En tus ojos me olvida del reloj

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-Oh, ya veo, entonces ibas a darte un baño y olvidaste algo-la tía Nodoka me miró con atención y una ligera sonrisa en los labios.

-Sí, yo ah.- respondí balbuceando y solté el pomo de la puerta- Sí, olvidé algo, es que salí con prisa. Ni siquiera me fijé que me puse la blusa mal, tía-respondí apresuradamente, pero convencida de que mi excusa sonaba razonable.

-Entiendo-asintió ella-Entiendo, oh cariño, yo creí que era porque habías estado en la habitación de Ranma anoche.-dijo pasando a mi lado.

Mis ojos se abrieron al máximo y las palabras se negaron a salir de mi boca.

-Tía Nodoka!-grité cuando ella ya casi llegaba a la escalera.

-No te preocupes cariño, oh estoy tan feliz, siempre soñé con que tú seas mi nuera, Akane.-me aclaró visiblemente emocionada.

Nodoka Saotome caminó hasta mí y me estrechó en un inesperado abrazo al cual no pude corresponder.

Dijo algo más mientras me abrazaba y finalmente se marchó dejándome sola frente a mi puerta.

Fue hasta ese momento que los recuerdos empezaron a invadir mi memoria tortuosamente.

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El desayuno transcurrió en un silencio casi sepulcral. Para ser un día festivo, todos estábamos creando un aura extraña. 

Yo, estaba pensando en lo que el tío Soun me había dicho un poco antes. Debatiéndome entre mi honor, posibilidades y expectativas.

Qué tal si ella y yo anoche...no, no había forma.

Levanté la mirada y mis ojos se cruzaron con los de ella, que apenas venía llegando a la mesa. Un pesado suspiro se escapó de ambos.

Ella se mordió los labios mortificada y yo empecé a esforzarme por recordar los eventos de la noche anterior cubiertos por un tupido velo.

Mamá rompió la tensión del ambiente cuando nos anunció, mientras servía el desayuno con serenidad, que Kasumi se había marchado temprano al salón de belleza junto a Nabiki, así como el que Akane y ella las alcanzarían al terminar de desayunar.

Miré al tío Soun intentar concentrarse en su diario sin mucho interés en comer y, contrario a él, papá devoró en segundos lo que mamá le sirvió, volviendo a pedir un poco más de inmediato.

Si hubiese podido me hubiera encantado mandar todo a volar en ese instante y huir con ella en brazos para hablar con calma, pero no pude.

-Akane querida, no has comido nada-habló mamá-Debes estar nerviosa! Prefieres que nos vayamos de una vez?-preguntó con candidez en la voz mi madre y ella asintió en respuesta.

Las vi salir y me quedé ahí sentado como un tonto, mientras papá se atragantaba con el arroz que le habían servido sin prestar atención a la atmósfera que lo rodeaba.
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-Buen día, Akane!-agitando la mano a la distancia, distinguí una figura conocida al llegar a la calle principal del instituto.

Por aquel entonces eran los primeros días en que los Saotome se quedaban en nuestra casa.

A mí me resultaba insoportable el tonto de Ranma, y peor aún cuando supe que lo habían inscrito en el mismo colegio y curso al que yo asistía.

Ya que Kasumi estaba muy  ocupada en las mañanas, Nabiki se marchaba muy temprano con sus amigas y Ranma era un oso durmiendo, a mí, me obligaron a servirle de guía a nuestro invitado hasta el instituto, mientras se adaptaba.

Como toda la semana de clases juntos, apenas llegábamos a tiempo.

Shinnosuke nos miró extrañado al vernos correr tomados de la mano, pero aún así me saludó igual que siempre.

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