El gato

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Desde el inicio supo hacia donde iba, nunca hubo un paso que no fuera calculado con frialdad en cada plan, era como un gato negro entre las sombras que nadie lograba cazar, incluso la muerte era incapaz de detener al afilado cuchillo al que envenena su ambición.

Todo el mundo lo conocía, pero nadie daba con su cara, él era la figura pública más buscada de Sur Corea, ¿Qué más daba?, la fama no siempre llega a las personas más honorables de esta vida. Eso es algo normal de todos los días, al menos hasta hoy.

Sus ojos se niegan a mirar lo que hay detrás de la espalda, suspira para mantener la calma ante el mal presentimiento que lleva dentro del pecho desde hace unas cuantas noches,sólo quiere que su mano permanezca firme con el imponente revólver que le acompaña desde sus momentos más humildes, cuando tan solo era un gato negro y mallugado al que nadie quiso socorrer de caer en los mundos bajos. Para nadie es sorprendente que el gato sea haya transformado en una cruel pantera ante la que el mundo siempre baja la cabeza.

-Listos. Prepárense y comiencen.- Sus compañeros, dos jóvenes ratones que nacieron en la misma alcantarilla donde empezó, alistan sus respectivas armas antes de lanzarse sobre el camión que han investigado con meses de anticipación. Uno sonríe con tiranía, a Yoongi no le agrada tanto ese estilo aunque tampoco tiene tanto problema con respetar el estilo personal de cada animal- ¡Tigre, recuerda que hoy tenemos otra estrategia, no es tan importante matar!- bufa al ver el tripaje del infortunado conductor regado sobre el tablero de mando, incluso siente náuseas, pero intenta concentrarse en el otro muchacho que ha logrado romper el GPS para que nadie los busque en el medio de la nada. Después de sacar su botín podrán darse el tiempo de limpiar todos los desastres que provoquen.

-Narciso, te dictaré la clave para que abras la bóveda, escucha con atención...- Sus labios apenas se abren cuando nota como alguien tira al piso a su rubio compañero cuyos dedos fueron dañados con un fuerte balazo con un sonido que nunca más creyó que volvería a escuchar.

-¡Ja!, parece que los carroñeros hoy quisieron quitarnos al león, ¿Verdad, Bunny?- Su mente se desbarata con tan sólo escuchar el primer fonema de ese hombre vestido de negro, un payaso con quien tuvo historia y nuevamente oza en querer quitarle lo que más le da satisfacción- Nos volvemos a encontrar Agust, que coincidencia...Bueno, tal vez llevo acosándote unos cuantos meses, pero es de humanos errar.

Siente como la marca de su cicatriz tiembla, el cuerpo no le responde y su voz apenas alcanza a salir, ¿Cómo es posible que ahora todo se haya convertido en una especie de sueño?- Hope...Jack, estás vivo.

-¡Ay, por favor! No estamos en T.V. y Notas, estamos en un trabajo. Ridículo- Ahora es él quien sólo se limita a levantar las manos ante el fantasma que cree ver, no es posible que todo lo que ha hecho hasta ahora se vaya al carajo, pero no lo cree, es imposible que lo crea después de que lo vio morir frente a sus ojos.

El tiempo avanza para nunca detenerse, en ocasiones va tan rápido que es imposible tratar de recordar todo lo que alguien puede llegar a vivir en un solo segundo, pero jamás se puede soltar aquello que más impacta en nuestros pensamientos y emociones. Aunque nunca se consideró una persona cuya vida fuera "feliz", pero debía reconocer que tener a su lado a un chico como tan dulce y adorable como Hoseok en el centro correccional fue lo mejor que pudo pasarle en un momento tan duro de su vida, siempre pensó que era lo más cercano a la felicidad.

Ambos eran unos niños que recorrían caminos contrarios, el menor era la encarnación del estereotipo del niño bueno cuya posición económica y moral eran tan perfectas e impecables que nadie creería que podía ser capaz de asesinar a una mosca. Yoongi era un diablillo de primera, salvaje y libre como un ave rapaz que mataba a los más débiles para saciar sus necesidades, a simple vista parecía imposible que en algún momento llegaran a conocerse...Nadie contó con que el crimen no distingue entre los hombres.

Lo que más quiero en este mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora