[ Capítulo VIII]

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El último chico al que estaban atendiendo al parecer ya terminó con sus deberes porque se había marchado dejando el asiento libre. Ese chico de nombre Namjoon miró en dirección mía, tal vez lo hizo por el hecho de que solamente sobraba yo. Solté un suspiro sintiéndome cohibido por su forma de mirarme, era algo tan mínimo pero me hacía sentir cosas que no podía explicar con palabras. Ya conocía ese sentimiento y la verdad me preocupaba un poco.

Finalmente logré reaccionar y me levanté de la silla para ir hacia la mesa en dónde él se encontraba esperándome.

—Buenas, mi nombre es Namjoon ¿en qué puedo ayudarte? —saludo él con elegancia. Parecía ser un discurso que ya conocía de memoria.

—Hola.. sí este, me dijeron que ayudas a los estudiantes de la universidad con sus tareas —respondí.

Debo admitir que estaba un poco nervioso, mi corazón latía rápido y sentía mis mejillas cada vez más calientes. Siempre que hablaba con algún desconocido, me pasaba lo mismo, pero hoy estaba mucho más nervioso que de costumbre.

—Oh, pues te informaron bien. Más que un trabajo, es un gusto para mi, me gusta hacerlo.

Respiré aliviado al fin.

—Así que dime. ¿En cuál tarea necesitas que te ayude?

—Es una tarea de filosofia —respondi de inmediato, y puedo jurar que sus ojos se iluminaron en ese preciso momento.

—¡Definitivamente este es mi día de suerte! —exclamó, con una amplia sonrisa, sus hoyuelos se marcaron... Y yo quedé hipnotizado.

—¿Por qué lo dices? —cuestione curioso, y no pude evitar soltar una corta risa.

—Adoro la filosofia, me encanta hacer trabajos sobre esa ciencia.

Lo miré asombrado. Y sí, verdaderamente lucía como alguien intelectual y que lee mucho.

—Entonces llegue en el momento justo, porque tengo que hacer un ensayo de dos mil palabras.

Solté una risa nerviosa, rascando un poco mi cuello.

El asintió con la cabeza pero luego esa hermosa sonrisa que adornaba su rostro fue decayendo cuando se fijo en su celular.

—El único problema es que ya me tengo que ir.

Al escuchar eso, estoy seguro de que él pudo notar lo rápido que la decepción inundó mi rostro, porque rápidamente dijo:

—No, no pongas esa carita —canturreo, esbozando una sonrisa.

—Es que ya no me queda mucho tiempo para entregar el ensayo, y por más de que me concentre no logro hacerlo por mi mismo.

—¿Y si me das tú número de teléfono?

Valentine's Day - [Au Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora