Star Wars: Una nueva oportunidad

Prólogo I

 - Quizá me haya equivocado al pensar que morirías sin miedo. - Sugirió Darth Vader mientras Ezra Bridger caía derribado al suelo con su sable láser roto.

- No sería la primera vez.

La réplica no venía de Ezra, sino de alguien que se aproximaba a Vader desde atrás. Era una voz femenina extrañamente familiar, una voz que había replicado a su maestro miles de veces en el pasado. Un dolor indescriptible comenzó a extenderse por el pecho de Vader.

Se giró sobre sí mismo por la plataforma circular del templo Sith para contemplar a la togruta. Sus rasgos faciales se habían vuelto más afilados, más adultos, más... asolados por la opresión que sufría la galaxia desde el alzamiento del imperio y aquella fatídica orden 66 que trajo la muerte de todos sus antiguos compañeros. Los rayos seguían crepitando en la plataforma, igual que crepitaban las grietas en la personalidad de Vader mientras una parte de sí mismo, la que correspondía al Anakin de las guerras clon, trataba de salir a la superficie sin éxito. «Anakin está muerto. Yo soy Darth Vader, y mi cometido es recuperar el artefacto petrificador de Malachor IV».

- Me habían anunciado que estarías aquí. Por fin tiene lugar nuestro anhelado encuentro. - Contestó Vader, manteniendo su fría fachada.

- Me alegro de haberte dado algo que anhelar. - Le respondió Ahsoka con su habitual tono sarcástico, con una sonrisa torcida y una ceja enarcada acentuando los rasgos de su rostro rojo.

- No tenemos por qué ser adversarios. El emperador será clemente si me dices dónde encontrar a los jedi que quedan.

- Ya no quedan jedis, tú y tus inquisidores lo habéis conseguido. - Mintió Ahsoka.

- Tal vez este niño confiese lo que tú no quieres revelar. - Escupió Vader mirando a Ezra, que seguía tendido en el suelo asustado.

- Empezaba a creer que sabía quién se ocultaba tras esa máscara, pero es imposible, mi maestro, mi maestro nunca podría ser tan malvado como tú.

- Anakin Skywalker era débil. Yo lo destruí.

Una mueca de dolor se dibujó en el rostro de Ahsoka. Recordó cuando conoció por primera vez a Anakin en Christophsis. ¿Cuántas veces se habían salvado el uno al otro? Añoraba esos tiempos.

- Entonces yo vengaré su muerte. - Aseveró Ahsoka, con un tinte de resentimiento hacia Vader.

- La venganza no es propia de los jedi. - Se burló Vader.

- Yo no soy una jedi.

Un destello de furia brilló en los ojos de Ahsoka a la vez que ésta encendía sus dos sables láser blancos y se ponía en posición. Vader, por su parte, hizo lo mismo con su sable láser rojo. Entonces, Ahsoka saltó hacia él girando sobre sí misma y cayendo sobre su antiguo maestro, atacando con los dos sables haciendo una forma de equis. Éste se defendió, un poco sorprendido por el frenético ataque de su antigua padawan, y fue repelido hacia atrás con un empujón de la fuerza de Ahsoka, la cual volvió a arremeter contra él con otra pirueta. Esta vez no pilló por sorpesa a Vader, quien pasó a la ofensiva tras detener los ataques de Ahsoka, haciéndola retroceder.

Intercambiaban golpes incansablemente, lanzando destellos de luz en cada arremetida. «Padawan contra maestro», pensó Vader, mientras revivía sin quererlo aquel recuerdo enterrado de Mustafar. El sudor cayendo por su frente mientras atacaba a Obi-wan. Los sonidos de la maquinaria extrayendo minerales, operada por los miembros del Sol Negro. El odio hacia la traición de su maestro. La frustración. El dolor. El miedo. Vader esgrimió con ira su espada con las dos manos, en lugar de con solo una, desestabilizando a Ahsoka y, después, tirándola de la plataforma de un empujón de la Fuerza. La caída no fue muy grande, pero aprovechó ese momento para tratar de arrebatar, de un tirón de la Fuerza, el artefacto Sith de las manos de Ezra y de Kanan, el cual había llegado y estaba ayudando a su aprendiz. Desafortunadamente para él, Ahsoka había vuelto a la plataforma y logró golpearle en la máscara, dejando parte de su rostro al descubierto.