Cariño, me siento caliente

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Capítulo único

-editado-

Kakashi camina cansado casi durmiendo hasta llegar a la puerta de su departamento, abrió con su preciosa llave dorada la cual lleva dibujada un corazón en el centro, obra de Iruka, pero para su sorpresa se encuentra con las luces apagadas. Algo muy extraño debido a que Iruka siempre llega dos horas antes y le recibe de forma cariñosa aún cuando se encuentra haciendo tarea. No parece que haya alguien en casa, ni siquiera puede percibir el aroma de la comida. Se quita los zapatos a la par que revisa sus mensajes en caso de haber recibido uno y por descuido, no haber respondido. Avanza por la penumbra extrañado porque Iruka no le había escrito desde hacía un par de horas. Prende la luz notando enseguida las cosas de su novio sobre uno de los sofás, es entonces cuando su voz resuena por el departamento.

—¿Ca-cariño?

—Sí, cielo—responde quitándose la mochila de la espalda— ¿Te dormiste?

Pregunta sin prestar atención al sonido del arrastre de pies. Deja su teléfono sobre la mesa y comienza a desabrocharse la camisa que utiliza para su trabajo de medio tiempo en la cafetería. Un quejido se escucha y al voltear la mirada no puede hacer más que atragantarse con su saliva.

Kashi, me siento caliente.

Iruka se encuentra vistiendo solamente con un bóxer gris. Su frente suda y se puede notar a simple vista el esfuerzo titánico de sostenerse de la pared para no caer. Sus mejillas blancas están teñidas de rojo intenso y respira agitado. Kakashi sale de su ensoñación al notar el temblor en las piernas ajenas, pronto se acerca a su novio, con un semblante de preocupación absoluta lo sostiene en sus brazos y lo arrastra al sofá para que descanse. Iruka apenas consigue moverse por su cuenta cuando las manos de su pareja lo sostienen de la cintura. Siente derretirse por ese toque y se deja ser. Se nota ansioso, pero Kakashi está tan sumido en su preocupación que no repara en ello, ni siquiera advierte la prominente erección del más bajo.

—¿Qué pasó? ¿Te has enfermado? Apenas y puedes caminar Iru, ven, te tomaré la temperatura ¡Estás hirviendo!

—Kakashi.

—¿Te duele algo?

Iruka prácticamente se deja caer como peso muerto evitando soltar un gemido por la sensación de suavidad y el aroma que desprende siempre Kakashi. En su mente se encuentran las bebidas ofrecidas por Kotetsu, los chocolates que Anko le obsequió, las fresas que Kurenai le invitó y por último las vitaminas que Izumo entre risas le obligó a tragar. ¿Qué le dieron? Se pregunta observando con desespero al contrario quien se va en busca del objeto dejándolo solo por unos segundos.

—Kakashi.

Susurra. Pide, casi ruega en su mente a que Hatake vuelva y le toque de nuevo.

—Ya cielo, aquí está el termómetro, póntelo debajo del brazo.

«Iru chan, nos hemos inscrito a unas pláticas sobre sexo y sexualidad nada más por puntos extra, deberías inscribirte tú también, por ahí me dijeron que darían condones y otras cosas, tal vez tu novio te lo agradezca» «No vayas a aceptar nada de lo que esos idiotas te den, podría ser peligroso» «Iruuuu chaaaan, prueba estas bebidas, están deliciosas, dicen que ayuda al mejor funcionamiento de los órganos.» «Iru, a ti te gustan los chocolates, ¿verdad? Me dieron unos pero estoy a dieta, te los regalo» «¿Quieres fresas también?» «Tómate estas vitaminas, ándale, se nota que te hacen falta, andas todo flaco y creo que más pálido que ayer» «No aceptaste nada de lo que te ofrecieron, ¿Verdad? ¡Iruka, te dije que no! Será mejor que te vayas a tu casa»

Afrodisíaco ᵏᵃᵏᵃⁱʳᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora