vida que llevaba su nuevo amigo, hacer pequeños atracos a sus compañeros le despertó un placer tan novedoso que quiso intentarlo una y otra vez hasta aburrirse. Cuando eso pasó, Yoongi ya le había enseñado otras tantas mañas  que lo hacían sentir como si estuviera en un lugar mejor que el hogar, dejó de pensar en sus padres y amigos, todas las fórmulas que aprendió en la escuela fueron sustituidas por técnicas para usar una navaja o para extorsionar a los demás, poco a poco fue forjando amistades con otros jóvenes en su misma situación.

Yoongi estaba muy feliz de que Hoseok no se pusiera tan nervioso de alzar su voz, quizá eso le daba la libertad necesaria para obtener lo que quería.

-Eres tan malo, pero tan dulce...- Yoongi suspiraba mientras lo acunaba en su regazo, besaba sus hombros y luego pasaba al pecho, luego volvía a la clavícula y al final siempre le mordía los labios. El joven sabía que esos juegos para adultos sólo se podían tener una vez al día, casi siempre cuando los dejaban a solas porque les tocaba hacer faenas o cuando los mandaban a bañar en parejas. Si sus padres creían que enviarlo a ese lugar evitaría que continuara disfrutando el privilegio de ser homosexual, claramente estaban muy equivocados porque justo ahí fue donde obtuvo los placeres más fuertes de su vida.- Dame un besito más, ¿Sí?- A veces pensaba que Yoongi era patético por dejarse llevar por sentimentalismos, claro que tener sexo con él era lo mejor de su estadía, pero declarar firmemente que eran pareja ya eran palabras mayores.

Aún con ello accedió a la petición, nada le costaba callarlo con uno de esos roces de dulce sabor.

El día en que ambos fueron libres decidieron que lo mejor sería permanecer juntos mientras estabilizaban su nueva vida como gente "limpia", aunque no fue tan sencillo, tal vez se había malacostumbrado a depender de Yoongi y por eso sentía tanto miedo de salir al exterior a buscar lugares donde pudieran vivir, tal vez olvidaba que era él quien le daba miedo a los demás con lo demacrado que estaba.

Sin embargo, una señora se compadeció de él al rentarle un piso completo a un precio bastante accesible, casi lloraba de alegría al no sentirse juzgado, su compañero reaccionó igual en cuanto le avisó del lugar.

Tal vez ese ratón podría volver al camino del bien.

Los siguientes meses fueron más tranquilos que sus años en el centro de rehabilitación, recuperó su aspecto dulce y saludable aunque vivían con base a productos estrictamente necesarios y económicos, no tardaron tanto en levantar un pequeño negocio de alimentos que atendían y manejaban entre ambos.