Juicio

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Habían pasado veinte minutos desde que Marco despertó, sus ojos seguían clavados en el techo desconocido frente a él. Miró de reojo la mata de cabello negro que descansaba en su pecho y volvió su mirada al estucado techo blanco intentando procesar la situación.

—¿Cómo carajo termine así?

Para responder a eso, la memoria de Marco viajó entre la densa niebla de sus recuerdos hasta el día anterior cuando sus hermanos derribaron la puerta de su apartamento y lo arrastraron a un club nocturno en el centro de la ciudad intentando salvarlo de la depresión que lo aquejaba.

Hacia una semana, su relación de tres años con Marie, su colega y amiga de la infancia, se había ido a la mierda luego encontrarla en la sala de descanso medico fornicando con Muchana, un doctor del mismo hospital. Poco le faltó para matar al tipo a golpes, pero sí logró ser despedido de la clínica donde trabajaban juntos.

Quería tanto a esa mujer, Marie irrumpió en su corazón con su sonrisa amable y personalidad encantadora. Era dulce y siempre preocupada por los demás; aunque Marco debió importarle tan poco si terminó engañándolo con su compañero de labores.

—Marco, no puedes echarte a morir por una mujer así, no lo vale. —animó Thatch sacando dinero de su billetera para pagar al taxista. Marco se cruzó de brazos con expresión aburrida.

—¿Y tener sexo casual sí?

—No, pero al menos se sentirá bien. Perderse en el placer y no pensar en nada, eso es lo que necesitas.

—Aunque con esa cara de zombi dudo que alguien se le acerque —bromeó Vista intentando animarlo. Marco solo suspiró como se le había hecho costumbre los últimos días.

Un par de billetes al guardia fueron suficientes para entrar al local tras la pesada puerta de metal. La música estridente retumbó en los oídos de Marco, las luces de colores centellaron en sus ojos encegueciéndolo por un instante. Faltaba poco para las 10:00 pm, así que el lugar estaba a reventar; las masas se aglomeraban eufóricas y sudorosas en la pista de baile, agitando sus cabezas y retorciendo sus cuerpos al ritmo de DJ Altín.

Encontraron lugar en la barra y pidieron un par de tragos. Con un brindis inundaron su sistema de alcohol para entrar en ambiente y empezar la cacería. Thatch y Vista eran el dúo de casanovas entre sus hermanos, si alguien tenía problemas amorosos, ellos eran los indicados para ayudarle. El vistoso trio pronto llamó la atención de un grupo de mujeres en una mesa de la esquina. Las bebidas seguían llegando, al igual que las coquetas miradas e insinuaciones en la distancia.

—Creo que es hora de invitarles un trago —habló Thatch pidiendo una ronda de cocteles para las damas.

—Andando, es nuestra oportunidad.

—Olvídenlo, vayan ustedes-yoi —se negó Marco tomando un nuevo shot de vodka. Vista entornó los ojos.

—Vamos, hermano, para esto vinimos.

—Ustedes vinieron para esto, yo solo vine a beber gratis. —Miró de reojo a las mujeres con sus vestidos ajustados y excesivo maquillaje, no le gustaban de ese tipo, tampoco tenía ganas de algo más—. Vayan ustedes. Yo los veré desde aquí.

—¿Seguro?

—No soy un niño pequeño, estaré bien-yoi.

El par de hermanos se miraron con duda antes de asentir, alejándose de la barra.

—Ok, no tardaremos.

Marco los observó en la distancia deshacerse en risas y coqueteos con las chicas. Un nuevo suspiro abandonó su boca tras otro trago.

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