Calmando a la fiera:
"Hasta las más fieras suelen tener su lado más tierno aunque vayan de duros".
Austria, 2 de Julio de 2023. 22:45 hrs
Habían pocas cosas que le sacaran de quicio a Carlos y lo hicieran perder la cordura. Siempre fue un tipo tranquilo, con un grado muy alto de sensatez cuando se trataba de trabajar bajo presión.
Pero con los fallos de su equipo durante el Gran Premio disputado en Austria, que posteriormente llevaron a su caída al 6to puesto, había aflorado su lado agresivo, casi rozando lo inescrupuloso...pero que a mí me ponía a tope en cuánto a lo sexual.Siempre nos veíamos después de las carreras, en un hotel muy caro y discreto alejado de la sociedad y de las luces de los periodistas. Carlos estaba soltero hace un tiempo, aunque para la prensa aún se mantenía en una relación de más de cinco años, imagen que intentaba mantener para no ser perseguido por los flashes y los noticieros "rosas", cosa que le molestaba un montón y lo ponía de muy mal humor.
Yo estaba hace más de dos horas revisando las redes sociales en busca de reportajes o comentarios que le hicieran referencia a una posible salida de Ferrari.
Tomé una ducha, y me preparé un café americano, no sabía a qué hora llegaría...23:20 hrs.
Sentí un golpe en la puerta de mi habitación, era él.
A pesar de que nos habíamos visto muchas veces, seguía teniendo el mismo efecto en mi cuerpo, me temblaban las piernas y me sudaban las manos cuando se me acercaba, con tan solo su respiración en mi oído podía ponerme la piel de gallina.
Ese hombre me volvía loca.Carlos entró en la habitación vestido con su chándal de algodón y su jogging gris, haciendo juego con su gorra blanca.
Recién se había bañado, tenía el pelo húmedo y olía a fragancia amaderada con un toque cítrico. Capaz de derretir un témpano de hielo.Cerré la puerta y lo abracé, correspondiéndome el abrazo colocando su cabeza en mi hombro, y rodeando mi cintura.
Nos quedamos un rato en silencio, sintiéndonos la respiración mutuamente. Acaricie su nuca dejándome llevar por la suavidad de su piel bronceada.-¿Cómo estás?, pregunté mirándolo a los ojos, sus ojeras denotaban cansancio y frustración. Me rompía en pedazos verlo así...
-No fue un buen día, ya lo habrás visto...-me respondió acariciando mi rostro con su pulgar.
-Lo sé, ¿quieres tomar algo?.- me acerqué al mini bar sacando dos copas y una botella de vino.
Charlamos una hora aproximadamente, me mostró algunas fotos del monoplaza, me explicó funciones que yo aún desconocía del volante, detallando para que servía cada botón, era fascinante como hablaba de lo que le apasionaba.
Lo vi sonreír un par de veces, esa sonrisa me cautivaba y lo hacía ver tan dulce, tan inocente, esa faceta de él tan difícil de aparecer.Dejé mi copa de vino sobre la mesa y me acerqué a su hombro dejando caer mi cabeza sobre su piel. Se giró para mirarme a los ojos, esos ojos suyos tan grandes y oscuros ahora miraban los míos con deseo. Lo notaba porque se ponían más negros cuando nos teníamos cerca...
-Vamos a la cama.- me susurró arrastrándome de la mano hasta llegar al borde de esta.
Intentaba mostrarme tranquila, pero la verdad es que desde que llegó estaba esperando que me someta a su gusto. Me consideraba una mujer independiente y empoderada, pero con Carlos todo eso se iba al tacho. Él hacía conmigo lo que quería y yo disfrutaba del placer que me brindaba.
Se sacó el chándal y la remera dejando ver su torso desnudo, firme y bronceado. Era una obra de arte este hombre, y él lo sabía, sonreía de lado mientras se sentaba en la cama con los codos apoyados en ella.