Desesperación

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La vida se volvió un ciclo para Joonghyuk.

Tener que vivir como una persona ejemplar durante el día, mientras en la noche acechaba entre las sombras.


No mentirá, tener la vida de esos miserables en sus manos lo hacía sentir fuerte, hacían que el pequeño niño que aún residía en él dejara de llorar.

Sabía que lo que hacía estaba mal, pero qué importaba, la ley ya le había fallado a su compañero, ya no había a quien castigar, pero aún así, aún sabiendo eso, su corazón le obligaba a vengarse, por cada lágrima que había salido de Dokja, por cada gota de sangre que había sido obligada a escapar de su pequeño cuerpo.


Pero pronto su vida normal fue interrumpida por una llegada imprevista, un día, mientras regresaba de su compra semanal al supermercado, se encontró frente a su puerta una canasta cubierta por una manta.

Estuvo a punto de llamar a seguridad pero pronto notó como la manta se movía.


Él no era alguien tan curioso por naturaleza, pero Kim Dokja lo era, así que la pequeña voz susurrante de Dokja llegó a su oído y pronto se encontró levantando la manta de la canasta.


Sintió que su corazón tartamudeaba cuando vio a un bebé, una bebé de cabellos negros.

Notó como sobre la bebé se encontraba una nota, la cual pronto se convirtió en una bola debido a la presión que su mano aplicaba sobre ella.


La nota no era otra cosa más que una carta de sus padres, a quienes había dejado atrás hacía mucho tiempo, aquellos que no se molestaron en buscarlo cuando huyó pero que decidieron que era buena idea dejarle a la bebé a su hijo para que él la cuidara ya que ellos querían seguir viviendo una vida de solteros.



Yoo Joonghyuk pronto metió la canasta a su casa y miró detenidamente a la bebé, pudo notar que sus ojos se parecían mucho entre sí, y una pequeña llama empezó a arder en su pecho.


Él sabía que la bebé no tenía la culpa de haber irrumpido su vida, también que era lo suficientemente capaz para alimentar una boca más, había empezado a pensar en convertir una de sus muchas habitaciones en una para la bebé, en contratar a una niñera y cocinera, en comprar cosas para que la bebé creciera bien, pero sus pensamientos fueron interrumpidos y hechos pedazos cuando escuchó la suave risa del bebé y pudo ver su sonrisa.


Era suave y dulce, tan dulce como la de Dokja, ese pensamiento comenzó a resonar en su mente, convirtiéndose en dolor. 

Él no podía, no podía con la idea de remplazar las sonrisas de Dokja con las de otra persona.


Su corazón no le permitía querer a nadie más, nadie tenía el derecho de meterse y robar un pedazo de su corazón y sus pensamientos, nadie debía empañar sus recuerdos.


Con decisión buscó la dirección de la madre de su estrella y pronto se dirigió allí.



El lugar se veía desolado, como si una nube oscura siempre lo estuviera cubriendo, realmente no le importaba si ella sufría, se lo merecía, ella fue una de las culpables de que Kim Dokja muriera.

Venganza para tí, mi único amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora