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Me quedé esa noche a su lado.

¿En verdad le hacía bien esa necesidad tan intensa de quererme a su lado? ¿Qué sentimiento era en realidad? ¿Qué sentía yo por ella? ¿Qué sentía ella por mi?

Ella recargó su cabeza en mi pecho, estando yo recostada sobre la cama abrazándola. "Minji..." había suspirado mi nombre con su oído pegado a mi pecho. Y descubrí que escuchar los latidos de mi corazón la tranquilizaba.

Limpié las lágrimas necias que se habían escapado con violencia hasta su mandíbula, pinté su cuello intacto con la osadía colorida de mis manos, acaricié su mejilla suave y sus labios puros, reconforté su nuca con mimos, conocí su espalda con la punta de mis dedos y dibujé cosquillas en su cadera, mis manos encerraron las suyas, besé su frente porque ella me lo pidió y porque yo lo deseé; le hice el amor sin marcarla, la hice mía sin profanarla, y ella se entregó sin ensuciarse, ella me lo permitió, guardando seguramente en su agitada mente cada acto de amor. Dijo mi nombre entre suspiros muchas veces entre la penumbra, y se quedó dormida entre mis brazos.

Recuerdo que sentí un profundo dolor en mi pecho al ver sus ojos cerrados...

Porque yo estaba siendo demasiada egoísta al pensar en que mi vida estaría por quedar sumergida en una monotonía incesante y progresiva que me consumiría al lado de Haerin. Porque yo estaba concibiendo la idea de que con el paso del tiempo su necesidad y su enfermedad se fusionarían hasta tomarme entera e impedirme salir.

Lloré mucho porque mi mente creó un futuro en el que Haerin sufría y yo me unía a ese sufrimiento.

Era injusto para las dos, era demasiado injusto para ella.

Había entonces dos preguntas: ¿Qué razón tendría yo para decidir permanecer a su lado por el resto de mi vida? Y ¿Qué razón tendría yo para permanecer a su lado por el resto de su vida?

latidos - Minrin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora