Chichi no podía sacarse el sabor de los labios de Bulma. Sentía ella todavía el ligero sabor a fresa y cigarrillos en los suyos. Como si el beso de aquella mujer de cabello celeste se repitiera una y otra vez en su mente, como un disco rayado.
Chichi había besado a muchas, MUCHAS mujeres después su divorcio. Ella sabía que no estaba enamorada de su exesposo, sabía que nunca iba a enamorarse de un hombre. No obstante, ya llevaba tantos años casada que sintió que era demasiado tarde para ella. Aun así, tanto su exesposo como sus hijos la alentaron a perseguir su felicidad. Aquello le permitió llegar a donde estaba.
Chichi había besado a muchas mujeres después de su divorcio, pero el beso de ninguna se había quedado tan impregnado en su mente como el de Bulma. La mujer de cabello azabache puso levemente las yemas de sus dedos en sus labios, acariciándolos.
Quería volver a besarla, pero sabía que eso no iba a ser posible hasta quien sabe cuándo. Bulma era una mujer súper ocupada, y si no estaba todo el día metida en su trabajo, estaba con sus hijos. Solo a veces la científica se daba un respiro para poder relajarse después de tanto arduo trabajo. Solo entonces Chichi pudo besar sus labios carnosos, rosados y suaves. Aquellos labios que anhelaba tener sobre los suyos, aunque sea por mísero segundo más.
Todos los besos después de ella no se sentían igual. No podía ni siquiera pensar en besar a alguien más que no fuera Bulma. No quería besar a nadie más. Quería volver a sentir el leve sabor a fresas y tabaco en sus labios. Quería volver a entrelazar sus dedos en su cabello, recorrer su espalda con las yemas de sus dedos. Quería que, al abrir sus ojos, la actual dueña de la corporación cápsula estuviera ahí. Quería verla a los ojos mientras acariciaba su rostro.
Quería tanto, tanto, tanto besar a esa mujer, tanto que se volvería loca si no lo hacía.
Bastante tiempo estuvo pensando cómo iba a hacerlo. Pensaba en invitarla a una cita, pero sabía que no iba poder contenerse hasta que finalizara. Además de que Bulma estaba bastante ocupada, no tenía tiempo para citas. Pensó en ir a la Corporación Cápsula ella misma y pedirle que la besara en este preciso momento, pero llegó a la misma conclusión. Bulma estaba ocupada.
Lo de ir a la Corporación no era una mala idea, pero tendría que buscar un buen tiempo para hacerlo. Tenía que llegar una vez supiera que Bulma estaba desocupada y ahí mismo pedirle un beso.
Chichi no estaba segura de cuándo Bulma se desocupaba, así que requirió la ayuda de Goku para encontrar el momento perfecto.
—Cuando vayas a visitar a Vegeta...— la ama de casa vio como Goku se sonrojaba levemente al escuchar el nombre del otro saiyajin— y veas que Bulma no está trabajando, ven por mi lo más rápido que puedas.
—¿Para qué necesitas que...? — Chichi vio como la expresión de Goku cambiaba de confusión a una sonrisa pícara. — Quieres volver a besarla ¿No es así? —suaves codazos rozaban contra su hombro. Con esos movimientos, se dio cuenta de la provocación no tan sutil de Goku. Pero Chichi no pudo evitar sonrojarse. Se llevó las manos al rostro en un intento inútil de esconder su fuerte rubor.
—Si...—sonreía mientras balanceaba su rostro levemente, recordando una vez más los perfectos labios de la científica. Estaban carnosos y brillantes. Y se podía ver un indicio de sus dientes mientras sonreía. Sus labios eran tan... besables. Como si hubieran nacido en este mundo solo para ser los labios más besables...
Rápidamente se sacó de aquel trance, la urgencia de besar a Bulma era más grande que cualquier fantasía de hacerlo fuera. Golpeó levemente a Goku, pidiéndole que se pusiera serio
—Ve, y no quiero que regreses sin intenciones de llevarme de vuelta.
Goku asintió, se llevó ambos dedos a su frente y se esfumó de ahí.
Chichi se dirigió a la cocina a preparar una taza de té, llamó a Goten para que fuese a traer la suya, y esperó. Sentada en el sofá, soplaba la bebida verde para que se enfriara y pensó en encender la televisión. Sin embargo, fue interrumpida por la aparición repentina de su exmarido, con Vegeta a su lado.
—ESTABA HABLANDO CON VEGETA Y ESTABA A PUNTO DE BESARLO CUANDO ME DI CUENTA DE QUE BULMA ESTABA DESOCUPADA ENTONCES LE DIJE QUE ESPERARA Y VINE EN CUANTO PUDE— habló Goku, en voz alta y acelerado. Vegeta se apartó de su lado, se sonrojó, apartó la mirada y gruñó.
—¡Llévame entonces, Goku!— Gritó Chichi con la misma urgencia, fue corriendo a donde se encontraban los saiyajines y le puso la mano en el hombro al mencionado.
Ambos se fueron, pero Vegeta, al no estar cerca, se quedó en aquella pequeña y acogedora casa.
Ambos llegaron, teletransportándose frente a la científica.
Chichi, al ver a Bulma, el recuerdo de su primer beso regresaba a su mente.
Su rostro estaba completamente enrojecido, soltaba una sonrisa nerviosa y apartaba un poco la mirada.
Recordaba como la mujer de cabello azul tomaba delicadamente su rostro y rozaba sus labios contra los suyos. Como la ama de casa lentamente se acercaba, haciendo que Bulma se fuese recostando de poco a poco. Juraba que aún podía sentir el calor de su cuerpo junto al suyo. Como sus manos se apartaban de su rostro y viajaban a nuevos territorios. Como Chichi sentía las curvas de la otra mujer, y como sentía que la otra también sentía las suyas...
—Bueno, ya te traje a que besaras a Bulma— anunció Goku en voz alta, volviéndola a sacar de su trance. —Ahora Vegeta y yo... ¿Vegeta? — miró extrañado.
Tanto Chichi como Bulma rieron suavemente al ver la exasperación de Goku por haber dejado a Vegeta atrás. Vieron como el saiyajin se teletransportaba fuera de la corporación hasta donde sea que esté Vegeta.
Pasaron unos cuantos segundos de silencio, hasta que Bulma lo rompió abruptamente.
—¿Vienes por más de esto? — Bulma hizo pequeños ruidos de besos mientras señalaba sus labios. —¿o Goku solo estaba exagerando?
Chichi ahogó un sí con las manos ahuecadas en su rostro, claramente nerviosa. Bulma tomó sus manos, y las apartó suavemente de su rostro. Luego la tomó del mentón y le plantó un suave y rápido beso en sus labios.
Un beso tan ligero como una pluma, pero tan poderoso que hacía que el corazón de Chichi latiera fuerte y ruidosamente.
Una vez se apartaron, Chichi quedó anonadada, mientras que Bulma, con una voz juguetona, dijo:
—La próxima vez que quieras hacer algo así, avísame— le guiñó un ojo y se dio la vuelta. Mientras se alejaba, le anunció— Por tí puedo hacer cuanto tiempo quieras.
La mujer de cabello oscuro había besado a muchas mujeres después de su divorcio, pero ninguna se compara con Bulma.
A la próxima vez tomaría en cuenta su sugerencia.

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El recuerdo de tus labios.
FanficChichi había besado a muchas mujeres después de su divorcio, pero el beso de ninguna se había quedado tan impregnado en su mente como el de Bulma. Quería volver a besarla, tenía que volver a besarla. Si no lo hacía, estaba segura de que enloquecería.