XI

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Un mes después… 

Jungkook sonrió, mientras Jimin roncaba suavemente, su rostro se relajaba, mientras dormía. 

Pasando la mano por el hombro de su pequeño Omega, pensó que podría estar soñando. Jimin había estado en su cama todas las noches y aunque se ponía de mal humor y sarcástico de vez en cuando, parecía demasiado feliz. Sólo con verlo sonreír su corazón se agitaba.

Era un sentimiento al que no estaba acostumbrado, un sentimiento que anhelaba. Deslizó la palma y encontró el abultado vientre de Jimin. Cada semana se hacía un poco más grande, y el latido del corazón del cachorro se hacía más fuerte. Acunando a su hijo no nacido, Jungkook cerró los ojos y apretó los labios contra el hombro de Jimin.

El suave golpeteo de la lluvia cayendo le ayudó a relajarse hasta que estuvo en el borde del sueño. Era tarde, y habiendo pasado la noche follando como conejitos, les había llevado a dormir la mayor parte del día. 

Jungkook se dio cuenta de lo solitario que se había vuelto. Y lo mucho que quería una familia, una manada propia. 

Un ronroneo suave llamó su atención y Rascal se subió en silencio a la cama. Se acurrucó contra Jimin y se durmió. Los dos se habían convertido rápidamente en buenos amigos, Jimin siempre disfrutando las travesuras del mapache.

El Alfa no pudo evitar sentirse como si su familia finalmente estuviera uniéndose. Tenía a su Omega en sus brazos y el cachorro cómodo y seguro en su vientre. Pronto su cabaña silenciosa y estéril se llenaría de risitas y desorden. 

No podía esperar. 

El sonido del crujido del pasto lo puso en alerta. Con pasos silenciosos, se acercó a la ventana y se agachó. Tomando una gran dosis de aire, olía a algo almizclado, pero era difícil saber a qué tipo de animal pertenecía. La lectura de los olores era difícil bajo la lluvia, pero… se relajó mientras un oso negro vagaba por su camioneta, olisqueando el aire.

Después de una rápida investigación del vehículo, el oso corrió hacia el bosque. Sabía que necesitaba hablar con Jimin acerca de su hermano, pero había estado viviendo en un estado de felicidad en las últimas semanas y no quería quebrar la tranquilidad. Y si iba a mantener a su familia a salvo, tendría que hacer algo con Seoyun. No podían vivir en su burbuja para siempre. No era justo para Jimin o el cachorro. 

—¿Está todo bien? 

La voz de Jimin lo apartó de la ventana y ofreció a su chico una sonrisa tranquilizadora. 

El cabello del pequeño Omega se erguía sobre su cabeza en un adorable enredo. Se limpió sus nublados ojos. Fue a reunirse con él en la cama y lo acercó a su cuerpo, el hombre hizo un sonido como un ronroneo y se acurrucó contra él, su barriga golpeando su estómago. 

—Sólo quiero estar aquí, todo el día —, murmuró Jimin. 

Tan agradable como sonaba, su instinto se puso en marcha. 

—¿Te sientes débil otra vez? Tal vez no has estado recibiendo suficientes nutrientes. 

—Nu-huh. No arruines mi estado de ánimo, con el líquido de mierda, ¿de acuerdo? — Dijo 

Jimin, levantándose para que sus ojos estuvieran a su altura. —Quiero decir, que estoy muy cómodo y me gusta. Es agradable no tener que preocuparse por terminar el trabajo y pagar las facturas y todo ese estrés, que induce la mierda del mundo real.

—Eso es bueno. —Deslizó el dorso de sus dedos, por la mejilla de su compañero, 

saboreando el calor y el color. —Quiero que estés cómodo y feliz. 

𝗛𝗘𝗔𝗧 ➵ ᴷᵒᵒᵏᴹⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora