Capítulo 9.1

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—¡Tranquilo, hermanito! Aquí pone que tienes que inspirar y espirar con tranquilidad y concentrarte en ello, no en el dolor —dijo sosegadamente Minseok, sonriéndole amablemente a su hermano mientras le mostraba un libro sobre partos sin dolor.

—¡Como te acerques a mí con ese libro, te juro que te lo comes, Minseok! ¡¿Qué coño
estáis haciendo que no me lleváis al hospital ya?!

—Cariño, las carreteras están cortadas por la lluvia y ya hemos llamado al médico. Aunque no contesta. Mamá ha ido a su casa y no tardará mucho en regresar con él — aclaró Minseok, sonriendo nuevamente a su hermano pequeño para tranquilizarlo, cuando él en verdad no estaba tranquilo en absoluto.

—¡Quiero un médico, y lo quiero ya! —gritó Kyungsoo ante el insoportable dolor de
una nueva contracción.

—Sí, ya sabemos exactamente la clase de médico que quieres… —dejó caer mordazmente Sehun, uno de los gemelos, que le sostenía una mano para ayudarlo a
soportar el intenso dolor. A continuación, el resto de sus hermanos miraron reprobadoramente a Kyungsoo, regañándolo en silencio por la necia elección del padre de su hijo.

—Ya sabía yo que nunca debería haberos contado quién era el padre… —declaró
Kyungsoo, fulminando a sus hermanos con la mirada a la vez que apretaba fuertemente la mano del insolente que le había recordado a un hombre del que ya nunca podría olvidarse.

—¡Joder, Kyungsoo! ¡Me vas a romper todos los huesos de la mano! —se quejó Lay, el otro gemelo, que se encontraba agarrando su otra mano—. Todo es culpa tuya por querer mudarte tan rápido a otra ciudad. Si no nos hubieras seguido, ahora estarías en un bonito y elegante hospital de Seul, no en esta vieja y alejada casa… ¡Ah!

¡Joder, Kyungsoo! —gritó Sehun otra vez mientras intentaba soltarse del fuerte agarre de su hermano.

—¡¿Dónde demonios está Chanyeol?! —chilló él, desesperado ante una nueva
contracción.

—¡Estoy aquí! ¡Estoy aquí! —contestó el mayor de todos los hermanos mientras subía cargando una pila de toallas y no paraba de moverse nerviosamente por la habitación, hasta que Kyungsoo, harto de ñ sus idas y venidas, le gritó que se marchara.

—¡Fuera! —exigió airadamente, señalándole la puerta con un gesto de la cabeza.

—Vale, me voy… Y ¿qué hago? —preguntó nuevamente dubitativo el siempre exigente Chanyeol.

—Ve a calentar agua —propuso con paciencia Minseok, como si hubiera sido algo que hubiera leído en ese maldito libro del que no se separaba desde que se había enterado del embarazo de su hermano.

—¿Para qué mierdas necesito agua caliente? ¡Yo lo que quiero es algo que me quite este dolor!

—Eso, querido hermano, lo necesitamos para que Chanyeol no nos moleste —repuso Minseok con calma mientras se disponía a atender su teléfono móvil, que sonaba en esos instantes—. Mamá dice que el médico no está en su casa, pero los vecinos le han dado una dirección en donde puede encontrarse, así que no te preocupes: dentro de poco volverá a llamar —anunció tras colgar con tranquilidad su teléfono—.

Bueno, dado que el parto puede durar horas, a continuación voy a pasar a leerte el primer capítulo que trata sobre la lactancia —declaró pasivamente mientras se colocaba a los pies de la cama, lo suficientemente alejado de Kyungsoo como para que no le diera una patada, pero lo bastante cerca para ver cómo Sehun y Lay se retorcían de dolor ante el agarre de su dulce hermanito, que en esos instantes les estaba destrozando las manos.

En mitad de otro agónico grito por parte de Kyungsoo, y de los dos hermanos, a los que éste no soltaba por nada del mundo, su teléfono móvil sonó, y Minseok, cómo no, aceptó amablemente la llamada. Y más aún después de ver de quién se trataba. Sonriendo, conectó el manos libres, y todos los Do de esa habitación pudieron escuchar atentamente una conversación que, indudablemente, debería haber sido privada.

Él vil principe (KaiSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora