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Caminaste por los pasillos de la facultad en busca del aula dieciocho, ya sabías dónde estaba e incluso sabías que estabas llegando un poco (muy) temprano a la clase del profesor Lionel Scaloni: interpretación I.

Por Dios, si empezabas a hablar de tu profesor de interpretación probablemente nunca termines. Todas las clases llegaba antes que sus alumnos y ordenaba sus cosas en el escritorio, lugar en el que se apoyaba y con sus brazos cruzados empezaba a dar la clase. Todas las clases llegaba con un traje impoluto, una camisa (que variaba en color) y corbatas que combinaban con lo que usaba, unos zapatos que parecían ser de cuero negro y un maletín que descansaba en la silla que ocasionalmente usaba. Desde tu lugar, casi en el medio del aula, tenías una vista bastante privilegiada de aquel hombre que hacía suspirar a más de una. Lo mejor de todo era cuando apoyaba sus manos en su cintura forzando a que la camisa que usaba, que le apretaba bastante su torso, lo hacía aún más dejando poco y nada a la imaginación.

Mentías si decías que ese hombre no te tenía a sus pies, si bien se había ganado cierta fama de "profesor forro" y bien merecido lo tenía, a vos te seguía volviendo loca. Lionel era un tipo duro o por lo menos eso aparentaba cuando daba su clase, cuando respondía preguntas y cuando se cruzaba a cualquier alumno por los pasillos del edificio. Eran incontables las veces que habías fantaseado con aquel hombre que te tenía despierta hasta altas horas de las madrugadas porque todos los trabajos que le entregabas tenían que sufrir modificaciones.

—Está bien pero le faltan algunas cosas que fueron marcadas en la corrección y tenes que rehacerlas —te había dicho después de la primera entrega. Y ciertamente le faltaban cosas pero eran puros detalles que sabías que ibas a ir puliendo con la práctica y no entendías porque te los había marcado e incluso te había bajado puntos en la nota final cuando casi todas tus amigas habían hecho lo mismo que vos y se habían sacado una nota más alta que la tuya.

—Sí profesor pero todas mis compañeras hicieron lo mismo que yo, con los mismos errores y no tienen la misma nota... —le reclamaste. Estaban solos en el aula, él ya había juntado casi todas sus cosas y vos te habías apurado para poder preguntarle por las correcciones que te había hecho.

—¿Quién es el profesor? ¿Yo o sus compañeras? —respondió Lionel. Estaba parado al lado tuyo, en el escritorio estaba el trabajo que habías hecho y la mirada del hombre alternaba entre las hojas y tus ojos. Se relamió sus labios (gesto que repetía una y otra vez en sus clases) y dejó sus ojos fijos sobre los tuyos, aquellos orbes oscuros mirándote fijamente y esperando una respuesta.

—Pero...

—¿Yo o sus compañeras? ¿O tampoco vas a responder lo que te estoy preguntando? —repitió, subiendo sus cejas. Por favor, lo único que necesitabas era que se aleje y te deje de mirar así.

—Usted es el profesor —respondiste rendida. Una de las comisuras de los labios del mayor se levantó, como si quisiera dedicarte una sonrisa al escuchar que le habías respondido lo que quería escuchar: que él era la autoridad.

—Y como yo soy el profesor, las correcciones marcadas son las que tenes que hacer, no me importa lo que digan tus compañeras. Nos vemos la próxima clase —agarró su maletín, te dedico una última mirada y salió del aula.

Y ahí estaba, cada vez que te mandaba algún tipo de corrección o cosa que implicaba que tenías que trabajar más y corregir cosas, más parecías caer a sus pies. Después de esa pequeña charla en la que le reclamaste por tu nota, en todas las clases que le siguieron a eso, la vista del profesor Scaloni parecía posarse, al menos por unos segundos, en vos. O quizás eso querías creer y simplemente era una mirada general a todos en el aula pero, había algo dentro tuyo que le gustaba creer que el profesor si te miraba a vos y no era simple fantaseo.

did you say i've got a lot to learn? (Lionel Scaloni)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora