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Cuando la coreana despertó no pudo evitar que un sentimiento de culpa la invadiera, carajo, ¿De verdad se acostó con la mimada Yontararak? con la cabeza hecha un lío se levantó para darse un baño y así comenzar con su día, pues siempre era pesado.

Una vez lista se puso su uniforme y se dirigió a la cocina para comenzar a preparar el desayuno. Comenzó a hacer un poco de pan francés que ella sabía que el señor Yontararak amaba.

Recordó que Minnie siempre desayunaba un poco más pesado, así que optó por hacer huevo revuelto y lo acompañó con el pan y fruta.

Cuando los platillos estuvieron listos puso la mesa y tal como esperaba, su jefe entró al comedor hablando por teléfono, como siempre hacía. Le sirvió y el hombre sin agradecer comenzó a comer, Miyeon ya ni siquiera se preocupaba por eso porque ya sabía cual era su lugar aquí.

Miró su viejo reloj de mano y contó, 5... 4... 3... 2... 1... Nicha Yontararak ingresaba al comedor con una sonrisa prepotente y presumida en el rostro, vistiendo un traje bastante costoso y correcto, su cabello se encontraba atado en una coleta alta y su cuello se veía adornado con un collar, así como sus dedos con un par de anillos.

Miyeon alzó una ceja, sin entender por qué la tailandesa se mostraba tan elegante y correcta, Minnie no era así, ella era desordenada, rebelde y espontánea, jamás había usado un traje, pero ahora que lo pensaba mejor podía darse cuenta de lo mucho que se estaba perdiendo al nunca haberla visto así. Sinceramente era un espectáculo visual, una imagen que incitaba a su mente para desviarse a lugares pecaminosos que solo servían para torturarla mientras recordaba el tacto de los largos dedos dentro de ella.

-No sabía que además de pobre también eras sorda- escuchó, lo que la hizo salir de sus pensamientos abruptamente. Parpadeó dos veces sin comprender, hasta que la chica que ahora estaba sentada en el comedor volvió a hablar -Me vas a servir mi desayuno o ¿Vas a seguir viéndome con cara de estúpida?- el tono cansado y grosero la hizo entrar en pánico porque notó a su jefe frunciendo el ceño, molesto por ser interrumpido en medio de su llamada.

Miyeon hizo una reverencia -Lo siento señorita, ya mismo se lo traigo- y regresó a la cocina por los platos que acompañó con café caliente.

-¿Papá estás seguro de que debo ir contigo?- escuchó mientras acomodaba los platos frente a la heredera Yontararak. El hombre pidió perdón a la persona con la que hablaba y contestó molesto -Sí Nicha, y si no vas olvídate de tus tarjetas de crédito- reanudó su charla, ignorando el rostro enfuruñado de su primogénita.

Miyeon, que se encontraba en la esquina de la habitación por si se les ofrecía algo más, solo pudo rodar los ojos, ojalá su vida fuera así de fácil, le gustaría que con solo hacer eso tendría el dinero que Nicha posee.

La tailandesa desayunó sin mirar a nadie, el señor Yontararak de pronto se puso de pie y colgó su llamada -Vamos Nicha- el hombre se acomodó la corbata y revisó su aspecto una última vez. Minnie frunció el ceño, pues apenas y había comido la fruta -Pero papá todavía no acabo- su voz berrinchuda provocó que Miyeon volviera a rodar los ojos, a este punto sus ojos se quedarían así.

El padre de Minnie le dio una mirada severa -Al auto, AHORA- ordenó furioso y salió de ahí, dejando a una Minnie molesta -¿Puedes creerlo?- le preguntó a la coreana -Lo odio, cree que puede controlar mi vida, ha sido así desde que mamá murió- se aplicó un poco de labial con cuidado y cuando se puso de pie caminó hacia la coreana, que estaba evitando hablarle.

