Tu verdadero salvador.

45 3 0
                                    

No hace muchos días descubriste la catástrofe que recubriría al mundo en su devastación, tu corta vida de humano iba a quedarse en la tierra, no pudiste concretar ninguna de tus metas y justo ahora te encontrabas en un enorme problema. 

Esto es increíble.. Van varios días y la policía no ha llegado.. — Mencionaste, estabas solo en tu habitación, tenías una linterna y un poco de comida que habías dejado, desde que la cuarentena inició, no has salido, no has visto a nadie y mucho menos hablado con una persona, empezabas a abrumarte por el silencio de tu casa, a veces podías escuchar una risa proveniente de la cocina, tenías ganas de investigar, la curiosidad te mataba, pero algo en ti (el miedo) decía que era mejor que te quedaras en esa habitación.  

Cuando decidiste irte a dormir, tocaste tu cama, esta estaba fría y algo húmeda como si otro ser estuviera, tomaste la lámpara y apuntaste la luz directo a las sábanas, estaban empapadas de agua, subiste un poco la luz y pudiste notar a un muchacho dándote la espalda, el reflejo de la luz hacía que sus rizos color sol se iluminarán, sus ropas color blanco también se miraban empapadas. Te quedaste atónito al presenciarlo, el miedo comenzaba a inundar tu cabeza poco a poco, empezaste a dar unos cuantos pasos hasta el otro extremo de la cama, querías ver de quién se trataba, cuando llegaste el giro, su cabeza rápidamente hacia ti, pudiste ver una gran sonrisa y sus ojos color azul tan brillantes, te sorprendiste tanto que tiraste la lámpara. 

No tengas miedo, soy tu verdadero salvador, y vengo a darte una gran noticia.. Maria..— Su semblante había cambiado, parecía como si se fuera oscureciendo su cara, él se levantó. Tus opciones eran intentar huir en ese instante o quedarte quieto, diste unos cuantos pasos hacia atrás y tocaste muy pronto la fría pared, la habitación no era muy grande, solo los separaban unos cuantos centímetros. 

Maria.. Te he extrañado todos estos días ¿Por qué te ocultas de mí? Acaso ¿Me tienes miedo? — Menciono el muchacho, tu corazón comenzó a latir bastante fuerte cuando viste que se comenzó a acercar a ti, una de sus pálidas manos tocó tu mejilla, estaba suave y empapada, subiste un poco tu mirada y podías verlo sonriéndote ¿Por qué te sonreía de esa forma tan cínica?

Sé que tú no eres ella, tú eres otra persona, una sucia alma humana. Sabes, siempre he odiado a la humanidad — Dijo, mientras bajaba su mano de tu mejilla, uno de sus dedos comenzó a recorrer tu cuerpo desde tu cuello hasta tu estómago. Él parecía muy curioso por saber que ocultabas detrás de tus prendas, tu rostro se sonrojó bastante y te sentiste acosado por un momento, las palabras no salían de tu boca y eso estaba molestándolo, quería ver qué respuesta inútil tenías para decirle. 

¿Y bien? Almita. Sabes quién soy, tienes idea de con quién hablas. — Su sonrisa se fue haciendo más grande al igual que su curiosidad, sin notarlo este iba rompiendo tu ropa, intentabas regresarla a su lugar, pero estaba siendo imposible, él no iba a hacerte las cosas nada fáciles. Ya estabas donde te quería, él era la causa de todos los males o acaso era lo que iba a salvarte. 

No tengas miedo, tu salvador jamás te haría daño.. —  Una estruendosa risa resonó en la habitación, tomó tu brazo y te lanzó a la cama, se fue acercando hasta ti, hasta que ya te tenía acorralado en la cama de nuevo. Sin ropa, una pobre alma humana, tan asquerosa, eres tan repudiable para él, pero siente tanta fascinación por tocarte, nunca le permitieron hacer nada como esto, y un pecado como la lujuria no iba a ser apaciguado por ruegos mortales. 

Sus frías manos comenzaron a rondar por tu cuerpo, iban poco a poco tocando cada lugar sensible y eso lo notaba con los espasmos que provocaba en ti. Por fin ibas a presenciar algo glorioso, su boca se abrió y una larga lengua color rojo salió, tu cuello comenzaba a ser atacado por esta, se sentía tan rasposa como si fuese a arrancar el pedazo, varios suspiros y jadeos salían de tu boca, y cuando él lo notó te miro con desagrado. 

¿Acaso te gusta? Qué asco.. — Al decir esa última palabra te escupió, y prosiguió lamiéndote, él también lo disfrutaba, amaba hacerte sentir tan asustado, que fueras abusado por él, y que nadie más pudiera ayudarte. Su mano fue bajando hasta que llegó a tu entrepierna. ¿Qué carajos es esto? Deja de disfrutarlo. Estás tan empapado y ni siquiera he llegado a la mejor parte, me das tanta pena, ugh. — Menciono, estaba realmente molesto por esa situación, suspiro aburrido, quería verte implorando porque parará, pero parece que solo eras un masoquista más. 

Te miro con repulsión, su lengua comenzaba a bajar desde tus clavículas hasta tu entrepierna donde descubrirías el camino al placer, te estuviste retorciendo mientras su lengua pasaba por tu cavidad, esa lengua tan áspera como lija, sentías satisfacción y algo de dolor, con un poco de fuerza de voluntad hablaste y solo para decir unas torpes palabras que para él significaban nada.  D-deténgase.. M-mgh.. s-se siente horrible. — Tus manos sujetaron sus rizos, él te miró y sonrió, parece que disfrutaba que odiaras la sensación. Un poco del agua de sus rizos caía sobre la piel de tus muslos, el sudor también empezaba a recorrer tu frente, pensabas sobre todas las nuevas sensaciones, algo tan repulsivo estaba a punto de llevarte al clímax. 

Huye de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora