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Karen

Tengo mucho que pensar. ¿Evans habrá demostrado que deseaba tenerme cerca, pero después de tantos sucesos le daría el beneficio de la duda o no? Es algo que aún no tengo claro, por un lado, me ha mentido, pero, por otro lado, había llegado a mi casa y se enfrentó a mi madre. No creo que hubiera hecho eso por cualquiera.

Los chicos nos ayudan a pesar de su cansancio cuando llegamos a Seattle, y cada quien toma su camino a casa. Es raro haber vivido tantas cosas en poco tiempo, personas que conoces apenas, vivir aventuras de locura. Ya no me siento sola, porque los tengo a ellos.

Camino hacia la terraza donde está Sam admirando el atardecer.

- ¿Qué tal? -pregunto. No tengo ni idea que decir en este momento.

-Eso debería decir yo. ¿Qué tal estás con todo esto?

-No lo sé y no me mires con esa cara -habla en serio, no tengo ni la más remota idea de cómo está. Solo sé que tiene un peso menos encima-. Lo único que sé es que necesito ayuda y estoy dispuesta a buscarla.

-Ay Karen, ese es el paso más importante, aceptar que necesitas ayuda, pero ya verás que esto cambiará tu destino -definitivamente Sam es demasiado poética y sentimental cuando desea y no me quejo. Este es el abrazo que había necesitado hace años-. Miranda no piensa cuidarnos las espaldas en el trabajo un día más.

Por poco y olvido que tengo trabajo. Estoy pensando en dejarlo para empezar mi rehabilitación, me parece importante estar curada. Debo dejar las adicciones y solo quedarme con una: él.

Tomo mi celular y apunto cautelosamente el número de teléfono que me ha proporcionado Martín. Se supone que es el número de Evans y ahí estoy para dar el primer paso.

-¿Crees que deba esperar a que él me llame? -le pregunto a Sam.

-¿De quién hablamos?

-¿Cómo que de quién hablamos? De Evans, Sam.

-Bueno creo que ustedes han tenido una batalla de ego muy extraña. Porque simplemente no dejas que todo fluya y le escribes tú. ¿Qué puedes perder? ¿La dignidad? Te recuerdo que no tienes. -Y ahí está mi fiel amiga, echándole más leña al fuego.

-Tal vez lo haga mañana -inicio mi camino a la habitación y me tumbo sobre la cama boca arriba.
Amo este espacio, me he enamorado de Seattle de alguna forma u otra. Tengo una habitación bonita, con una pared a rayas como en la mansión, un ventanal muy bonito y una cama matrimonial donde puedo dar cuantas vueltas quisiera. ¿Pero soy feliz con solo esto? Las preguntas me están llenando la cabeza de miedo. ¿Qué tal si mi madre daña la reputación de Evans? Todas esas preguntas mientras mi cuerpo cae en los brazos de Morfeo poco a poco.

**
-¿Hola, hablo al Centro de Rehabilitación de Seattle? Mucho gusto mi nombre es Karen y me autolesiono y consumo drogas.

Este es justo el paso que debo tomar, luego de recibir una orientación con alguien llamada Karoline, decido que estoy lista para ir a un centro de rehabilitación y buscar la ayuda que tanto necesito. Aún me queda hablar con Evans y estar pendiente de los próximos pasos de mi madre. Estoy segura de que ella no se quedará con los brazos cruzados. Es una mujer demasiado prepotente para hacer algo así.

-Karen -llama Sam mientras abre la puerta-. Tu hermano está al teléfono.

Es lo único que me está faltando que mis hermanos se metan en todo esto. Jamás tuve una cena, un abrazo ni tan siquiera una frase de apoyo de ellos y espero que ahora no decidan interponerse en mis decisiones.

-Hola -saludo.

-Hola Karen, ¿cómo estás? -pregunta mi hermano mayor.

