All of you

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NdA: ¡Hola, cucuruchos! Este OS es parte de un exchange Kagehina (publicado en inglés en AO3), por tanto la idea principal se basa en una serie de indicaciones que me proporcionaron. Yo solo he intentado ajustarme lo máximo posible a ello. 💗

Espero que, para quienes ya me conocéis, estéis igual de bien (o mejor) que la última vez que estuve por aquí, y para las personitas nuevas: soy un poco desastre publicando pero si os gusta esta pequeña historia, os espero con galletitas en mi perfil. Ü

Cuando ve a Kageyama Tobio entrar en clase, rodeado por su clásica aura que supura independencia y roza el ostracismo, esa ansiedad espesa que se le había acurrucado en el esternón se expande; se expande y se condensa contra los músculos tirantes ...

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Cuando ve a Kageyama Tobio entrar en clase, rodeado por su clásica aura que supura independencia y roza el ostracismo, esa ansiedad espesa que se le había acurrucado en el esternón se expande; se expande y se condensa contra los músculos tirantes que le cubren el corazón.

Pese a los esfuerzos que ejerce por pasar desapercibido, levanta miradas curiosas a su paso mientras la puerta regresa a su sitio, deslizándose dentro de los raíles internos del marco hasta producir un traqueteo sobre la cerradura.

Llegas tarde.

Fuera, los árboles se sacuden de las ramas los primeros cerezos en flor, cosiendo sobre los adoquines exteriores del instituto una alfombra mullida a tonos pastel. Auguran un final de marzo prometedor: el punto final académico que todo estudiante desea dibujar tras siete años de clases y exámenes y estrés. Todavía se nota en el aire las gélidas corrientes del invierno pero, tras varios meses techados por unas lámina pétrea de nubes, la caricia dorada del sol rasga por fin el tejido afelpado de nubes.

Traspasando las capas.

Regando de aros luminosos todo Miyagi.

Confiriéndole una calidez que hace días que Shōyō echa en falta.

"¿Por qué llegas tarde?"

Dentro, cerca de una ventana por la que se mete una brisa tenue que huele a las azaleas plantadas en los costados del edificio, con el codo apoyado al borde de la mesa y la barbilla encima de su palma, Shōyō le contempla encaminarse hacia su pupitre con el leve acelerón del corazón estrellándose contra el pecho, inflamado de ansiedad.

"Justamente hoy".

Visten el mismo uniforme, pero siempre le ha dado la impresión de que a Kageyama le queda ligeramente mejor que al resto de la población media de su edad.

Como si lo hubieran diseñado basándose en un molde similar a su arquitectura anatómica, la chaqueta negra de solapas anchas se adhiere a sus hombros en ese punto neutral que a todos les gustaría conseguir: acompañando el movimiento y definiendo levemente su musculatura pero sin pasarse, sin parecer que le queda tan pequeño que podría reventarlo. Debajo de los cierres abotonados, normalmente se vislumbraría el cuello redondo de una camiseta de algodón blanca pero, en su lugar, hoy sobresale una camisa del mismo color y, vale, es solo una puñetera camisa. Está hecha para que favorezca. Shōyō se siente muy contento con la imagen que le devuelve el espejo cuando ve su reflejo ataviado en ella, muchas gracias. Pero en Kageyama resulta notoriamente diferente. Se la ha visto en pocas ocasiones —por suerte o por desgracia—, y sin embargo cuando ha tenido la oportunidad de comprobar el modo en el que se levanta las mangas hasta el antebrazo, desabrochándose los puños de un solo movimiento porque le entra calor, Shōyō considera que podría decir una barbaridad sobre el atractivo que pueden llegar a tener unas simples venas y no arrepentirse a pesar de la vergüenza.

This could be everythingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora