El chico que lo dibujaba

Capítulo 1

Aún faltaban unos minutos para que la clase terminara cuando Hyunjin finalizó su dibujo de Felix. Era solo un bosquejo, y ni siquiera uno de sus mejores, pero la dedicación con la que trabajó lo mantuvo ocupado durante la clase entera, de la que había querido distraerse tan pronto como escuchó la monótona voz del profesor dictar el contenido más aburrido posible. Ya ni siquiera recordaba de qué tema habló.

Desde el principio de aquel año, cuando se reencontraron en la escuela luego de las vacaciones, a Hyunjin se le había hecho más difícil que nunca quitarle los ojos de encima a Felix, todo por ese color platinado con el que había decidido teñir su cabello. Decisión que, según Hyunjin, cambiaba positiva y enormemente su imagen y, como consecuencia, lo hacía aún más interesante de dibujar.

Sopló los restos de basura que habían quedado de la última vez que borró, y apreció el resultado final de su obra.

Bueno, definitivamente no era uno de sus mejores. No se había propuesto que lo fuera. Aún así, admitía que había hecho un buen trabajo en capturar la concentración del chico mientras escuchaba la clase. Había capturado sus ojos atentos y expresión impasible casi como lo hubiese hecho una fotografía.

Quizá podría mejorar las proporciones, para la próxima vez... Sí, las manos de Felix no eran tan grandes. Y los reflejos de luz en su cabello, que en verdad eran un desastre, también valdría la pena esforzarse en ellos un poquito más.

Mientras más atención le prestaba al dibujo, más defectos le encontraba. Quizá Minho tenía razón cuando le decía que nunca apreciaba lo suficiente sus dibujos...

El timbre sonó, dispersando lejos sus pensamientos. Tan pronto como comenzó a guardar sus cosas, Minho se acercó a él.

—¿Recuerdas a Han? —le preguntó a Hyunjin, evitando hacer contacto visual.

—¿Sí?

Por supuesto que lo recordaba, si desde que el año escolar había comenzado y Han se había incorporado al curso, Minho no paraba de hablar de él. Y como Hyunjin se consideraba un buen amigo, no le hacía saber a Minho lo insoportable que resultaba cuando hablaba de aquella última obsesión.

—Bueno, me invitó a una fiesta, este viernes.

Eso explicaba los papelitos que vio que se intercambiaban en clases. Wow. Sí, papelitos. No lo admitiría ni para sí, pero le resultaba patético.

—¿Necesitas que te acompañe? —Hyunjin preguntó luego de que el silencio se hubiera alargado demasiado.

Minho asintió, feliz de no haber tenido que confesarlo en voz alta.

—Necesito apoyo emocional. No quiero hacer nada patético —¡Señor papelitos!—, y sé que tú... bueno, me ayudas. Me regulas. Controlas. Bueno, tú entiendes.

Hyunjin no creía que lo hiciera, pero si Minho sentía que su presencia en verdad lo hacía sentir mejor, se disponía a hacerle compañía.

Además, si salía de su casa, su madre (y Minho, de paso) no se quejaría de que le falta hacer vida social, lo cual era un clásico.

—Sí, sí, claro, iré contigo. Mándame los detalles de la hora y el lugar; si me dices ahora lo olvidaré.

—Mmm, ¿pensando en otras cosas? —inquirió, guiñándole un ojo y apuntando al dibujo que aún estaba en su escritorio.

Hyunjin se arrepentía de haberle dicho a su amigo que uno de sus pasatiempos era dibujar a Felix. Minho no perdía la oportunidad de hacerle notar cuán raro le resultaba, de reírse de él.

¿Era raro? No creía que lo fuese. ¿Qué había de raro en encontrar a un idiota atractivo? O quizás la parte rara estaba en el hecho de que lo dibujaba... Como fuese, era su problema.

Tampoco era como si le consumiera la vida entera... Solo dibujaba a Felix cuando lo veía. O sea, solo en la escuela. De vez en cuando continuaba los dibujos en su casa, pero en verdad, su entretención consistía en tenerlo ahí, frente a él, hecho de los más finos y cautivantes detalles sin que tuviera idea del impacto que tenía sobre el chico que lo dibujaba.