-¿Estás tímida por lo de anoche?- rodeó sus caderas con ambas manos y la acercó a su cuerpo, Miyeon alarmada por la situación intentó alejarse, sin embargo Minnie la aprisionó contra la pared -Shh tranquila, papá no volverá a entrar, solo hará que el chofer pite hasta que salga- se acercó de a poco mientras veía directamente a los labios de la chica -Aún pienso en tus labios, ¿Por qué no me haces recordar cómo se sienten?- atrapó los labios de Miyeon en un beso lento a pesar de que la otra parecía renuente.

Miyeon lo quería, le estaba gustando y deseaba más, pero entonces el sonido de un claxón sonó repetidas veces, haciendo que Minnie se separe un poco -Lo siento linda, tendremos que terminar esto en otro momento- besó su mejilla y discretamente dejó unos cuantos billetes en el bolsillo de Miyeon.

Al salir Minnie tomó un pan y se despidió con un guiño.

Miyeon quedó ahí confundida ya que no sabía que había pasado, solo pudo tocar sus labios, deshaciéndose del lapiz labial color rojo que evidenciaba lo ocurrido.

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El domingo Miyeon despertó feliz porque podría ir a ver a su madre, sin duda le hacía feliz pensar en la sonrisa que tendría en cuanto viera el gran fajo de billetes que había conseguido.

Arregló todo en la mansión, tomó su bolso y caminó a la salida de la residencia pues ya tenía el permiso de su jefe.

Cuando tomó el picaporte para abrir la puerta principal, una mano la detuvo y tiró de ella para apegarla a su pecho, Miyeon confundida intentó safarse, hasta que su mirada se encontró con los ojos afilados de la tailandesa -¿A dónde vas?- le preguntó con el rostro serio. La coreana desvió la mirada nerviosa -Hoy es mi día libre señorita así que iba a ir a ver a mi madre- explicó intentando alejarse, sin embargo Minnie sostuvo su mano con más fuerza, como ordenándole que se quede -¿Y te ibas a ir así nada más?- la tailandesa acarició la mejilla contraria y se acercó más.

Miyeon preocupada por ser descubiertas empujó a la mayor -Lo siento señorita, pero su padre ya autorizó mi salida- intentó verse profesional, pero su rostro estaba sonrojado.

Minnie asintió divertida y sin decir una palabra más las guió hacia el cuarto donde guardaban los productos de limpieza, ambas ingresaron de golpe, provocando que Miyeon se tambaleara un poco.

Nicha la rodeó por la cintura -No te vayas- pidió mientras llenaba de besos el cuello de la menor -Papá no estará, llega el martes, si te quedas podemos pasarla bien- su mano bajó para tomar posesivamente el trasero de la chica, que vestía unos jeans.

Miyeon avergonzada intentó alejar a su jefa -Señorita no podemos...- dijo con la voz ahogada, Minnie subió para besarla, dejándola sin aliento por unos minutos. Al separarse Miyeon le dio un fuerte empujón a la tailandesa -Le dije que no, tengo que ir a ver a mi madre, por favor señorita no lo haga más difícil- pidió mientras intentaba regular su respiración.

Minnie sonrió -Está bien, pero mañana te quiero aquí temprano- volvió a acercarse y depositó un beso en la mejilla de la chica, quien solo pudo asentir con las mejillas sonrojadas.

Ambas salieron de la mansión y cuando Miyeon estaba esperando el autobús un BMW se estacionó frente a ella y le pitó -Súbete, me queda de paso tu casa- Minnie abrió la puerta del copiloto y esperó a la coreana.

Miyeon negó -No puedo señorita, no se vería bien que me suba a un carro tan lujoso como el suyo, tranquila me iré en autobús- contestó nerviosa, Nicha rodó los ojos -No te pregunté, sube- ordenó.

La coreana acató la orden y subió con las mejillas de un tono rosado que Minnie notó -¿Hace calor no? pondré el aire acondicionado- hizo lo que dijo y encendió el auto.

-¿Dónde vives?- preguntó mientras se colocaba sus lentes de sol, Miyeon funció el ceño -Creí que lo sabía señorita, ya que dijo que le quedaba de paso- señaló, obvia.

La tailandesa pareció no saber qué contestar por unos minutos -Solo dime- su voz seria provocó que Miyeon soltara una carcajada y procedió a indicarle el camino.
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Young & Rich // Mimin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora