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En cuestión, resumen y anticipación, Luzu y Quackity se habían odiado desde el inicio del ciclo escolar, era un sentimiento mutuo, todo el mundo se daba cuenta de aquello, y ¿como no lo harían? Si lo ponías en evaluación, esos dos eran como aceite y agua, totalmente distintos el uno al otro. Luzu por su lado era un emo con piercings y uno que otro tatuaje repartido por sus brazos y espalda, todo el tiempo vestía de negro, y ponía nula atención a su imagen física, vestía prendas dos o tres tallas más de las que era él, en general era un desastre, los rumores y la mala fama lo envolvían a donde fuera que vaya con esas pintas de macarra turro. Por el lado de Alex, el simpre cuidaba que sus prendas fueran impecables, al igual que su cabello, se empeñaba demasiado en dar una primera buena impresión, desde su imagen hasta su olor, vestía mayormente colores claros, su piel estaba libre de alguna perforación o raya de tinta para tatuar, y siempre buscaba que todo en su outfit combinará, para todo el mundo era un niño bueno bien portado incapaz de lastimar a una simple lagartija. Vaya idiotas.
El primero era horroroso en la escuela, todo un misterio hasta esos días el como aquel chico castaño seguía pasando de año con tales calificaciones. Por el lado del segundo en mencionar, este siempre se mantenía en cuadro de honor, la escuela nunca fue una dificultad para él, sobre todo porque contaba con el apoyo de dos amorosos y consentidores padres.
Así que sip, demasiado diferentes. Y casi siempre su tema de conversación era la vida del otro; que si usaba mucho azul pastel, que si sus tatuajes eran estúpidos, se criticaban desde la comida que consumían hasta el como caminaban. Más que parecer adolescentes a punto de salir de la preparatoria parecían dos niños pequeños de preescolar.
---Los que se pelean se desean.
Fue lo que le dijo en alguna ocasión Juan, un gran amigo de Quackity. Curiosamente la ironía en aquella frase no tardo en hacer acto de presencia ya que, bueno, semanas después ambos jóvenes hormonales se besaban a escondidas del ojo exterior en el armario de algún conserje, no era su primera sesión de besos, ya llevaban haciéndolo desde semanas atrás, y la pregunta del millón era la siguiente; ¿como fue que iniciaron esa calurosa situación si se odiaban a muerte?
Bueno, rebobinemos para entender este jodido embrollo. Todo inicio con un nuevo proyecto en puerta, y para la mala, o más bien buena suerte de ambos chiquillos, su querido maestro de Ecología, el buen Don Sapo Peta, había decidido que el ponerlos a trabajar juntos sería una grandiosa idea, fantástica, digna de un Oscar. En un principio ambos trataron de hablar con el hombre de barba para lograr que los cambiará de compañero, pero al mostrar ningúna intención de quererlos cambiar se resignaron y decidieron hacer lo posible para llevarse bien y poder concluir aquella estúpida tarea lo antes posible, aun cuando se querían asesinar de manera mutua. Día a día se veían en la penosa obligación de textearse para lograr una buena comunicación, o al menos eso intentaban ya que discutían en más de una ocasión hasta por la cosa más estúpida. Posteriormente las visitas a la casa del otro se hicieron presentes, se recibían con mala cara por igual ventilando su mal humor con la idea de que su contrario invadiera la privacidad de su hogar, la primera vez que esto paso, Alex casi le filetea la pierna a Luzu con una katana que por alguna extraña razón el padre de Luzu mantenía en la sala principal a forma de decoración. Más días pasaban al igual que la convivencia crecía, extrañamente habían llegado a punto en el que por alguna razón, la presencia del otro les parecía... Soportable, y las inmensas de ganas de cometer un crimen de odio en contra del otro eran cada vez más bajas. Suponían que ya se habian acostumbrado a la presencia del contrario. De apoco se iban llevando bien, ya no peleaban tanto, la comunicación fluía más, todo iba genial, de puta madre, o bueno...
