¿Qué es lo que le pedirías a la luna?
¿Qué es lo que más quieres?
¿Qué serías capaz de hacer por la persona que amas?
¿Estarías dispuesto a cometer un crimen?
Ya hacía rato que la luz del sol se había desvanecido sobre la montaña, y el hecho de que las nevadas se hicieran más constantes conforme más nos adentrabamos al invierno no era la mejor ayuda.
El aire frío inundaba mis pulmones con tal frecuencia que me empezaban a doler. Aunque, bueno, era mi culpa por no haberme abrigado con algo más que mi viejo kimono rosado.
Mi esposo había insistido en comprarme varios más, por lo que él llamó una vieja promesa. Pero aun después de los años, y aun después de que me comprara distintos kimonos, yo seguía usando esa vieja y remendada prenda.
Llámalo gusto inusual o algo asi, pero la verdad era que aquella prenda me traía muchos buenos recuerdos, tristes y felices, incluso el que consideraba el más hermoso hasta el día de hoy.
Sentía como mis pies se hundían en la nieve, al mismo tiempo sentí como lo que cargaba se resbalaba un poco de mis brazos.
Reafirme mi agarre al tiempo que veía a al pequeño ser que cargaba y sonreía sin poder evitarlo.
Mi bebé, mi pequeño bebé de piel blanca y cabellos negros, una de mis más grandes alegrías.
Lo cubrí un poco más con la manta blanca que tenia envuelta y volví a caminar rumbo a mi casa, debía volver rápido. Tanjiro me dijo que no debía acercarme a este lado de la montaña.
No sé por qué me lo dijo... Pero me lo pidió mucho.
Lo escuche mientras hablaba con Zenitsu e Inosuke. Hablaban sobre que había algo en esta parte de la montaña.
Aunque ya hacía tiempo que no veía a Zenitsu ni a Inosuke. ¿Dónde estarán?
Tanjiro parecía bastante preocupado, creo que incluso más que cuando cazabamos demonios, aunque mis recuerdos de esos tiempos suelen ser un poco confusos.
Tan confusos como los recuerdos de como llegue hasta ese lado de la montaña, no tenia claro como lo había hecho, lo poco que recordaba era salir a tomar aire, Tanjiro enojado, yo buscando algo.
Deje atrás otra vez el pensamiento en el segundo que escuche algo crujir detrás de mi a la distancia.
¿La nieve cayó de las ramas?
Volví la mirada, solo encontrándome con la profunda oscuridad del bosque. O eso parecía.
Respiré profundo antes de volver la vista al frente y seguir caminando mientras cubría a mi bebé lo más que podía del frío viento.
