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⋆ ࣪˖·.⋆ 💐🍵 ⋆ ࣪˖·.⋆
⋆ ࣪˖·.⋆ Chloe McDonald ⋆ ࣪˖·.⋆
⋆ ࣪˖·.⋆ 💐🍵 ⋆ ࣪˖·.⋆

Ví al Jorge divagar en si abrir su boca para decirme algo alentador, o si en tan solo guardar silencio. Nunca sabré por cual se inclinó, porque, cuando finalmente me miró, la pequeña campanita que estaba sujeta a la puerta sonó.

—Culiao' no quiero. —se quejó, quien venía entrando por la puerta, en compañía del ¡¿Luciano?! —El viejo ta' puro hueándo. Vámonos, por fa'.

Me quedé mirando fijamente al Luciano, desorientada, no creyendo si yo misma lo había invocado, o si tan sólo era un acto cruel del destino.

—Ya hablamos de esto, pu'. —habló el Luciano, quien al parecer ni se acordaba que habíamos cruzado palabras el otro día. —El papá te va a quitar el auto si no trabajas, y a tí te gusta ese auto.

El Jorge los miró atento, para luego saludarlos medio incómodo para llamar su atención.

—Hola, bienvenidos a Starbucks. ¿Desean algo para beber? —el Jorge citó el monólogo habitual. Yo me escondí en la pequeña parte de la cocina, esperando no tener que cruzar palabras con ninguno de los dos.

—Eh, no. —le escuché responder al Luciano. —Mi hermano, se supone, que empieza a trabajar aquí.

Miré de soslayo la situación, para darme cuenta que la mirada del hermano del Luciano estaba buscando la mía. Me sonroje de la impresión, escondiendome más abajo de la barra, intentando que se olvidara de mi mera existencia.

—¡Ah! eri tú. —el Jorge apoyó sus codos en el mesón de bebidas. —Bienvenido, entonces pu' nuevo. ¿Cómo te llamai?

El hueón apartó su mirada de la mía, para ver a mi compañero de pega. —Me llamo Gonzalo.

—Buena. El jefe debe estar en su oficina, o quizá en el baño. De todos modos, ya viene. —el moreno les enseño una mesa. —Siéntense si quieren, por mientras.

—Buena, gracias. —el menor se giró para irse a la mesa, pero al hacerlo, se volvió a girar pillandome.

Mierda.

Me escondí lo más rápido posible, pero nada me salvó de que el Luciano afirmara ambos codos en el mesón, y me mirara directamente a la cara, pillandome con una mano sucia de caramelo y la otra intentando taparme la cara.

—Oye, ¿tú no eri la de la compe de ayer? —me apuntó, medio extrañado. —¡Claro que erí tú! Ja, ¿ésta es tú pega?

Negué instintivamente.

—¿Segura? —se rió. Me miré el uniforme de trabajo, media avergonzada.

Iba a hablar. Le iba a decir que sí, que en realidad si trabajaba en un Starbucks, aún llevando el apellido McDonald, lo que era completamente contraproducente, pero su hermano, el llamado "Gonzalo", me interrumpió antes de tiempo.

—Lucianito, ven. Tú ya tení a tú mina. —se burló en voz alta.

El Luciano me miró medio incómodo y se apartó, camino hasta donde estaba sentado su hermano, para pegarle un sape en el cuello. El Jorge no se logró aguantar la risa, mientras yo los miraba igual de inquieta que antes.

Algo se susurraron. Una broma, quizás, pero una que me puso ansiosa ante la posibilidad de que yo estuviera entre sus palabras.

—¡Jorge! —el jefe llamó la atención del nombrado. Enojado. —No me dijiste que había llegado el nuevo.

Mi amigo se limitó a guardar silencio, mientras yo jugaba con mis manos, deseando poder abrir mi Twitter y comentar lo nerviosa que estaba y lo molesta que me ponía tener que estar a cargo de alguien nuevo.

Yo ni tengo twitter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora