Capítulo 1

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Deseo de libertad, es algo que creo que todos llegamos a tener en algún momento. El increíble deseo de empezar a volar como los pájaros que vagan libre por los cielos. Sin ataduras al no ser atrapado por un humano, aquellos que sí desean pueden moverse libremente por el mundo.

Mi libertad nunca me fue dada, ni siquiera al momento de nacer. En mi vida todo estaba pensando, porque había nacido con un propósito, y, aunque deseara liberarme, no podría. Porque es vivir o morir, no hay otra opción para mí.

 Suspirando me alejé de la ventana, tenía que empezar a terminar de prepararme par a la boda que tendría hoy.

Apenas había cumplido dieciocho años, ya estaba siendo vendida aún hombre para salvar las deudas de mis padres.

Al parecer él conocía a mis padres desde que mi madre quedó embarazada y les había ofrecido mantenerlos, hasta que fuera una adulta y pudiera tenerme, aquellos lujos y dinero que el hombre le daba a mis padres. Era solamente el pago por tenerme para toda la vida.

Me imaginaba yo saliendo de esta casa que para mí era una prisión para entrar a otra. Lo único que había tenido por años era simplemente la gratitud de poder aprender a leer. 

Bueno, eso es lo que mi padre me ha dicho siempre. "Deberías agradecer que se te enseño a leer y escribir, lo único que deberías de aprender es a ser una buena esposa"

En todos estos años siempre llegaba un libro a la semana de parte de Él, desde que tengo memoria.

Algunos resultaban extraños, aquellos libros de romance eran los que nunca lograba terminar, me imaginaba a que Él los leía y pensaba que íbamos a ser nosotros, que enviaba esos libros para que de alguna forma retorcida pensará que éramos nosotros. Los peores eran los que eran explícitos de una forma retorcida, ya que en la segunda página podías leer estás escenas.

Todo era retorcido para mí cuando lo empecé a notar, alguna semana era un libro sobre una historia feliz, cambiaba a una de acción, una triste, uno de fantasía, misterio, humor y los peores para mi romance.

Algunas semanas él generó, se repetía y cuando eso pasaba siempre venía una foto, no recuerdo cuantas de ellas he botado. Solo recuerdo haber conservado una.

Una linda postal en la cual podía mirar una increíble naturaleza, y pájaros en el cielo, con un lago y al fondo apreciabas aquellas montañas cubiertas por una pequeña capa de nieve, esta siempre estaba en una esquina de mi espejo. 

Estas semanas tuve que releer mis libros, solo había estado recibiendo unos libros de romance, y otros de romance, bueno, explicito.

Me miré al espejo, mire mi cara con ojeras que habían sido tapadas por el maquillaje para que no fueran vistas, mi delgado y blanco cuerpo que se reflejaba, miraba mis ojos azul verdoso con un delineado. Y mi nariz recta, mis labios pintados de un rojo sangré.

Mi cabello negro caía suelto por mi espalda. Tapando la abertura de la espalda del vestido.

No logré oír a mi madre entrar, hasta que habló me di cuenta de que ella estaba ahí.

— Es hora, nos vamos. — Dijo mi madre desde la puerta de mi cuarto.

Fui hacia ella a paso lento, por un momento pensé en que pasaría sí hacia una rabieta. Sí empezará a patalear y rasgar el vestido.

Pero estaba segura de que sería inútil. Ya había intentado dar mi opinión a este asunto y no me fue para nada bien, después de unos golpes de mi padre sabía que yo solo tenía que obedecer. Era mejor eso a despertar inconsciente al lado del hombre que me compró y que todo lo demás pasará de improvisto. 

O yo estando inconsciente.

— Evita estar quejándote con tu padre, ya sabes que es lo que pasará si vuelves a decir que no quieres esto. — dijo mi madre mientras salíamos de la casa y entrabamos aún vehículo.

— Sí, madre. — Le dije mientras me sentaba y bajaba la ventana para sentir el aire en él caminó.

Sentí la mirada de mi madre por un momento. Pero entendí que no haría nada más que eso.

Una parte de mí deseaba que ella y mi padre, se preocuparan. Que talvez en realidad no querían esto, que me ayudarían y no me entregarían y me tratarían mejor, pero, es más fácil imaginar ese escenario a que en realidad pase.

— Llegamos, esperen en el auto hasta que regrese. — dijo mi padre bajando del auto.

El auto se detuvo frente a una pequeña iglesia rural, desde mi ventana pude apreciar su fachada sobria junto con sus ventanas estrechas y alargadas. Tenía un aura mística que atraía a seguirla viendo, sin sentir incomodidad.

En ese momento mi mente se centró en la fachada de la iglesia, imaginándome como podría ser por dentro, esperando que la iglesia me distrajera de todo lo que pasaría.

— Ya bajen están acá, tendremos que ir aún salón apartado por unos minutos. — dijo mi padre viendo su reloj, al levantar su mirada dijo - Pero por Dios mujer has algo con ella, se ensuciará toda, no quiero ningún reclamo. — dijo mi padre cuando miraba que dentro del auto me tropezaba con el largo de mi vestido.

Mi madre me miró mal mientras agarraba una parte de la falda de mi vestido mientras bajaba del auto, Así hasta que llegamos a la entrada de la iglesia.

Mi padre abrió la puerta y entonces entramos.


Hola, muchas gracias por terminar el primer capítulo de mi historia, espero estén disfrutando. 

Les agradecería mucho si comentan, votan y comparten esta historia. 🤗

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