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No le dijo del bebé porque no sabía cómo iba a tomárselo. Porque no sabía si eso lo haría feliz. Porque Jungkook ya no parecía interesado en él.

La tensión seguía presente en ellos: apenas se hablaban y dirigían la mirada, no se tocaban ni salían a comer juntos. Namjoon dejó de visitarlo en el trabajo y se la pasaba encerrado en casa, sin querer salir con nadie. Además, con la noticia del bebé en camino, su mundo pareció dar un vuelco completo.

Así pasaron varias semanas, en el que Namjoon no dijo nada sobre su embarazo. No es como si Jungkook hubiera preguntado algo tampoco, y el omega tenía la tentación de sacarle en cara que era fértil, que podía dar a luz, que podía tener cachorros. Al final, sólo se callaba y dejaba que los días pasaran. Ni siquiera sabía cuánto tenía, porque no quería ir a visitar un ginecólogo. Necesitaría dinero para pagarlo, y no es como si Jungkook no le diera dinero, pero tenía una tarjeta de crédito y los gastos siempre iban a la cuenta del alfa.

Navidad sería pronto. Namjoon no sabía cómo sería ese año.

Lo que sí era seguro es que todos los años había una cena-fiesta en la empresa de Jungkook y tenía la obligación de ir. Iban todos los trabajadores con sus parejas, y sabía que, si faltaba, los rumores después serían mucho más horribles de lo que ya eran.

―¿Vas a ir? ―preguntó Jungkook, cuando Namjoon lo mencionó en la comida.

Namjoon no lo miró.

―¿No quieres que vaya? ―preguntó con amabilidad―. Si es así...

―No he dicho eso ―se veía irritado, pero Namjoon no contestó―. No pensé que quisieras ir.

El omega removió su comida con el tenedor, sin demasiado apetito. Ahora, muchas cosas le provocaban náuseas y debía disimularlas para no llamar la atención.

―¿Pensabas llevar a otra persona? ―inquirió, usando todavía ese tono suave.

Jungkook volvió a enojarse y se puso de pie, marchándose. Namjoon se puso a llorar, pero cubrió su rostro para no emitir ruido alguno. Con las hormonas alborotadas por el embarazo, el llanto salía con más facilidad y le costaba mucho reprimirlo.

El día de esa odiosa cena sería el veinte de diciembre, así que, mientras Jungkook se duchaba, Namjoon decidió vestirse con un traje que no usaba hacía mucho: era rojo, pero con un extravagante diseño de líneas negras desordenadas tanto en el saco como en el pantalón. La camisa y la corbata, mientras, eran de un negro cuervo. Le quedaba un poco apretado de la cintura, pero mientras se duchaba, tocó su vientre levemente hinchado. Pronto, tendría una gran panza que no podría ocultar bajo ninguna ropa. Ese pensamiento, sorprendentemente, le hizo sonreír.

Un bebé de Jungkook y él. A pesar de que las cosas estuvieran mal, Namjoon sabía que lo iba a querer mucho.

Sus uñas ya las tenía pintadas con un bonito diseño de gatitos, así que se aplicó un labial suave y desordenó su cabello en suaves ondas. Se veía lindo, por lo que esperaba que no juzgaran su aspecto ese día.

Jungkook salió del baño y lo observó con aspecto crítico. Casi esperaba que el alfa le dijera que se veía ridículo, pero el alfa permaneció callado unos segundos.

―¿Dónde está el traje gemelo? ―preguntó, y Namjoon supo enseguida a qué se refería: ellos compraron esos trajes de pareja luego de que el omega se lo suplicara.

A diferencia del de Namjoon, que parecía más desordenado, el de Jungkook se veía mucho más cuidadoso, con el saco y pantalón negro, y la camisa roja con las líneas negras desordenadas. Mientras Jungkook se acomodaba el saco, Namjoon se acercó a arreglarle las solapas de la camisa.

Bloom - KooknamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora