Capítulo 18

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Lauren había comido tanto, que cuando llegó a su casa pensó que no podría subir las escaleras. Se había traicionado, se había traicionado en cuanto a su meta física. Se había prometido no comer hasta llegar a su peso anterior, y se lo había saltado en menos de 4 horas. Pero no era su culpa, al menos eso lo tenía claro. Camila le había dejado bien claro que su padre no toleraría que dejara nada en el plato y, además, había necesitado distraerse de una Camila imprudente, que trataba de distraerla.

Ahora Lauren se sentía de diferentes maneras. Sucia, al haber comido tanto. Confusa, sintiéndose presionada para contarle a sus padres su relación con Camila. Y, por último, nerviosa ante la actitud de Camila en la cena. Había dado un paso tremendamente importante al haber tocado sus partes íntimas y, aunque Lauren supiera que había sido sobre su propia ropa, no podía evitar sentirse extremadamente excitada.

Sin embargo, Lauren pasó por alto las últimas dos sensaciones, ya que sabía que podían esperar unas horas. La primera no. La primera sensación estaba consumiendo a la chica de ojos verdes tan fuertemente, que la zona de su cuerpo que más destacaba, ya no brillaba. Le costaba sonreír, aunque lo hiciera. Le costaba hablar, aunque se sintiera obligada a contestar. Le costaba levantarse de la cama por las mañanas. En definitiva, le costaba vivir.

Se despertó con el ruido de la alarma el domingo, sin recordar el momento en el que había cerrado sus ojos. Era el 18 cumpleaños de Dinah y las chicas irían todas juntas al parque de atracciones. Cuando era pequeña, Lauren solía ir a este tipo de sitios con su familia y lo disfrutaba como tal, una pequeña Jauregui.

Pero, pese a que todas las demás chicas estaban emocionadas, Lauren sintió que no podía estarlo. No, porque no podría ayunar delante de las chicas, o volverían a sospechar y, lo que ella menos quería, era que Camila o sus padres se enteraran de aquello.

Primero fue a casa de Camila, donde recogió también a Dinah, que había pasado la noche con la pequeña. A continuación, pasó a por Ally y, por último, a por Normani, que era la chica que vivía más cerca del parque de atracciones.

-Jamás te lo perdonaré -le dijo Dinah a Lauren al bajar del coche.

-¿El qué? -preguntó Lauren.

-¡Es mi cumpleaños! No ha sonado ni una canción de Beyoncé en todo el trayecto -reprochó.

Lauren rió.

-No es para tanto -dijo colocando una mano en el hombro de la polinesia. -A la vuelta pondré su CD.

-Más te vale -contestó la más alta, terriblemente afectada.

Caminaron hasta dentro del parque. Camila agarraba la mano de Lauren con fuerza, así se sentía bien, se sentía protegida. Lauren, sin embargo, la soltó y, aunque la pequeña al principio se sintiera despechada, entendió pocos segundos más tarde, que Lauren quería protegerla aún más, rodeando su cadera con un brazo.

-¿Qué hay de vosotras? -preguntó Dinah.

-¿De nosotras? -preguntó Lauren confundida.

-Sí, es decir, Camila ya se lo ha contado a sus padres y supongo que tú lo harás en breve. ¿Qué hay más allá de eso? -preguntó.

Lauren y Camila se miraron, no comprendían muy bien la pregunta de Dinah.

-Lo que Dinah quiere preguntar, con palabras vulgares, es que si habéis tenido sexo ya -tradujo Normani.

-¡¡Mani!! -gritó Ally.

-¿¡Qué!? ¡Es la verdad! -reprochó Normani.

Ally miró a Dinah, que sonreía asintiendo con su cabeza.

El destino de la casualidad (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora