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-Señor, en un rato me voy ya, ¿necesita algo?-

-Lore, vete apenas termines, yo tengo para rato-

El reloj ubicado en la pared del frente delataba lo tarde que era y lo cerca que se encontraba el horario de salida de todo el personal, aun así el inconfundible Gustavo Goñi seguía ensimismado en los papeles de un nuevo cliente. La suerte, las alegrías y los éxitos brillaban en su amplio escritorio. Eso parecía agradarle ampliamente.

Twenty Two se había convertido en su segunda casa, en donde podía disponer y crear el mundo perfecto que tanto trabajo le había llevado. Una creación impulsada por el amor efímero hacia el futbol que compartía con sus socios y amigos de años, quienes algunos de ellos aún seguían a su lado compartiendo la misma locura que el CEO Juarense.

Su empresa glorificada había dado sus primeros pasos en el año 2004, donde Goñi y un par de amigos periodistas, recién saliditos de "Clarin" una noche de Viernes a las orillas de Mar del Plata fundaron entre bromas y bromas la idea de una empresa donde representaran a futbolistas argentinos, potreros de verdad y llevaran su gloria a lo alto. Fue así que a pesar de la muerte de uno de sus más grandes amigos, logro levantar y hacer realidad el sueño de los amigos que pronto dio novedades positivas.

Las reservas de los clubes argentinos había sido su debilidad por años y ante su anhelo de formar futuras promesas futbolísticas comenzó a buscar en cada rincón de los clubes a sus estrellas, como el solía llamarlos, mismos jóvenes que hoy en día eran su más grande orgullo, aun a pesar de los ciertos afectos que sentía por algunos de ellos o de uno en específico.

El hombre de negocios parecía estar tan ensimismado en sus papeles que el tono inadmisible de su teléfono lo saco de donde estaba su cabeza, buscando en la gran mesa dar con el aparato. Sonrió satisfactorio ante la imagen del emisor

-¿Cómo va mi arquero estrella?-

Su tono era conocido ya era obvio que la llamada le caía tan bien que espantaba su estrés laboral. Ante eso una sonrisa familiar se acercó a su rostro, mostrando un agrado amplio, porque pareció escuchar con total atención lo que decían del otro lado de la línea.

-¿Qué?-

Su ceño de repente de frunció notablemente, parecía extrañado como si le costara entender lo que le decían. Balbuceo un par de veces en un afán de intentar calmar a la persona del otro lado, pero por cada palabra que el emisor decía su respiración comenzó a delatar un mal augurio. Desesperación. Enfado.

-Emiliano, calmate. Yo soluciono esto ya mismo-

El esbozar de sus palabras era engañoso, como si quisiera calmar a su cliente o a su persona misma. Es que la noticia realmente le había caído como patada al hígado

-Ahora mismo hablo con Lisandro, y me comunico con el Arsenal. Pero tranquilo, te necesito calmado-

Su arquero parecía hablar sin pausa alguna, como si la situación hubiera rozado la desesperación misma y hubiese provocado el disparo de ataques de pánico en ambos. Uno preocupado por el otro y una cadena de malas noticias.

Aunque su llamada había finalizado, la mirada perdida y el desconcierto que el CEO sentía en si no se había esfumado de su ambiente formal, tanto es que había estado sumido en su llamada de último momento que no había sido capaz de percatarse de que la puerta de su oficina estaba levemente abierta.

Bonita llamada para terminar la semana, pensó.

Salió por un momento de su pensamiento y marco el número del abogado, con esperanzas de que el panorama solo haya sido una pequeña porción de exageración de su frustrado cliente

L E G I T I M O  ||Emiliano Martinez||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora