Una cachetada y un grito, eso fue lo único que pudo identificar Atsumu.
Su cuerpo se había quedado inmóvil y su mente en blanco cuando aquel hombre casado lo golpeó por primera vez y le susurró aquellas palabras.
Realmente no podía sentir nada, pero sabía que lo estaban desnudando, tocaban su pene sin ningún temor y abrían su agujero de una forma salvaje y sin cuidado. Entendía lo que le estaban haciendo, sabía que estaba mal, que no debía dejarse, pero ¿Cómo podría?
Su cuerpo dolía, estaba lleno de pequeños círculos rojos que pronto se volverían morados o incluso verdes, poseía mordidas por su pecho, muslos, posaderas, cuello, piernas, pies, incluso orejas. Se sentía magullado, y no tenía a nadie en quien apoyarse. Hasta que llegó su gemelo, un niño de complexión media, su cabello igual que él suyo, excepto por lo sudado, su piel igual excepto por los moretones, su rostro igual, excepto por las lágrimas y marcas de golpes en ella.
— ¡Tsumu! ¿Por qué estás así? —preguntaba desesperado el otro chico.
Atsumu se intentaba cubrir con la sudadera que era suya.
Cuando intentó hablar solo salió un hip y más sollozos. Su hermano lo ayudó a vestirse e irse a casa.
...
Un sonido sonaba fuerte, como un grito desgarrador pero con una melodía.
El rubio teñido abría pesadamente sus ojos, y los movía suavemente y con fuerza, intentando soportar el peso que traían sus párpados. Hasta que por fin pudo abrirlos por completo.
Seguía parpadeando y hasta que su mente empezó a trabajar tomó su celular de la mesita de noche. La pantalla de bloqueo mostraba un cinco y cuarenta y tres minutos. Sabía que era hora de levantarse, aunque no lo quisiera.
Se sentó en su cama y empezó su rutina de mañana, tomarse un vaso de agua, salir a correr, regresar a su casa, bañarse, comer algo y preparar todo para salir. Lo de todos los días.
Al estar frente a su carro suspiró por un momento, pensando que si realmente era necesario ir al entrenamiento ese día. Luego de unos tres minutos de dilemas internos decidió ir, se subió a su auto y siguió el camino que siempre tomaba. Así era la rutina de su vida.
Pasaban los minutos, el tráfico empezaba a ponerse peor, y ni siquiera la canción "Bubblegum bitch" de Marina lo tranquilizó. Estaba estresado, y extrañamente tenía un mal presentimiento, le dolía el cuerpo y cada vez que eso pasaba significaba que algo malo pasaría, o eso empezó desde ese día.
Luego de aproximadamente cuarenta minutos llegó al campo de juego.
Salió de su carro rojo quemado y mientras bajaba su mochila vio a Bokuto ir en su dirección.
— ¡Tsum-Tsum! ¡Tienes que venir rápido! —gritaba emocionado, como era de costumbre.
— ¿Ahora que pasó Bokuto? —dijo estresado Atsumu.
— ¡Un nuevo entrenador vino, dicen que es muy bueno!
— ¿En serio? Que emoción —dijo sarcástico.
Caminó hasta la entrada del lugar ignorando los gritos de Bokuto a su lado.
— Llegue, disculpen la tardanza —avisó el rubio apenas entró.
— Atsumu, que bueno que estás aquí, hay alguien que tienes que conocer —dijo Meian.
— Debe ser una gran persona, apenas llegó y todo es sobre ese entrenador nuevo —dice burlón Atsumu.
Meian ignora su comentario— Este es Kim Sangwoo, el nuevo entrenador —presenta mientras lo pone frente a Atsumu.
El cual se queda estático, sorpresivamente se parecía a la persona con la que había tenido ese horrible sueño.
— Oh, pero si es Atsumu, hacía años que no te veía —comentó con una sonrisa de oreja a oreja.
— ¿Se conocen? —preguntó Meian, el capitán del equipo.
— Así es, lo conocí justo cuando era un pequeño niño de diez años, pero luego se cambió de escuela y nunca lo pude volver a ver, siempre tuve la duda de porque decidió cambiar de escuela, me seguía tanto, fue una lástima —explicó dolido Sangwoo.
— Así que eso era, debió haber sido muy tierno ver a un Atsumu de diez años, ahora es todo un descarado —rió un poco Meian.
— ¿Con qué descarado? Mmmm —susurró aquel señor de cabello negro, probablemente pintado.
— ¡Si! Siempre hace comentarios extraños y muchos dicen que es sarcástico, aunque realmente no lo entiendo, pero si se burla mucho —dijo Bokuto.
— ¿En serio? Vaya, nunca pensé que un niño tan bueno pudiera convertirse en algo así, tal vez debí haber sido más duro con él
— En definitiva señor Kim, se convirtió en un niño muy malo —empezaron a bromear sobre eso.
Atsumu se sentía desvanecer, su cuerpo temblaba, sus uñas que estaban junto a su palma en su puño apretado empezaban a perforar su piel, pequeñas gotas de sangre carmesí se perdían en sus dedos.
Se sentía imponente al saber que sus compañeros estaban bromeando con aquel señor, pero tampoco los podía culpar, ellos no sabían nada, y tampoco quería que lo supieran.
Oír la voz de ese señor lo hacía hervir en ira, su risa lo carcomía por dentro y las miradas que le lanzaban a su cuerpo lo hacían querer ser tragado por la tierra. Definitivamente no debió haber ido.
Hubo un momento en que ya no escuchó nada, su vista no enfocaba y su cuerpo amenazaba con caerse, sin embargo, no podía, no caería frente a sus compañeros de trabajo, no frente a ese señor, no otra vez.
Los sucesos de su sueño volvieron a aparecer, todos aquellos momentos traumáticos. Sentía como si aquellas manos pasaron en ese instante por su cuerpo como lo hicieron en su sueño, labios sobre todo su cuerpo, sentía el dolor de aquellos golpes, sentía la desesperación, sentía la impotencia, sentía las ganas de morir en ese instante, sentía las ganas de desmayarse, le faltaba el aire, no podía respirar, tenía un revuelto en el estómago, un nudo en la garganta, el sudor se podría confundir con lágrimas y las gotas de sangre se escapaban de sus manos.
Si tan solo no hubiera tenido esa pesadilla...
O tal vez solo era un recuerdo.
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Amárrame
FanfictionAtsumu tiene traumas y Shouyo ayuda a sobrellevarlos sin darse cuenta. Un amor sincero y que tarda en darse aunque no se note. Inspirada en un One-shot que yo misma hice. Los personajes no me pertenecen.