-Estaría bien si dijeras todo lo que fueras a decir rápido y luego simplemente colgarás la llamada.

-Bueno si así lo deseas, te pido que no ventiles información mía o de Regina. Nosotros jamás nos hemos metido contigo y tenemos una reputación como abogados y personas de poder.

-Tranquilo, ustedes nunca estuvieron, inclusive no estuvieron ni para mal y menos para bien. Creo que eso me hizo falta una hermandad, pero eso nunca fue posible con ustedes, ¿no? -Quiero dejarme llevar y gritarles todo a la cara, todo lo que he guardado por años.

-No lo tomes de esa forma Karen, pero nosotros éramos adolescentes cuando papá murió y tú creías que la vida era color de rosa. Mi madre hizo lo justo, no hubieras servido para aparentar frente al ojo de la prensa -replica en un tono de voz más alto-. No deseo amenazarte, pero si ventilas algo deberé interponer una demanda en tu contra.

-Creo que si lo haces te verás como un hermano que nunca estuvo ahí, sin empatía ni respeto. Estoy segura que justo ahí la prensa te pondrá en el ojo del huracán y no creo que eso sea lo que buscas. -Ya no me aguanto ni una, estoy harta de ellos y de la toxicidad a su alrededor-. Tampoco es amenaza, pero si te interpones en mis decisiones lanzaré un pdf lleno de secretos sobre todos ustedes. No creo que quieras que vean tus fotos con Víctor, ¿o sí? - Nunca lo haría, pero debo asustarlo.

-No serías capaz.

-No me retes, al fin y al cabo jamás me conociste. -Víctor fue el gran amor de mi hermano hasta dónde yo tuve entendí. Obviamente, fue un amor que no llegó muy lejos gracias a mi madre, pero recuerdo cuando era pequeña los encontré en su habitación y descubrí su pequeño secreto.
Cuelgo la llamada y busco una maleta. Pondré las piezas requeridas por el hospital psiquiátrico y haré una carta a los medios antes de arrepentirme de dar el paso. Será la primera vez en un lugar de este tipo, pero yo sé que lo necesito. Mi cuerpo tiene reacciones cuando no es maltratado y mi mente está nublada de rencor. Claramente, estoy dañada, la ayuda es mi salida en definitiva.

No quiero exponer a Sam, para lo más mínimo y menos a sus amigos. Estoy segura que ninguno se imagino todo lo que pasaría en el festival. Aunque debo admitir que yo tampoco, nunca pensé que volvería a tocar los labios del chico al cual observaba fumar diariamente. Ahora que lo pienso ni tan siquiera los libros que leía cuando más pequeña tenían este tipo de drama.

Enterarme del show de nuestros padres, mi madre se casó con otro, el hijo que perdió la madre de Evans y demás, es traumatizante. Cuando éramos jóvenes, mi madre y Madison eran muy buenas amigas, modelos del momento y envidiadas por todas. El padre de Evans era novio de mi madre y Madison era una soltera extrovertida. Paso un tiempo y en una fiesta el entonces novio de mi mamá le fue infiel con su mejor amiga, de ahí salió un bebé que poco después perdió Madison. Mi madre al enterarse, por despecho se casó con el mejor amigo del padre de Evans. Casi de película.

Tuvieron a mi hermano mayor y poco después a Regina. Aun casada, mi madre perdonó a su exnovio y ahora esposo de Madison, sigue viéndolo y siéndole infiel a mi padre con él. Hasta que hay un reality show muy importante y las antes mejores amigas competían en el. Para competir ahí no podías estar embarazada, aunque sí casada, los cuerpos debían ser esbeltos y quien pasara de sesenta y dos centímetros de cintura quedaba fuera. Madison ganó y mi madre muerta de envidia le arrebató la corona entregando el secreto de Madison. Ella estaba embarazada durante el reality lo cual la destronaba automáticamente de el.

Conectados por el humo (Finalizado y en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora