1. Sunset.

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Parte 1 (Atardecer rojo)

Oh, el es tan hermoso, tan bello cómo un ser divino. No puedo decir que conozco su nombre pues no lo sé, lo he visto sólo en la lejanía de un lugar:

En un sueño...

Recostado en la nieve tan pálida cómo su piel nivea y tersa, pero al mismo tiempo luciendo un contraste maravilloso, pues sobre esa blanca superficie se extiende un atardecer. Su cabello es rojo cómo el fuego envuelto en pequeños mechones dorados y pecas que asimilan las estrellas a penas brotando en el cielo a la vista del hombre, sus labios son tan rojos que parecieran estar teñidos con la piel de una manzana, tan extrañamente bello.

En el sueño en que él existe permanece recostado, plácido, con sus ojos también rojos entrecerrados, recién levantado, un encanto cálido que pareciera no existir en un mundo real.

(...)

Hacía ya varias noches que soñaba con un hombre, era curioso pues antes jamás soñé con nadie que no hubiera visto de manera que pudiera identificarlo en la calle. Tampoco es que estuviera acostumbrado a los sueños repetitivos, no hasta hace muy poco tiempo relativamente.

Me preguntaba si tal vez era la clase de sueño que uno idealiza y se transforma en una algo cálido de nuestra mente para apaciguar los días de soledad o las añoranzas de amor. Aunque debo agregar que me parecía demasiado estar pensando inútilmente por horas sobre un sueño ¿No? ¿Por qué perder el tiempo?

Tal vez porque aquello se sentía más que un simple sueño idealizado o de confort que brotó en una noche de rara soledad, aquello era más cómo:

Un sentimiento, uno muy real.

(...)

Nuevamente me había despertado con el corazón agitado y las mejillas tibias. Tenía un sentimiento de melancolía pesando sobre mi pecho, cómo si algo lo oprimiera hacía abajo, aunque al mismo tiempo había cierta calidez hermosa que hacía que en mi vientre algo simplemente revoloteara.

Al levantarme y ver mi reflejo desordenado en el espejo no pude evitar soltar una risita al lucir tan desaliñado y tan diferente, pareciendo todo un chico enamorado, aunque para mi no había tal sentimiento y no es como que estuviera enamorado de un sueño, dudaba que tal cosa fuera posible ¿No?

Últimamente mis sueños giraban en torno a un hombre pálido de largo cabello pelirojo, a veces le soñaba haciendo encantadores gestos que podría decir se grababan perfectamente en mi cabeza por alguna razón y cuándo los revordaba a la mañana, me atrapaba a mi mismo imitando estos gestos o sonriendo enternecido al recordar la forma tan dulce en que su naríz se arrugaba al reír y mostraba esa sonrisa tan bella. Dios ¿Realmente estaba flechado por un sueño?

A veces estaba en mis sueños jugando en la nieve, a veces únicamente me encontraba mirandole de lejos; también había llegado a tener sueños más íntimos, cómo imaginarlo entre mis brazos mientras compartíamos el más cálido de los besos, en ocasiones besos dulces y castos, en otras, besos pasionales que hacían incluso erizar mi piel ante el erotismo bañado de la belleza de aquel extraño ser.

En conclusión, tenía sueños bonitos y también sueños húmedos con alguien que en mi vida había visto.

A mi me gusta atribuirlo a que soy idiota emocionalmente, podría reírme para aminorar que en realidad quisiera llorar a mares. Y es que, soy la clase de chico que se autosabotea, de esos que tienen una terrible percepción de sí mismo, de la clase de torpe tímido que no puede hablar como la gente en frente de alguien que le parezca genial. Y siempre termino metiendome la pata a mi mismo, poniendo estándares imposibles de cumplir y cerrandome a la humanidad.

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