INVISIBLE STRING ― Pedro Pascal

-VIDA REAL

Willow abrió la puerta del tráiler rápidamente, echó un vistazo detrás de ella con cautela y dejó que se cerrara.

Pedro se recostó en el sofá, con la cabeza sobre el borde, se dejó caer hacia ella, con los vasos planos sobre la pequeña mesa de café.

Ella sonrió ante la vista.

"Has venido", exhaló con leve sorpresa, con los ojos muy abiertos y aturdidos.

"Realmente estás drogado", respondió ella con una pequeña sonrisa.

"¿Quiero uno?" Preguntó, señalando el plato de brownies de chocolate que estaba junto a sus vasos.

Sus ojos se desviaron hacia ellos con anhelo. Quería sentirse aturdida de nuevo, sentir que estaba en las nubes otra vez. Quería dejar de lado sus problemas y alejarse, sentirse tan distante del mundo como él estaba ahora.

Anhelaba que su cabeza se volviera borrosa y sus pensamientos se confundieran, estar en completo éxtasis, tocar el cielo, aunque solo fuera por un momento. Lo ansiaba, más que cualquier otra cosa.

El rostro de su madre apareció ante sus ojos y Willow parpadeó lentamente, tratando de apartarlo. Ella no tenía que tomar uno. ¿O podría simplemente tomar uno? Uno no vendría mal, ¿verdad?

Él pareció notar su mirada y se puso serio un poco, sentándose y mirando entre ella y el plato.Su mirada se suavizó.

"Eres adicta".

No lo dijo con crueldad. No lo dijo con dureza ni con juicio. Ni siquiera parecía compadecerla. Dijo un hecho.

La simple verdad: ella era una adicta.

Pero viniendo de su boca, las palabras que despreciaba, las que estaban grabadas en su alma, las odiaba. Se le humedecieron los ojos y trató de apartar la mirada de los brownies, pero no pudo hacerlo.

Quería simultáneamente tirarlos a la basura, triturarlos en un triturador de basura, prenderles fuego, algo, para igualar la pura rabia que sentía en su interior por querer más. Por querer nada más que agarrarlos y metérselos en la boca.

"Sí", dijo finalmente, su voz apenas por encima de un susurro. "Supongamos que lo soy."

Se puso de pie rápidamente, dando los pocos pasos cortos desde el sofá hasta la puerta, descansando sus manos sobre sus brazos.

"Oye, mírame", guió su rostro hacia el suyo. Podía ver el contorno rojo de sus ojos normalmente castaños, observándola con una preocupación aturdida.

Le dio ganas de llorar.

Deseaba poder drogarse con él como si nada. Que ella era lo suficientemente fuerte como para detenerse ante un pequeño zumbido. Pero ya había hecho suficiente daño con sus adicciones, y no podía, no dejaría que eso arruinara su amistad... ¿relación? ¿Cuál era la palabra correcta para ellos?

"Princesa", dijo en voz baja, llevándole una mano a la mejilla. "Detente, no hagas eso. No te culpes, amor. Puedo tirarlos, yo... dame un segundo y yo..."

Willow se apartó de él mientras hablaba, sin dejarlo terminar. Sacudiendo la cabeza y corriendo del tráiler, sintiendo el oxígeno atrapado en sus pulmones, se ató para no llorar.

Necesitaba alejarse de ellos, alejarse de él.

¿Fue este otro mecanismo de afrontamiento? ¿Estaba pasando de una adicción a la siguiente? ¿Era él su nueva adicción? Ella solo podía pasar un tiempo sin hablar con él, tal vez este era un castigo intrincado de los poderes fácticos para atormentarla después del accidente.

Ella no lo merecía. Él era el sol; cálido, radiante, amoroso. Ella era como la lluvia; frío, nublado y solo tolerable por tanto tiempo. Inevitablemente, ella mató las cosas a su alrededor. Los ahogó en su propio dolor, ella también lo haría con él. Ella estaba segura de eso.