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Víctima De Akuma

El vuelo de Gotham a París se sintió como una eternidad. Un vuelo promedio de Estados Unidos a Francia tomó alrededor de 7 horas, y eso fue si el avión no necesitaba hacer ninguna parada primero. El vuelo del Riddler había durado más de nueve horas y treinta y cinco minutos en total, el viaje duró más de lo habitual gracias a una breve parada en otro país para repostar. Esto, por supuesto, había agitado al maestro de los acertijos porque estaba ansioso por alejarse de Gotham lo más rápido posible. Cualquier retraso significaba que si por casualidad Batman sabía lo que estaba pasando, podría ponerse al día. Pero habían pasado nueve horas y no había visto señales del cruzado con capa. Ni siquiera un Batwing volando tras él. Después de todo, era muy posible que hubiera pasado desapercibido y Batman nunca sabría que ya no estaba en el país.

Eso no hizo que The Riddler se sintiera menos aliviado cuando el avión aterrizó finalmente en Francia y llegó al aeropuerto Charles De Gaulle a las 9:00 a.m., hora de Francia. El criminal obsesionado con los acertijos no estaba muy contento de llegar de noche. Odiaba la noche porque le recordaba demasiado a Batman y le hacía temer que si salía del avión, el vigilante vendría a por él. Pero no necesitaba preocuparse. Batman estaba en Estados Unidos, a miles de kilómetros de Francia. Estaba a salvo.

Tan pronto como el avión aterrizó y se estacionó cerca del edificio del aeropuerto, todos los pasajeros desembarcaron de la nave y entraron en las instalaciones. En cuestión de momentos, todos los pasajeros habían salido del avión, recogido su equipaje y se habían ido por caminos separados. Algunos salieron a buscar sus autos para volver a casa, otros esperaron a que los taxis los llevaran a sus destinos de vacaciones. El Acertijo, que tenía su maleta consigo, estaba esperando un taxi que lo llevara a un lugar que no era un destino de vacaciones. De hecho, ni siquiera aparecería en un mapa de Francia porque nadie sabía que existía. Antes de dejar Gotham, el maestro de preguntas había hecho arreglos para que se construyera una casa segura para él como un lugar de santuario y, gracias a sus valiosos recursos, pudo hacer los contactos correctos en Francia para organizar tal cosa.

Se quedó afuera esperando que su contacto se detuviera en un taxi y lo llevara allí. Tuvo que quitarse las gafas de lentes violetas para poder ver correctamente. Tenerlos puestos hacía que estuviera demasiado oscuro para ver en la noche de París. Miró su reloj con impaciencia, viendo que había estado esperando por diez minutos. ¡Su taxista debería estar aquí ahora! ¿Qué se lo llevaba?

"Incompetentes... no puedo confiar en que ningún mono afeitado llegue a tiempo, ¿verdad?!" frunció el ceño, "¡Si llega un minuto más tarde de lo que debería, probaré las características de mi casa segura con él!"

Miró su reloj de pulsera y sus ojos se entrecerraron bruscamente cuando vio que la manecilla más diminuta del reloj pasaba de la una, luego a las dos, luego a las tres, luego a las cuatro, luego a las cinco...

¡BIP!

"¡AH!" El Acertijo gritó en estado de shock cuando la bocina de un auto lo sacó de su extraño trance. Girando a su derecha, vio que el Taxi había llegado, le hizo un gesto con el dedo para que se subiera. El supuesto genio suspiró y palmeó su reloj con una sonrisa tranquila.

"Solo alrededor de medio minuto, se ha librado de cualquier dolor insoportable". murmuró para sí mismo en voz baja mientras caminaba hacia el taxi y saltaba adentro, colocando su maleta a su lado, antes de mirar al conductor. El conductor era un francés y aunque evitaba la imagen estereotipada de uno, lucía una boina negra en la cabeza. Tenía un bigote espeso que lo hacía parecer como si tuviera un cepillo grueso adherido sobre su labio en lugar de un bigote real. El Acertijo sabía su nombre real y cuál había sido su ocupación antes de que lo contrataran, pero no se molestó en abordar esos puntos. Eran irrelevantes.