Deje de ser yo, por ti.
Deje de ser yo, por entregarme a ti.
Deje de ser yo, por tu aprobación.
Deje de ser yo, por tu felicidad.
Deje de ser yo, por amarte a ti.
Deje de ser yo, por entregarte todo de mí.
Y ahí estábamos los dos, sentados en la sala, sin mirarnos a los ojos por el estúpido miedo a estar juntos.
Ahí estábamos los dos, intentado respirar el mismo aire, pero a la vez ahogándonos en silencio.
Ahí estábamos los dos, desfalleciendo de todo lo que habíamos platicado alguna vez.
Ahí estábamos los dos, tan cerca y a la vez tan lejos, del uno del otro.
Ahí estábamos los dos, sintiendo el latido de nuestros corazones.
Ahí en ese lugar, se desvanecían nuestras miradas.
Como habíamos pasado de estar ahí en ese lugar oscuro, a estar en este lugar con luz.