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Cuando el zorro cumpla cien años, puede convertirse en una hermosa mujer y puede convertirse en hombre para emparejarse con una mujer. El zorro que viva mil años flyue a traves del cielo y se convierte en un guardián celestial. Ese misterioso espíritu parecido a un chamán puede preveer eventos más allá de miles de millas.

—Mamá, no me quiero quedar aquí—chilla la niña pequeña viendo como su mamá dejaba sus cosas al frente de la enorme puerta.

—¡Shh!—la calla desesperada—, tienes que quedarte aquí—ordena.

—Tenemos que irnos—avisa el hombre de cabello castaño a la mujer.

—¡Sueltame!—grita alejando a la niña lejos de ella.

—¡Mamá, papá!—la infante trata de acercase pero ellos retroceden.

—¡Solo quedate ahí!—ordena el hombre gritando—¡Por tu culpa estamos malditos!—grita tomando a su esposa.

—Si quieres a mami y a papi quédate ahí niña.

—No los veas, solo no los veas.

Los mayores subieron al auto y dejaron a la niña en aquel lugar con solo una mochila, ella se sentó en las escaleras y cubrió sus ojos con sus manos haciendo caso a sus padres ya que ellas los quería mucho.

—Abre los ojos—susurro un desconocido a su lado.

—No lo haré—dijo segura—, ustedes son malos.

El hombre desconocido estaba a punto de tomar a la niña pero fue detuvido por otro ser. La niña no veía nada solo podía escuchar aquella batalla. Para cuando el ruido ceso quitó sus manos de sus ojos.

Sonrió un poco aún con lágrimas en sus ojos cuando vio un par de mariposas brillantes mientras lejos de ella un hombre traje y paraguas rojo caminaba lejos de ella.

(...)

—¡Jiah!—chillo cansada mientras la chica de cabellos negros me arrastra—¡No quiero ir, tengo trabajo!—me quejó.

—¡Prometiste que me ayudarías!—se defiende.

—¡Y lo haré!—aseguro—¡¿Pero sabes lo difícil que es conseguir ser pasante en este hospital!?—ella niega—¡Muy difícil!

—¡Aish!—exclama mientras me suelta—¡No me acompañes a ver al veterinario!—sonrío—solo necesito que me ayudes a comprobar de que animal es esto—saca de su bolsillo una bolsita transparente con pelo de un animal.

Mis cejas se juntan y niego.

—¡Soy doctora, no veterinaria!—digo moelsta.

—Es casi lo mismo—alza sus cejas repetivamente, trato de mirarla mal pero no puedo y ambas terminamos riendo.

—¡Ya!—le quitó la bolsa y tomo unos guantes para poner el pelo en microscopio de la habitación de en donde me encontraba revisando unos análisis que me había pedido el médico en jefe—Es pelo de zorro—digo segura.

—¿Cómo lo sabes?—se pone cerca de mi para tratar de ver, me muevo bruscamente para que se quite.

—Solo lo sé, es obvio.

Su teléfono suena y sin pensarlo me sienta de la mano y corremos por los pasillos del hospital.

—¿Qué te pasa?—pregunto sin dejar de correr.

—Me veré con alguien que tiene información y me puede ayudar—explica.

Ambas nos detenemos cuándo Jiah ve a un chico alto de cabello negro y que usa lentes, muy lindo para mí gusto, su vestimenta no está muy linda pero no se ve mal.

El y Jiah comienzan a hablar, me parece raro con un chico como el vista de esa manera unsando zapatos tan caros.

—Khai—me llama—¿Qué opinas?—la miro y después al chico.

—Realmente no me interesa el tema pero no le creo—la sonrisa del chico se desvanece y Jiah me mira mal—¿Qué? Solo mira sus zapatos, ningún estudiante podría pagar unos tenis de cuarenta mil dólares, es un mentiroso o un niño de papis.

Jiah mira los zapatos del chico y abre su boca formando una perfecta "o".

—Si ya no me necesitas estaré con mis pacientes.

(....)

Me dejó caer en la silla después de un día agotador, ser prácticante en un hospital era muy cansado. Cierro mis ojos feliz de que voy a poder descansa un rato y...

—Necesito un favor—chilla.

Suelto un grito frustrada al escuchar su voz tan irritante en estos momentos.

—¡No!—me niego.

—¡Por favor!—se recarga en el escritorio de la recepción para verme de cerca—¡Solo necesito que me dejes ver a la paciente llamada Soo Yung!—pide suplicando.

—¡No puedo hacer eso!—susurro.

—Por favor—hace un puchero.

—Sera el último favor que te haga—la señalo.

La guío por los pasillos buscando la habitación de la chica, sonrió cuando la encuentro.

—Solo cinco minutos—la empujó a la habitación y cierro la habitación de ella para ponerme en la puerta para cuidarla.

Una vez que Jiah sale de la habitación ella me agradece y sale de prisa al la recepción, la sigo con cuidado.

Me quedo helada al ver a un hombre de cabello rojizo, el está de espaldas pero aún así me resulta conocido. Estoy a punto de ir hacia a el pero la voz de mi compañero me detiene.

—Khai, el doctor Choi te necesita.

(...)

Entro a la casa y me sorprendo al ver todo destruido, me agachó para recoger un par de cosas de pronto mi amiga llega a mi mente, empiezo a buscar por toda la casa sin embargo no encuentro nada.

Mi celular vibra, un mensaje de texto de Jiah ilumina la pantalla, sin pensarlo dos veces tomo mi bolso y corro hacia la dirección que mando.

(...)

El lugar era muy elegante y se notaba muy caro, un par de ruidos se hacen preséntes y sin dudar entro al departamento sabiendo que la vida de mi mejor amiga podía estar en peligro. El lugar estaba vacío en la sala pero al frente de está había un gran ventanal ahí se encontraban dos personas.

—¡Khai!—exclama Jiah aliviada, ella lanza un objeto hacia mi, lo tomo y lo guardo en el bolsillo de mi chaqueta.

El chico de cabello rojizo gira y me ve, sus ojos se llenan de sorpresa y luego de enojó, cuando menos lo espero siento sus manos en mi cuello, me estampa hacia una de las paredes.

—¡¿Qué haces?! ¡Sueltala!—ordena Jiah.

Miro los ojos del chico, el trataba de entender algo que no sabía, pongo mis manos en sus brazos tratando de que me suelte cuando lo hago, Jiah se acerca a mi y me guía a la orilla de la terraza.

—¿Quieres esto?—la pelinegra alza una memoria y la deja en mis manos—¡Ve por ella!

Suelto un grito cuando Jiah me empuja por la barra de la terraza, el viento al caer hace que todo me duela, todo pasaba tan rápido que el miedo en mi se apodera siendo incapaz de seguir gritando, solo cierro mis ojos esperando el impacto, uno que nunca llega ya que siento como alguien me sujeta.

Abro mis ojos asustada, el chico de cabello rojizo me mira fijamente, sus ojos están un poco naranjas, el revisa que esté bien en ese momento tomo lo que había guardado en mi bolsillo y lo entendí.

—Te encontramos—susurro inyectando el sedante que me había lanzado Jiah.

Sus ojos se abren con sopresa.

Red thread |El zorro de nueve colas|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora