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Por la noche Miyeon fue a su cuarto y contó los billetes uno por uno, sin poder creer la cantidad que Minnie le había dado. Hizo cuentas y comprendió que con eso podía costear las medicinas de su madre, así la mujer podría trabajar menos y descansar más.

Si Minnie decía la verdad, entonces le podría dar incluso más que eso y solamente por un acostón, era una buena oferta, además Minnie no era nada fea, pero ¿Valía la pena perder su dignidad por el dinero?

Esa noche pensó y pensó con la cabeza recostada sobre su almohada y los billetes cerca de ella, ya que sabía que de alguna forma, si aceptaba la propuesta le daría armas a Minnie para burlarse de ella.

Cuando el sueño le estaba ganando llegó a una conclusión, era mejor perder su dignidad a que su madre siguiera trabajando como una esclava. Estaba decidido, aceptaría la propuesta de Minnie.

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La mañana del día siguiente iba tranquila, solo era Miyeon atendiendo al señor Yontararak antes de que este se fuera al trabajo, nada fuera de lo común, hasta que finalmente horas después apareció Minnie. Tenía los ojos rojos, el cabello algo enmarañado y la ropa un poco arrugada, se notaba que venía de una fiesta bastante larga.

Miyeon la observó sin decir nada, la tailandesa caminó hacia su cuarto lentamente y recargó su cabeza sobre su mano izquierda -Miyeon preparame el desayuno- exigió demandante -Y asegúrate de que me quite esta horrible resaca- subió las escaleras y entró a su cuarto, cerrando de un portazo.

La coreana suspiró, eran casi las 2:00 de la tarde y Minnie le estaba pidiendo el desayuno, genuinamente no podía entender como es que le gustaba salir de fiesta y terminar así. Dejó de quejarse para comenzar a cocinar un poco de sopa caliente y picante, cuando terminó sirvió la sopa en un plato grande junto a una taza de café negro.

Minnie entró a la cocina secándose el cabello con una toalla, vestía un par de pantalones cortos y una camiseta de tirantes, el color rojo en sus ojos disminuyó notoriamente, pero al parecer su dolor de cabeza permanecía igual que antes.

Miyeon buscó una aspirina, se la entregó en la mano junto a un vaso de agua y le dio una reverencia -Buenas tardes señorita Yontararak- se dio la vuelta para comenzar a lavar los utensilios de cocina usados, mientras Minnie se tomaba la pastilla.

La tailandesa tomó asiento y comenzó a comer en silencio, sin siquiera regresarle el saludo a la coreana, pues estaba más ocupada saciando su hambre y el ardor en su estómago por las grandes cantidades de alcohol ingerido la noche anterior.

Miyeon terminó, secó los platos y comenzó a acomodarlos en su respectivo lugar, después esperó paciente a que Minnie acabara para poder levantar los platos.

La tailandesa se tomó un momento para observar a Miyeon y le dio una sonrisa -¿Pensaste en lo que te dije, linda?- tomó unos cuantos sorbos de su café con cuidado para no quemarse y esperó por una respuesta. Miyeon estaba avergonzada pero no podía desaprovechar la oportunidad, al fin y al cabo, lo haría por su madre.

Aclaró su garganta para hablar y respiró -La verdad es que necesito mucho el dinero señorita- contestó, Minnie que seguía comiendo alzó una ceja esperando a escuchar una respuesta afirmativa. Miyeon pudo sentir los nervios a flor de piel -Acepto- contestó finalmente.

Minnie le dio una sonrisa siniestra -Vaya, sabía que aceptarías, alguien de tu tipo no puede negarse cuando las oportunidades se presentan- terminó su sopa y café en silencio, esperando para que la menor se acercara a levantarle los platos sucios. Cuando Miyeon lo hizo Minnie la rodeó por la cintura con un brazo, acercandola a su regazo.

Miyeon pudo sentir un sonrojo subiendo por sus mejillas hasta las orejas, pero no se alejó por la impresión, Minnie delineó su mandíbula recta con el dedo índice -Papá no puede saberlo, no me dejaría tener algo así con alguien como tú, así que pon mucha atención porque no volveré a explicarlo- advirtió, Miyeon asintió en silencio.

Young & Rich // Mimin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora