Piensas que los polos iguales no se atraen , pues esta es la prueba de que dos energías negativas pueden crear el maravilloso amor dentro de una banda de narcotraficantes de las 4 regiones
¿y tu que hubieses echo si la vida de tu padre corriera...
Al menos, esa fue la narrativa que me conté durante años.
Pero en el momento en que el reloj marcó las tres de la tarde de aquel día fatídico, el simple título de "Simple" se tornó en un peso insoportable
La vida no era fácil, y mucho menos en los últimos meses. La grave enfermedad de mi padre había lanzado mi tranquila existencia por la ventana, llevándose consigo sueños que alguna vez parecían tan alcanzables
Con cada visita al hospital, el aire se impregnaba de antiseptico y miedo. Ver a mi padre, el hombre que había sido mi roca y protector, desvanecerse lentamente, me dejó una sensación fría en el estómago
La preocupación por su salud no era solo una carga emocional, sino también una responsabilidad económica que me oprimía
Los tratamientos eran caros; mis ahorros apenas y alcanzaban para unos pocos días más
Esa tarde, la campana del instituto resonó como un campanario en medio de una tormenta
El sonido sacó a todos de su letargo académico, y los estudiantes comenzaron a recolectar sus cosas
Sabía que no podía perder tiempo; tenía que salir volando hacia mi trabajo en el restaurante de la esquina.
Me levanté rápidamente, dejando mis libros y la prisión de papel en la que había estado atrapada durante horas. Mi mente no podía dejar de pensar en mi padre y en cómo las cuentas se acumulaban, así que apreté el paso
Justo cuando estaba a punto de cruzar la puerta, una voz familiar me detuvo
Era Cristhi, Compañera y amiga desde que tengo memoria, Que se aferraba a su mochila con una sonrisa despreocupada
—¡Leydi!, ¿Llevas prisa? —Preguntó, con su energía habitual
—Sí, tengo que llegar al restaurante antes de que se llenen —Respondí, casi a la carrera
Mientras corría hacia la salida, un pensamiento repentino me detuvo. Miré hacia atrás, recordando que había dejado mi celular
Cristhi, siempre atenta, ya había adivinado lo que pasaba. Me siguió y, en cuestión de segundos, apareció con mi celular en la mano, luciendo como si hubiese ganado un trofeo.
