Volünders

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La arena de entrenamiento ya había quedado atrás.

A lo lejos podía divisarse la silueta de la ciudad donde residen los humanos.

Entre las calles que conectaban ambos espacios, el humano y su valkiria caminaban distanciados.

Kojiro se había ganado una reprimenda de una estruendosa e indignada Hirst. Era tanta la tensión que se acumuló en sus pensamientos que lo había dejado atrás por inercia.

Sasaki Kojiro podía no sentir miedo de los dioses pero con Hirst que lo acompañó desde el Ragnarok hasta la actualidad, sentía un temor similar al castigo de una madre hacia un hijo.

No tendría escapatoria.

-¡¡Poseidón es peligroso!!- dijo la valkiria con enojo- no debes acercarte a él. Siempre te lo he dicho Kojiro- su voz y su rostro se enrojecieron cada vez más - Ni siquiera respeta el pacto entre los dioses y los humanos. Yo soy la prueba de ello - dijo cerrando sus ojos y frunciendo el seño en claro gesto de molestia.

Hirst caminaba unos pasos más adelante del espadachin. Éste trataba de calmarla explicando por octava vez cómo el tirano de los mares había cambiado.
Ya no tenía ninguna intención en atacar a la raza humana. Siempre que estaban a solas, tenían una especie de comunicación donde Sasaki solía contarle anécdotas propias mientras el tirano lo escuchaba atentamente. El dios griego mostraba señales de querer cambiar su temperamento y había comenzado por escuchar.

-Él ya no es el mismo, Hirst. Si quisiera matarme, créeme, ha tenido muchas oportunidades para hacerlo. Pero aún estoy aquí. Ni siquiera me ha amenazado una sola vez -"aunque su hermano mayor es otro tema"- pensó acercándose más a la mujer.

-El que sigas con vida no quiere decir que no planea algo más - se giró para verlo directamente a sus ojos. El espadachin correspondió la mirada.

Luego, un silencio prolongado. Esa mirada no era normal. Algo estaba pasando.

-¿Que es lo que sucede? - preguntó con algo de preocupación el humano. El silencio de su compañera no era una buena señal.

- Kojiro, dime la verdad. ¿Has visitado a Poseidón? - dijo sin dejar de mirar directamente a Sasaki -te dije que los Einherjar no pueden hacerlo. Hay dioses que guardan rencor por su derrota. Podrían lastimarlos sin nosotras.

-Ara Ara Ara, gomenasai Hirst. Pero ahora es diferente. Somos fuertes aunque no lo parezca. Además siempre podemos hablar antes de pelear - comentó despreocupado el espadachin.

-la última vez que dioses y humanos "hablaron", o al menos que lo intentaron casi se baten en un duelo a muerte con Loki y los dioses de la fortuna.

-¿cómo sabes eso? - dijo un poco sorprendido

- Brunilda lo sabe. Ella tiene muchos informantes. Sin mencionar que Budha fue la principal razón del duelo.

-debí suponerlo. Ella es muy inteligente y estábamos en plena batalla. Siendo sinceros no es algo malo. Pudo evitarse y no hubo heridos.

-ese no es el punto Sasaki - ahora apareció la versión más calmada pero más introvertida de su amiga - en ese entonces apenas habían curado tus heridas, el Ragnarok aún no terminaba y eran más dioses que humanos- hizo un silencio para tomar aire y suspirar pesadamente - no podíamos perder a nadie más.

En ese momento Sasaki lo comprendió. Aunque ellos lideraban la batalla, no estaban solos. Si algún humano moría, también lo haría su Valkiria. A diferencia de los Einherjar que se conocieron durante el enfrentamiento, ellas eran hermanas.
Tenían una unión, las 13 Valkirias compartían una hermandad única.

No se había percatado de los temores y pérdidas que tuvieron que pasar las guerreras. Sobre todo aquellas que pudieron vencer y recordaban a sus hermanas caídas.

-no sirve decirlo ahora, ya ha pasado mucho tiempo. Pero lo siento Hirst, fuimos muy inconcientes y seguramente el calor de las batallas libradas o que estábamos por luchar nos cegaron.

Ahora quien suspiraba era Kojiro mientras colocaba sus manos sobre los hombros de la valkiria.

-Sentíamos que teníamos motivos correctos para iniciar el duelo. Sin embargo, aunque queríamos ayudar a Budha, no pensamos en las consecuencias a futuro.

Hirst se acercó a Sasaki, a veces parecía un niño. Si bien su edad reflejaba lo contrario. Precisamente tenía la edad de su muerte pero sus pequeños gestos o expresiones delataban el alma joven que vivía en él.
Y eso le agradaba a la Valkiria. Ellas siempre vivieron con temor o en tiempos de guerra, el humano Kojiro era una especie de bálsamo para las guerreras y también para el resto de los Einherjar.

Cada uno, a su manera, se había ganado el respeto y un espacio en su familia.

-siempre nos preocupamos por ustedes - dijo con menos pesar la guerrera.

Sasaki se separó un poco de ella para hacer una reverencia.

- estoy a tu cuidado, señorita Hirst - dijo Kojiro para luego sonreír

- Vamos, nos están esperando

Los luchadores siguieron hasta llegar a la ciudad. En el centro de la misma se encontraba una gran mansión que funcionaba como el hogar de todos los Einherjar.

En la salón principal, cada uno de los humanos y sus Valkirias se encontraban allí.

Cuando el samurái y la mujer llegaron, ocuparon sus asientos junto a Jack y Hölk.
En ese instante, la mayor de la valkiria apareció junto con Geir, ambas se acercaron hasta quedar frente a los humanos.

-los he citado aquí por una razón que muchos seguramente recordarán -dijo Brunilda mirando a cada uno - Mañana por la noche se celebrará una ceremonia

-¿Y cuál es el motivo? - dijo un distraído Raiden mientras Trud sonreía por las tonterías de su compañero

-Bueno, mañana se cumple un año de la batalla entre dioses y humanos. Mañana se celebrará la victoria humana frente a las fuerzas divinas - dijo con satisfacción Brunilda.

-Esto será interesante - dijo Nostradamus mientras veía cómo el resto de sus hermanos se quedaban sin habla.

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