Capítulo 7

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Miré a la madame que se sentaba erguida en el asiento de enfrente, su mirada penetrante, su boca rígida decorada de unos labios rosados y su mentón levemente elevado.

-Tu, ¿cómo crees que son los nobles?- preguntó Filomena.

-Aburridos, excéntricos, lo suficientemente crecidos para que me faciliten las cosas... algo de hipócritas también.- contesté.

-Puede que sea así pero también lo son en los barrios bajos, lo único que cambia es el contexto donde el dinero es tanto que ya han visto a diferencia de tu y yo, desde que nacieron jamás tuvieron que preocuparse por comer, dormir, vestir. Esas energías las dedicaron a cotillear, tocar instrumentos, generar habilidades de encanto y socialité para mejorar su estatus. Ellos tienen la pelea por rangos. Si no entiendes de dónde vienen es claro que te parecen aburridos y arrogantes ya que no tienen lo necesario para sobrevivir pero tu sí. Usarás tu adaptabilidad y percepción, engañaremos a tu pasado y los demás te creerán.- Filomena mantuvo su largo cuello recto y jamás desvió la mirada - A partir de hoy, serás la mejor embustera que haya creado, el mundo estará ante tus pies.

-Solo necesito... ¿parecer como ellos? -reflexioné, mis acercamientos con la nobleza eran momentos fugaces, lo suficiente para acabar con sus vidas y asegurarme que estuviera hecho, sus gestos y palabrerías las tenía imbuidas de observar sus patrones a lo lejos pero un contacto directo no era común en mi trabajo. Todo era a base de lo que veía y creía.

-Parecer, pensar, provocar, reir, actuar, como una señorita. Tu máxima valor es tu virginidad- se cortó- la tengas o no, no me importa.-miró apenas a señorito Fisto- si quieres estar a la altura debes ser inocente casi tan ingenua como un cordero yendo al fogón. Risas sutiles, voz de terciopelo, miradas discretas, distanciate de los varones y por amor al Rey cierra esas piernas.- Continuó- Jamás confíes en un hombre noble verás que su buena reputación está hecha a costa de cientas de jóvenes.

Para entonces noté el ligero modo de revolotear sus manos con cortos y suaves movimientos bajos, su cara a pesar de mostrar el paso de los años se mostraba serena con una pequeña sonrisa amable cubierta en ocasiones por su bien decorado abanico blanco. Intenté relajar los músculos de mis mejillas y nariz, moví ligeramente una mano como si fuera a tocar el piano de cristal para colocarla sobre mi boca.

-Estoy agradecida de tener el honor de estar a su cargo. Estoy a su disposición de sus finas y sinceras atenciones, señora Filomena- cada sonido que dije estaba controlado, al terminar la oración sentí cierto cansancio en mi cuello.

Para mi sorpresa, la comisura de su boca se levantó ligeramente seguido de sus ojos- tu chica es buena.

-Va a ser mejor- respondió el señorito Fisto con esa bonita sonrisa.

Por el resto del recorrido Filomena llenó cada segundo de tiempo con palabras, algunas tenían cierto reproche y ligero desagrado cuando hablaba de los nobles, pero luego descubriría que era parte de su personalidad ser tan directa y cortante que pareciese rechazo. A Filomena le tomé gusto, era una niña de un lord que había perdido su estatus político, siendo su suerte la servidumbre dotada de una increíble voluntad y perspicacia. En sus tiempos después de terminar la mayoría de sus tareas a escondidas entró en la biblioteca de su amo y se obligó a entender el significado de las palabras con dibujos. En su mayoría de edad ofreció sus servicios como madame a las jóvenes nobles y así preservó cierto estatus con su decoro.

Afuera de la carroza se veían bonitas calles pavimentadas con árboles florales decorando el camino. A juzgar por el decorado y la distancia estábamos acercándonos a la zona imperial, a la distancia se eleva la gran construcción de conos tallados, resplandeciendo en los lugares correctos por el sol. Parecía sagrado y mítico, casi tocado por dios.

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⏰ Última actualización: Jul 05, 2023 ⏰

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Soy la traidora del imperioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora