Engañada

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NINA

Hace poco aprendí que hay una línea muy fina entre el amor y el odio.

Iba en el avión camino a San Diego para pasar las navidades con mi padre, como todos los años. Pensaba que iban a ser las típicas vacaciones aburridas de cada año pero en éste invierno cambió todo.

Iba en el avión cuando mi madre me dijo:

—Pequeña, te tengo una noticia. En la sede de mi trabajo me han cambiado a Canadá y vas a tener que irte a vivir con tu padre. Sé que no es la noticia que tú hubieras querido pero también tengo a tus abuelos allí y ya necesitan más cuidado. Me quedé como si hubiera visto un fantasma, sin palabras.

—¿Estás de puta coña?— Grité. —¿Voy a tener que abandonar toda mi puta vida por tu mierda de trabajo? Eres de lo que no hay mamá, ya te vale joder, voy a dejar atrás a Jennifer y a toda la banda por ti? Te odio. — Dije a punto de llorar.

—Pequeña, ya no puedo hacer nada, lo siento, además, con tu padre estarás mil veces mejor, ¿que hay en Phoenix que en San Diego no haya?

Mi madre no entendía lo mucho que yo quería mi casa en Phoenix, mi cerebro no podía procesar todo lo que estaba pasando en ese trayecto de 1 hora que se me hizo agobiante y eterno.

Tras el largo viaje, llegamos a San Diego a las 11 de la noche y estaba mi padre con mi hermana pequeña Sophie de 8 años, que vivía allí esperándonos con un precioso cartel hecho por ella de colores rosados y morados.

En cuanto me vio salir por la puerta del aeropuerto vino a abrazarme y escachuflarme entre sus pequeños brazos. La cogí en brazos y fui hacía mi padre, le pegué un achuchón y me dió un beso en la frente.

Como los echaba de menos.

Mi madre se quedó en la puerta del aeropuerto porque la relación entre mi madre y mi padre era más bien complicada.

—Hola preciosa, ¡Cuánto tiempo! Te ha contado ya tu madre aquello, ¿No? Te he visto más

apagada que los otros años al llegar.

—Sí, me lo ha dicho.— Dije con un tono de enfado. — Bueno, vamos ya al coche que estoy

ansiosa de llegar a casa.

Un coche de color blanco nos llevó hasta casa, el coche era super bonito y elegante, tipico de mi padre. Él era de una familia de dinero y tenía una empresa aquí en San Diego, era el magnate de una empresa llamada Michaels CORP. de a saber que, nunca tuve interés.

Llegamos a la preciosa casa de mi padre y Sophie. Era hermosa y me recordaba a la típica casa de película en la que nunca me imaginaría vivir. Cómo ya era tarde me fui a dormir ya que al día siguiente tenía la presentación del instituto ya que empezaba pasado mañana.

Me levanté a las 8 y me vestí con lo primero que pillé y me peiné. Al bajar vi a Sophie con su pijama de vaca y a mi padre con su traje ya puesto. Había de todo en la mesa, tostadas, huevos revueltos, bacon, pancakes...

—¡Buenos días papá, buenos días Sophie!— Dije con alegría aunque estuviera cansadísima.

—¡Buenos días Nina! ¿Quieres algo para desayunar?

—¡Hola tata! Mira mi pijama nuevo, ¿A qué es chuli?

—Buah, papá no me da tiempo a nada. ¡Qué

bonito Soph!

No sabía que comer y de verlo me estaban entrando ganas de quedarme y comer como si no hubiera un mañana pero tenía prisa, así que cogí una cucharada de huevos revueltos, le di un largo trago al zumo de naranja y salí lo más rápido que pude para no perder el bus.

Me senté al lado de una chica que tenia pinta de ser amable, era rubia y tenia unos ojos de color verde como los bosques en primavera, llevaba gafas, cosa que le hacía ver mucho mas interesante. Me acerqué y la saludé con amabilidad intentando conocer a alguien en este lugar que para mi era tan conocido y desconocido a la vez.

—¡Hola! ¿Me puedo sentar?— Dije con vergüenza.

—Claro, no hay problema preciosa. — Me dijo con una sonrisa en la cara.

Ahí hice mi primera amistad.

—Y, bueno, ¿Cómo te llamas? Me dijo.

—Nina, Nina Michaels.

—Yo Denisse, encantada. Espera un momento.—

Dijo sorprendida.—¿Michaels?¿Cómo Michaels CORP?

—Exactamente, soy hija de Aaron Michaels.—Digo entre risas.

—Que fuerte Nina, él es uno de los hombres más famosos de San Diego. Es como una celebridad en esta ciudad, pero eso no va a significar nada para mi eh, seguirás siendo una buena amiga.

Amiga.

Aquella rubia tan maja me acababa de llamar amiga, lo vi cómo un logro y me salió una sonrisa.

Llegamos al instituto y allí le vi, castaño, ojos verdes claros, era alto, tenía una sonrisa

encantadora y un aspecto seductor que enamoraba a cada chica que pasaba.

—Ay que se te cae la baba con Zack.— Me dijo Denisse entre risas.

Zack. Si es que hasta su nombre era perfecto.

—Es super guapo Denisse, parece sacado de un libro de romance adolescente.

—Si, pero su persona es todo lo contrario a lo que aparenta. Él ya sabe que todas babean por él y va de una en una comiéndoles la boca para sentirse más orgulloso aún.

Me quedé traspuesta después de lo que me dijo Denisse, si era verdad, Zack era un gilipollas. Llegamos a clase y me había tocado con Denisse, menos mal. Aunque había un problema, Zack también estaba en nuestra misma clase. Entrando por la puerta me tropecé y se me cayó la libreta al suelo.

Odio OdiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora